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Viajar es una de las cosas que más disfruto hacer porque implica diversas situaciones y encuentros con mundos diferentes a los nuestros.

Pero si no tienes a alguien en la ciudad para hospedarte, un hotel es imprescindible, no solo hablamos de lo lujoso que este puede ser sino de los beneficios que te ofrece y de la comodidad.

Al conversar con Noel Ramírez, uno de los camareros de un prestigioso hotel de la zona 10, me contó sobre su experiencia de 20 años trabajando en la industria.




“Cuando trabajé en otro hotel, entré a limpiar la habitación y me encontré que desvalijaron por completo la habitación. La decoración, los muebles, la cama, se habían llevado todo lo que no estaba sujeto con clavos. No había televisión, ni cafetera, ni lámparas de mesa. Nunca descubrimos cómo pasó”.

En otra ocasión, cuenta Noel que encontraron la bañera llena de piel de pollos porque el señor que la rentó se dedicaba a la venta de esos animales y “parece que aprovechó para limpiarlos”.

Nora Pérez es otra de las empleadas del hotel, quien también cuenta las cosas que ha encontrado por su paso en los hoteles. “Trabajé limpiando en el mismo durante dos años. En una ocasión, una familia se hospedó durante un mes, eran unos maleducados. 

El papá miraba a las chicas de la limpieza y les coqueteaba, la mujer nos gritaba por seducir a su marido. Un día se fueron a visitar a unos amigos y decidimos limpiar a fondo la habitación del hijo. Cuando entramos sentimos un olor asqueroso”.




“Cuando fuimos a limpiar la cocina, el olor era más intenso. Abrimos el microondas y vimos que había metido una albóndiga dentro que la había calentado varias veces. Después de vomitar, abrimos la refrigeradora, vimos que había excrementos  y botes llenos de sanguijuelas. Salimos corriendo, se lo dijimos al encargado del hotel, echaron a la familia y les cobraron un buen recargo”, expresa Pérez.

En otra ocasión, relata Noel que “nos encontramos una colección de látigos escondidos debajo del colchón y dos cajas de condones. Lo más gracioso es que en el cuarto de la par había ropa interior colgada sobre los cuadros y estaba manchada con Nutella”.

Dice Noel que no falta “alguien a quien le parece buena idea dejar un condón usado dentro de una lámpara”.




Sus dos décadas trabajando como camarero le han dejado muchas experiencias buenas y otras un tanto desagradables. Noel es muy servicial y siempre tiene una sonrisa en el rostro, dice que “nunca le he gritado a un cliente, porque al final de ellos vivo” y que muchos de los que visitan el hotel saben reconocerlo con “buenas propinas”.

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