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Su imagen en la red social le hizo volver a creer en Dios. Uno que lo tiene todo y por todo se entiende a uno que cobra, despacha y hace pan.

Vive a más de 3 mil 200 kilómetros de la ciudad de Guatemala, en New Orleans, Louisiana. Pero ese día Heidi quedó “prendada”, con solo abrir su Facebook.







Un joven de cabello negro y anchos brazos, con una camiseta blanca y una barba bien cuidada le robó un suspiro. “Vos qué hombre tan guapo, ta bien bueno”, le escribió a su hermana Vivi.

Ninguna de las dos le conocía, pero desde el martes de la semana pasada, Pedro Pablo se había convertido en un símbolo sexual. Desde que la panadería abrió sus puertas en Rambla 10, las redes sociales no han dejado de compartir su foto y llenar de cumplidos su aspecto físico.

“Algunas hacen cola para comprar refresco o pan para verlo de cerca”, empleado del comercial.

Sus simpatizantes lo alaban, lo aclaman y fantasean con el panadero de la zona 10. Aquí te dejamos algunos de los comentarios más simpáticos que ha provocado Pedro Pablo:













El “Sex Symbol” de la Berna




Tiene 26 años y estudió un MBA en Ingeniería Empresarial. Desde muy pequeño ha trabajado de forma irregular en el negocio familiar de la décima calle entre quinta y sexta avenida de la zona 1.

Hace, tan solo dos años comenzó a hacerse cargo del área administrativa de las panaderías, que hoy suman dos en la ciudad de Guatemala.

“Me hago cargo de ver los sistemas de cobros, funcionamiento y cosas de la administración”, Pedro Pablo Ruano.

Dentro de sus hobbies está el “gym”, de donde viene gran parte del atractivo con las mujeres. Además, dirige un grupo de jóvenes de la iglesia, Tiempos de Gloria, donde asiste y gusta de ver TV y compartir con sus amigos.




“Me gusta cocinar, hacer ejercicio y ayudar a los jóvenes de mi iglesia”, Pedro Pablo Ruano.

Abrir el nuevo local en Rambla 10 fue, en buena parte su idea, ya que la panadería Berna tenía únicamente un local en la zona 1. “Vi el lugar y observé que tiene mucho potencial pues hay centros comerciales, oficinas y hasta un call center”. 

Hoy, las ventas de pan de la Berna son igualadas por las cientos de mujeres que no dejan pasar la oportunidad de un licuado y un “taco de ojo”, cuando van a hacer los mandados. Entretanto, Pedro Pablo asegura que seguirá atendiendo a quienes lleguen con la misma sonrisa, eso sí por poco tiempo, pues debe volver a su horario normal de trabajo.

“Ahora estoy aquí porque es un local nuevo, pero en un par de semanas ya volveré a mi rutina habitual”. Pedro Pablo

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