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A la fecha posee el récord del tatuaje más antiguo del mundo, que data de hace unos 5 mil 300 años. Su momia fue descubierta en 1991, a más de 3 mil 200 metros de altura, en un glaciar alpino y con más de 57 marcas en todo su cuerpo.

“Se cree que es un cazador que falleció desangrado hace unos 5 mil 300 años… Tenía la piel cubierta de tatuajes”, según el Instituto EURAC, Bolzano, Italia.

Sabemos que muchas de estas marcas tenían un significado especial, en su mayoría fines curativos, distinción cultural, y hoy son un elemento decorativo que una de cada ocho personas en el mundo lleva en la piel.

JO en la piel

En su pequeño estudio no recibe a “walk-ins”, trabaja solo con cita desde hace cinco años y llegar a convertirse en tatuadora profesional fue un proceso que la llevó hasta Portland, Oregón. JO, como se hace llamar la veinteañera, amó el arte desde niña y fue en el kínder que su afición tomó forma.

“De niña le decían a mi mamá que no tenia talento artístico, que no me perfilaba en esa área, pues hasta me salía de la línea en los dibujos”, indica JO.

Pero su fascinación por lo artístico pudo más que la sentencia de sus maestras. Dibujó, pintó y aprovechó cualquier momento para expresarse. Pero luego la realidad de un país, donde ser artista es una sentencia de hambre, le llegó.




“Ser artista es muy difícil en Guatemala, no se puede vivir de eso… Y a los 15 descubrí el Tattoo Art”, comenta JO.

Debió esperar tres años para poder hacerse el primer tatuaje, ya que su madre no permitiría que se lo hiciese siendo menor de edad. Luego, su vena artística cobró vida y decidió convertirse en tatuadora profesional, para lo cual tuvo que viajar mas de 5 mil 800 kilómetros.

Mil horas antes de tatuar

Hacer realidad su sueño de tatuadora no fue fácil. Antes de trabajar en la dermis de algún cliente, JO debió someterse a una exhaustiva preparación. Recibió cursos sobre manejo de sangre, primeros auxilios, dermatología y luego, practicas supervisadas de tatuaje fueron la primera parte.

  • Permiso para manejo de sangre.
  • Primeros auxilios.
  • Dermatología, teoría de 300 horas.
  • Práctica supervisada de tatuaje, 300 horas.
  • 50 procedimientos (tatuajes) evaluados por el Estado.

Tras cumplir con los primeros cinco requisitos, JO estaba lista para solicitar una licencia como tatuadora profesional. Antes de ser certificada debió someterse a otros tres exámenes de dermatología y finalmente, un año después de haber comenzado, recibió la licencia.

De vuelta en Guatemala, donde vive con su familia, JO comenzó a trabajar en lienzos humanos. Fue un día de Halloween, hace cinco años, que obtuvo su primer cliente.

“Me había preparado y estaba lista para trabajar en lo que más me apasiona, que es tatuar”, explica JO.

En un estudio al lado del salón de uñas, sobre el bulevar de Vista Hermosa, JO comenzó su aventura. Camilla, pinturas, equipo de primeros auxilios y una mesa llena de dibujos le dan la bienvenida a las citas.

En ese lugar, los clientes de la artista pasan horas marcando su piel. De a poco la aguja colorea el diseño del stencil y con cada punzada el arte cobra vida.

Trabaja sola, pues es bien sabido que el mundo de los tatuadores, como en la seria LA INK, el drama siempre está presente.

Celos artísticos, competencia, dinero, y hasta el pago de la renta del local pueden encender las más cruentas disputas entre los profesionales de marcar la piel. Una de las cosas que más problemas origina es la limpieza. “Muchos no limpian bien después de trabajar y eso es importantísimo para mantener un ambiente sano y hacer un trabajo de calidad”, asegura JO.

“Yo prefiero trabajar sola, es más fácil y me evito tanta situación difícil”, asegura JO.

Poco hemos cambiado

Tatuarse en Guatemala aún lleva algún estigma. Muchos prefieren hacerse tatuajes pequeños, fáciles de esconder y en lugares donde sean poco visibles. Ocultarlos de sus familiares, empleadores o incluso de sus propios amigos es importante y algunas veces necesario. Se sabe de muchas empresas que evitan y prefieren no contratar a personas con tatuajes.

Lo cierto es que cada día, la niña que estuvo a punto de reprobar el kínder por salirse de la línea artística, se expresa y crea obras de arte en los mejores lienzos. Y quién sabe, en unos cinco mil años algo se podría aprender de los chapines que fueron a tatuarse con la JO.




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