En el pasado llamabas a tus cuates, manejabas el carro y decías ¡sale Antigua! Fiestas que terminaban tarde, carcajadas en la calle del Arco y pláticas interminables en el Parque Central. Las noches de la ciudad colonial ya no son iguales.
Andrés y sus amigos decidieron ir a celebrar su cumpleaños a Antigua. Fiesta, “chelas” y alegría era lo esperado. “Es normal parrandear por allá, entre los jóvenes es un lugar icónico para pasar la noche. Es un lugar mágico”.
Música, risas y dónde trasnochar eran los planes para gozar. “Rentamos cuartos en unos hostales, llegamos a Antigua tipo 3:00 p. m. y esperamos para luego irnos a las discotecas”, indica Andrés.
Antes de entrar, Andrés y sus amigos compraron los tragos para llegar “entonados”. “Un amigo adquirió algo de comer y beber en el hotel, así podríamos ahorrarnos dinero. En todo ese lapso ya eran las 8:00 p. m.”.
Como si la noche fuera interminable, Andrés y sus amigos, confiados que la “party” comenzaría tarde, esperaron un poco más de tiempo en el hotel. “Eran las 9:00 p. m., ya estábamos entonados y hasta esa hora bailamos”.
La gente paseaba, otros gritaban y los más parranderos “conectaron” a más de alguna extranjera. “Fuimos directamente a los bares que están del otro lado de la calle del Arco y como siempre estaba todo lleno, entonces esperamos”, comenta Andrés.
El tiempo transcurría y la vida nocturna de Antigua tenía un fin inesperado. “Ya eran las 10:00 p. m. para entrar al bar, compramos unas cervezas y disfrutamos la noche. Cuando el reloj marcó las 11:00 en punto las luces del bar se encendieron indicando que era momento de salir”.
La gente estaba molesta, clientes que pagaron botellas caras y se preguntaban la razón de por qué la noche había terminado. “Estuvimos aproximadamente 45 minutos y gastamos por gusto un cover para ingresar. No solo éramos nosotros los molestos, también la mayoría”. “Lo único que nos dijeron los meseros es que la policía cerraba a esa hora los bares y no podían hacer nada”.
Ante la incertidumbre de lo sucedido y la gente enojada, los jóvenes averiguaron más. “Nosotros ya habíamos adquirido varios cubetazos, fue dinero desperdiciado, por lo cual convencimos a los meseros para que brindaran una solución. Dijeron que podíamos llevarnos las cosas, pero era responsabilidad nuestra allá afuera”. “Otro de los meseros mencionó con un grupo de personas que la orden de cerrar a esa hora los bares era de la alcaldesa y que debíamos desalojar el lugar”.
“A los dueños nos afecta mucho el negocio, ya que la mayoría de los jóvenes y turistas han tomado Antigua para discotequear”, dijo uno de los propietarios, quien no quiso identificarse.
Aquellas fiestas que iniciaban a las 11:00 p. m. quedó en el pasado, hoy las noches de Antigua ya no existen. “Yo entiendo que hay personas que han provocado que esto suceda, por problemas, etcétera. Lamentablemente, pagamos todos, porque uno va a Antigua a divertirse y la mejor hora es de 10:00 p. m. a 1:00 a. m., pero ni modo son leyes que uno debe de respetar”.
Un cumpleaños que no fue el esperado. Andrés y sus amigos caminaron por las calles desoladas de Antigua, la ciudad mágica ha quedado tranquila y una noche más quedó en los recuerdos de la gente parrandera.