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A unos 45 minutos de la Ciudad de Guatemala, entre los municipios de Barberena y Santa Cruz Naranjo, Santa Rosa, se encuentra un tesoro natural: el Parque Nacional la Laguna del Pino.

El lugar es un área protegida categoría uno, es decir que la intervención del hombre no está permitida. Tiene una extensión de 73 hectáreas entre el bosque y la laguna, de 18 metros de profundidad.

Fue declarado Parque Nacional en 1972 y recientemente se ha convertido en uno de los destinos turísticos más atractivos de la región, debido a su cercanía con la capital.







Cientos de turistas nacionales y extranjeros visitan el lugar, ya que se trata de un pulmón para alejarse del ajetreo y ruido de la ciudad.

Los visitantes pueden tomar un baño en la laguna, caminar por los senderos, hacer un pícnic en los bosques, cocinar en los ranchitos con churrasqueras, acampar, bicicletear, jugar en las canchas deportivas, pasear en lancha o a caballo, o simplemente sentarse a la orilla de la laguna a degustar un helado.

“Por las tardes, se pueden ver los pescados brincando en el agua. También en el verano vienen patos”, comentó un vendedor.







Pero no siempre fue lo que se conoce ahora. Julio Echeverría, un visitante, recordó que antes en el parque vendían cerveza y tocaban mariachis. “Era un ambiente para chupar y poco familiar”, comentó.

Durante unos 40 años, el lugar estuvo administrado por un comité de vendedores del parque. El contrato no fue renovado y la administración pasó a manos del Instituto Nacional de Bosques (INAB), en 2017.

“Aquí era tierra de nadie. Robaban carros, asaltaban a las personas y hasta violaban gente”, señaló Joaquín Peralta, administrador del lugar.




El mayor reto para el INAB ha sido lograr que la población entienda la importancia de proteger los recursos naturales. “Ha costado porque estaban acostumbrados a que este era el patio de su casa”, agregó Peralta.

“Antes había mucho desorden, se metía ganado y los pescadores hacían negocio”, explicó Fernando, un vendedor, quien al igual que el resto debe limpiar un área asignada del parque para poder comerciar.



El resurgimiento del parque

Desde agosto de 2017, el INAB ha trabajado proyectos que han cambiado la experiencia del turista. Esto ha contribuido a posicionar el lugar como uno de los destinos turísticos favoritos para pasar un domingo en familia, hacer deporte y relajarse.

En el tema de la contaminación, el lugar cuenta con guardarrecursos, personas que recorren toda el área vigilando el cumplimiento de las normas ambientales.

“No se permite pescar ni cazar, también deben estar pendientes de cualquier fogata y la colocación de la basura”, refirió Peralta.




Sin embargo, el logro más grande de la nueva administración es la seguridad del área. “Tenemos 12 agentes de seguridad privada, distribuidos en todo el parque, para evitar delincuencia”, indicó Peralta.

“Ahora es bien seguro, incluso se puede entrar al bosque a caminar tranquilo”, manifestó Fernando.

Los tres accesos cuentan con portones y plumas con un policía, para tener un mejor control de las personas que entran y salen del lugar.

Para este año, la administración pondrá en marcha un proyecto para remodelar todos los ranchitos y las churrasqueras del parque, para que todas las familias tengan su propia parrilla.




Enemigos difíciles de erradicar

A pesar de las medidas de protección y conservación, todavía se pueden observar botellas de plástico, bolsas y empaques flotando en la laguna.

Aunque hay basureros por todo el sector, los turistas dejan sus platos y cubiertos plásticos tirados en el suelo. “La gente no entiende que la naturaleza se debe cuidar”, lamentó un barrendero del lugar.




Otros enemigos son los chalets y turicentros privados que se encuentran alrededor de la laguna. Estos últimos venden la “playa privada” como un atractivo, pero invaden la reserva natural.

Además de restaurantes y salones para eventos, los turicentros “sacan un dineral” cada fin de semana con viajes en lancha.

Para desconectarse del mundo

Entre el sonido de las hojas y el cantar de los pájaros, el turista se olvida de la realidad al visitar este Parque Nacional. “Aquí se respira aire puro”, comentó Fernando.




Para llegar, debes tomar la carretera CA-1 Oriente y a 49 kilómetros, tomar el cruce a la izquierda hacia la aldea El Cerinal. La carretera de ingreso está en buenas condiciones y apta para cualquier tipo de vehículo.

Puedes visitar el parque de lunes a domingo, de 8:00 a 17:00 horas. El costo de la entrada es de Q3 por persona y Q5 por vehículo.

El lugar cuenta con servicios sanitarios y casetas de comida cercanas.

¡Qué esperas para conocer este tesoro natural!

Fotos: Elena Gaytán

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