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El amor entre una mascota y sus dueños puede alcanzar niveles tan grandes que uno ni se los imagina. Es por eso que despedirse de ellos es difícil, marcando la vida de sus dueños para siempre.

José Gabriel Rodríguez López, a sus 32 años, asumió la decisión más difícil con su mascota. Un perrito de raza Schnauzer, a quien durmió hace pocos días debido a que sufría complicaciones de salud. 

A Kiski, como lo nombraron y, a quien cariñosamente le llamaban Enrique o Quique, lo obtuvo cuando tenía 12 meses y alcanzó los 14 años. Su amigo, llegó a su vida a través de una amiga de confianza que se lo regaló.

A pesar que era un poco travieso, no hacía caso, era necio y se orinaba dentro de la casa cuando lo regañaban, fue un gran amigo para Gabriel y su familia.

La decisión es difícil, pero no ha sido la única vez que la ha tomado, debido a que siempre han tenido perros de mascotas. Anteriormente, un labrador y un french poodle fueron sus acompañantes, aunque según su dueño, con Kiski fue con quien logró una mejor conexión.




Problemas de salud

Aunque tuvo que dejar a su perrito en la casa de sus padres solo lo separaban de su amigo cinco casas, por lo que siempre estaba pendiente de él. Además, en su hogar lo acompañaba su otro amigo, un perro que ahora tristemente se quedó solo.

“Le detectaron cáncer en los testículos hace 8 meses y fue expandiéndose hasta que llegó a los intestinos”, dijo Gabriel. Debido a esta enfermedad, él y sus cuatro hermanos discutieron lo que estaba pasando a Kiski.

“A mi mamá le tocaba darle su medicina entre la comida, que eran unas tabletas para quitarle el dolor provocado por el cáncer. Algunas veces ya no quería comer y otras vomitaba lo que comía, entonces ya estaba sufriendo demasiado”, explicó.

Con la decisión tomada llevaron a Kiski con un veterinario, quien le inyectó anestesia para que no sintiera nada y lo pusieron a dormir. Luego, en la casa de su cuñada le pidieron a un jardinero que hiciera un hoyo en el jardín para sepultarlo.

“Fue muy triste, lloré durante tres días porque se había ido mi amigo fiel, el que siempre estaba conmigo”, dijo Gabriel, que con melancolía comentó su recuerdo más bonito de Kiski. “Siempre en las mañanas llegaba a despertarme, rascaba la puerta de mi cuarto hasta que le abriera y cuando abría se iba a dormir conmigo”, recordó.

“En mis momentos más tristes se acercaba a mí y me empezaba a lamer el brazo. Cuando tenía a mi novia, que ahora es mi esposa, no dejaba que me abrazara porque se ponía celoso y cuando alguien quería darle una orden no le hacía caso, solo a mí”, agregó.

Aunque la tristeza es grande, Gabriel aseguró que sí tendría otra mascota y que la cuidaría con responsabilidad porque tienen sentimientos puros. “Creo que es un ser que vivirá siempre en mi corazón y que nunca lo voy a olvidar, espero encontrarme con mi Kiski cuando yo muera”, concluyó.




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