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Ana se comprometió a casarse con su novio, y tenía cinco meses para organizar uno de los mejores días de su vida.

Algo muy importante para ella era plasmar el recuerdo impreso de su amor, por lo que recién comprometida decidió buscar al responsable de ese momento especial, pero no imaginaba que sería más duro de lo que pensaba.

Ella empezó a buscar en redes sociales quién podría ser y se dio cuenta de que por el poco tiempo que le quedaba para la boda, muchos de los fotógrafos estaban ocupados. Entonces encontró a Rodrigo Gaytán, por lo que le escribió y luego este le mostró algunos de los supuestos trabajos que había hecho.

Ana ya sentía el tiempo encima, pero pensó que las fotos eran buenas; además, dentro de los proyectos que él había efectuado, demostró que estuvo en una agencia, por lo que ella confió que sería el encargado de plasmar el momento más romántico.




Durante la preparación de la boda, crearon un grupo de chat para poderse poner de acuerdo en los últimos detalles con Gaytán. Él siempre respondía, pero cuando lo intentaban llamar para saber algo, no contestaba.

Pasaron las semanas y los meses, y la boda por fin llegó.

En mayo sucedió el momento que unió la vida de dos personas para siempre. Fue el más alegre, emocional y sobre todo lleno de amor para ambos, pero la irresponsabilidad de alguien afectó que esa fecha fuera perfecta.

Para iniciar con los acontecimientos de ese día, Rodrigo tenía que estar a las 9 de la mañana en el lugar donde sería la boda, para poder arreglarse y que todo estuviera listo, pero llegó tarde. Las fotos las empezaron en el cuarto de la novia, aunque no estaba planeado así.




Ana, mientras disfrutaba del momento y veía cómo el día más feliz de su vida iba transcurriendo, no notó que iba a tener un gran problema después.

La boda se realizó y Ana se casó con el amor de su vida.

Gaytán tenía un mes para entregar las fotografías y el video de la boda, pero el tiempo pasó y no lo hizo. Pasaron meses, hasta que por fin ella pudo ver el trabajo finalizado.

La sorpresa es que el trabajo quedó pésimo.




Fotos movidas, el encuadre estaba mal y el video fue de muy mala calidad.

Ana estaba destrozada, pues encima habían pagado un paquete para que las fotos no tuvieran la firma del fotógrafo, pero a él se le olvidó y envió las que tenían rúbrica.



Ella no podía contener la tristeza y el dolor que generaba que en uno de los mejores días de su vida, las fotografías que tanto soñaba no quedaran como quería.

Entonces decidió que las cosas no se iban a quedar así y puso una denuncia en la DIACO, por publicidad engañosa; además, la factura que él les entregó estaba vencida.




La denuncia en su contra continúa y espera que en un corto tiempo puedan solucionar lo sucedido.

Pero la historia de Ana dio un giro cuando otro fotógrafo, al ver el caso de lo que había pasado, se ofreció para hacerles una sesión de fotos y poder conservar un lindo y diferente recuerdo de su matrimonio.




Al hablar con Rodrigo Gaytán, únicamente se limitó a decir que ya había tenido una reunión con la novia y que se trató de devolverle el dinero, pero ella no lo aceptó. Mientras tanto, la denuncia continúa en la DIACO.

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