Ericka logró que sus hijos estudiaran, gracias a su venta de flores imagen

Llegó a estudiar hasta sexto primaria, pero siempre superó todos los obstáculos profesionales y personales.

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Ericka Gómez vivía en Quetzaltenango, con sus padres y hermanos, pero a los 14 años tuvo un problema con un familiar que intentó abusarla, sus papás no le creyeron, así que decidió irse de su casa. Empacó su ropa, zapatos, tomó del monedero de su mamá Q50 y migró a la ciudad.

Gómez llegó a la capital un jueves por la tarde, ingresó por la Calzada Roosevelt y se dirigió a la zona cinco, donde la esperaba con comida caliente una amiga.

Ericka no sabía de qué iba a trabajar, pues no tenía estudios y solo conocía de oficios domésticos. 

Consiguió un trabajo en una casa de zona 15, cerca de donde vivía. Ahí lavaba, cocinaba, planchaba, limpiaba, cuidaba a los niños y paseaba a los perros, tareas que la agotaban, pero era su único sustento.

Gómez trabajó duro en esa casa durante cinco años, hasta que cumplió 19 años. Ahí se enamoró de uno de los guardianes de la colonia y dedicó a ser ama de casa. De su matrimonio tuvo tres hijos. A los 10 años de casados, su esposo sufrió un infarto y murió.

La madre debió volver a trabajar y aunque le embargaba la tristeza, no podía desamparar a sus hijos. Trató de regresar a limpiar casas, pero no encontró trabajo.

Se le ocurrió vender flores, así que inició en la Avenida Reforma, pero por problemas con otros vendedores cambió de lugar, llegó a la Calzada la Paz y allí se quedó varios años.

Con el dinero que ganó de la venta de las flores mantuvo a sus hijos y les dio estudios.

“He vivido en la pobreza, pero siempre supe que los estudios iban a sacar adelante a mis hijos. Yo los dejé porque no tuve opción, pero no quería que hicieran lo mismo. Ahora, que son adultos, me dio cuenta que todo valió la pena”. Ericka, vendedora de flores.

Gómez dijo que hubo momentos difíciles, ya que la venta de flores disminuía, por lo cual cuando se acrecentaba trataba de ahorrar, para que no pasaran más penas. 

El hijo mayor de Ericka, pronto se graduará de Ingeniero de la Universidad de San Carlos. Gómezya no vende flores desde hace dos años. En la actualidad, se dedica a ser ama de casa, todos sus hijos son universitarios y trabajan.

“Todo lo realicé por el amor a mis hijos, quienes son mi felicidad. Mi esposo estaría orgulloso de ver todo lo que hemos logrado”. Ericka Gómez, vendedora de flores.

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