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A sus 30 años, Enrique Alfaro lleva más de dos décadas participando en las procesiones de Guatemala como cargador. Siendo en la rectoría de Santa Teresa y en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced, los cortejos procesionales donde carga todos los años durante la Semana Mayor.

Empezó a cargar, debido a que su mamá le compraba los turnos. “Fue su idea”, resalta Alfaro.

Las procesiones tienen un origen antiguo y según la página CatholicLink, los judíos hacían procesiones en Pascua y los primeros cristianos se reunían en ellas para acompañar los cuerpos de los mártires. Resaltan también una influencia del ritual de las celebraciones de los romanos que incluían un homenaje público.

“Las procesiones cristianas representan un profundo homenaje y reconocimiento público a Jesucristo, a la Virgen María o a los santos que se portan en las andas”, indica CatholicLink. Además, incluyen un motivo penitencial, donde los participantes pueden mostrar el arrepentimiento por sus pecados y faltas públicamente.

Para Alfaro, significa un proceso de retiro espiritual: “Es una forma de meditar la Pasión del Señor con la alegoría o con el mensaje que la propia hermandad te está comunicando; es una forma de prepararte a los sacramentos, la confesión y la eucaristía, que es lo más importante que un católico puede tener”.

“Un católico puede cargar millones de procesiones, pero lo más importe que tiene es Jesús eucaristía”, asegura Alfaro.

Agrega que los recorridos procesionales tienen un valor tradicional en Guatemala, afirmando que nos han hecho especial en el mundo: “Son muy bonitas, tienen mucha historia, son una atracción turística y es una manera de llevar un mensaje bíblico de nuestra doctrina a otras personas que no son católicas”.

Foto: Procesiones de Guatemala

¿Por qué carga?

La tradición de cargar para Alfaro la inició su mamá, pero con el paso del tiempo él ahora está entregado al cien por ciento. Su motivación para participar la divide en tres partes distintas, y la primera es por peticiones: “Mi abuelita me lo pide, así como otras personas”.

“Tú, al cargar esas procesiones, rezas por tus intenciones y las de esas personas; si alguno que te lo pedía ya murió, rezas por su descanso eterno”, comenta Alfaro.

El segundo punto es porque te identificas con ese cortejo procesional. Tiene algo con lo que tú te relaciones, ya sea por cultura o tradición. La tercera es por devoción; a través de ver la imagen se siente una facilidad para poder relacionarte y rezar de una mejor manera. “Es como si fuera un teléfono para comunicarte con Dios”, señala el devoto.

Añade que en el punto de la devoción llega algo “muy bonito”, pues al sentirse atraídas las personas también van a intentar reflejar ese aspecto que la imagen les transmite. Por ejemplo, si la imagen le transmite misericordia al cargador, este va a intentar ser más misericordioso.

Foto: Procesiones de Guatemala

Las críticas

Con el paso de los años y el uso de las redes sociales, las críticas a las procesiones y a sus cargadores han sido constantes. En muchos casos se da por parte de personas católicas y principalmente de los no católicos, donde resaltan los aspectos malos que como toda actividad tienen.

Uno son los precios altos, por lo que Alfaro resalta que eso depende de la demanda. Si hay personas que están dispuestas a pagar, no hay problema: “Lo hacen porque hay una motivación. No es un problema, ya que es para una obra de caridad o para alguna necesidad de la Iglesia; el problema sería si ese dinero no se invierte bien, pero eso se supone que no sucede”.

En el tema de las calles cerradas, explica que efectivamente hay calles en zona 1 de la capital que se cierran durante el tiempo de Cuaresma. Esto se debe a que el cortejo ya está en camino o por la realización de alfombras, por lo que recomienda informarse bien sobre qué calles estarán cerradas y tomar rutas alternas.

En relación con el mal comportamiento de algunos cargadores, Alfaro reconoce que siempre hay personas que se comportan como no deben. Manifiesta que se debe ser testimonio de vida para que otras personas que van también se acerquen a Jesús: “Esa es la idea, que esas personas que se comportan mal y nos ven a nosotros, tal vez cambien su comportamiento”.

Al señalamiento de que es un negocio, Alfaro asegura que no lo son; en el sentido de que las personas, junta directiva o sacerdote no buscan una ganancia o beneficio económico. “Las procesiones se hacen principalmente porque necesitamos meditar y acercarnos a Jesús”, afirma.

“Desde la perspectiva de que son patrimonio nacional, las procesiones no se pueden abolir; obviamente, muchas personas ven en las procesiones o se meten a las juntas directivas con un afán de estatus, de sentir poder o de obtener un beneficio”, agrega, reconociendo que ahí está el problema.

Alfaro explica que ese tipo de personas no deberían estar, y son los sacerdotes y las juntas directivas quienes tienen que ver por qué están y si deben estar. Además, resalta que si las juntas directivas no hacen algo, ellos, como cargadores, “si lo debemos hacer para realizar un cambio a través del diálogo”.

A muchos no les gustará y no entenderán lo que significan las procesiones para los cargadores, sin embargo, es una tradición guatemalteca que como todas las demás se deben respetar y proteger.

Foto: Procesiones de Guatemala

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