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La temporada de fiestas arrancó. Los salones sociales de condominios, edificios y las casas son los escenario para las “fiestas” de fin de ciclo, cumpleaños o los “juntes”. Y en algunas, sin que nadie lo note, los debutantes de la noche se las ingenian para destapar al adulto que creen que llevan dentro.

Para algunos el reto es lograr entrar a la fiesta y otros con invitación en mano tratan de ingresar bebidas espirituosas. “Una lata de Four Loko, Botrán XL en pachones y hasta cigarrillos, llegan escondidos en las abultadas chumpas de los asistentes”.

Y es esta dinámica, que data de muchas generaciones, la que mantiene en alerta a los padres de quien ofrece la fiesta. “Hay que estar pendiente de lo que traen los niños, pero tampoco los podemos registrar como en la cárcel”, asegura Giovanni Ramírez.

Recién el sábado pasado fue la celebración de fin de clases de su hija Marisa. Unos 50 niños se dieron cita en el área social de su condominio en Carretera a El Salvador. Llegaron de varios grados, los de 7, 8º, 9º y hasta de 11º, fue un éxito el evento.

Lo fue hasta que luego de la visita de un motorista la intranquilidad se apoderó del encargado del bienestar de los jóvenes. “Llamaron de la garita y dijeron que de Glovo venían a dejar un pedido”. No pensé que fuera nada, recuerda. Hasta creí que mi esposa había pedido más gaseosas o chucherías para los niños.

“Pero no, el de Glovo traía un pedido para uno de los invitados”.- Giovanni

De a poco los jóvenes se acercaron a la puerta y uno de ellos salió a hablar con el repartidor. Al principio no le dio importancia y siguió platicando con sus compadres, que le apoyaron para cuidar la fiesta. “Salieron, entraron y luego la fiesta siguió como si nada”.

Pasadas las horas, uno de los jóvenes comenzó a mostrar una conducta errática. “Parecía que no se sentía bien y luego vomitó”. De inmediato, los jóvenes que le acompañaban salieron al estacionamiento y comenzaron a llamar para irse.

“Al acercarme para ayudarle me percaté del olor a licor que había en él y en los restos de comida que le salieron”.- Giovanni

De inmediato, corrió a la puerta a buscar a los demás niños y los trajo para adentro. “¿Quién trajo el licor?”, miradas al suelo y piernas temblorosas acuerpaban el absoluto silencio entre los jóvenes. “No lo voy a volver a preguntar, de aquí nadie se va si no me dicen quién trajo el licor”.

“Unos tres, de la media docena de niños respondió, Glovo”. ¿Como así?, dijo Giovanni.

Un teléfono inteligente, una aplicación y un poco de efectivo fueron suficientes para que la fiesta de la Maris pasara de un junte a un chupe. Pues, Luis Pedro pidió a Glovo una botella de XL, Doritos y chicles y se los llevaron.

Giovanni no dejaba de pensar cómo podía ser posible que se le hubiese pasado por alto ese detalle. “Glovo había llegado y no se percató de lo que había entregado”.

Glovo se define a sí misma como una empresa de recadería. Llevan y traen papelería, invitaciones y cualquier pedido en 60 ciudades de 17 países. Por un cargo, de Q12 en promedio, la empresa se encarga de que tus pedidos lleguen o tus envíos estén a tiempo. “Comida rápida, regalos, documentos y hasta flores se pueden ordenar por Glovo”.

Mientras le daba vueltas en su cabeza a la idea de que los niños le habían ganado la partida, gracias a la tecnología, Giovanni no dejaba de pensar una cosa. “Cómo le voy a explicar a los papás de este niño y los otros que se emborracharon mientras estaban bajo mi cuidado”.

Hoy, Giovanni solo tiene una recomendación para los futuros padres de organizadores de fiestas: “Nada entra a la fiesta, si no es de la mano de un adulto responsable, nadie sale de la fiesta si no es de la mano de sus padres”.

Para saber si la empresa Glovo tiene alguna política sobre entregas de licor o cigarrillos, se intentó conocer la versión de Glovo Guatemala. Pero, en su página de internet no cuentan con números de contacto.

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