Ana y el popó de los perros frente a su casa imagen

Los vecinos no se responsabilizan de recoger el excremento que sus mascotas dejan en la calle. Ella ya está cansada.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Ana, de 59 años, vive con su esposo Ernesto. Ella tiene más de 40 años de vivir en la misma casa, colonia y zona. Pero, desde hace 3 años, la paz y la higiene de los alrededores de su residencia se vio alterada.

Cada año, nuevos vecinos han llegado a su colonia, en la zona 2 capitalina, pues algunos se han trasladado a otros lugares y arrendaron su casa. Con el tiempo, el vecindario se poblaba más y Ana conocía a menos gente. 

Ella se percató que la colonia estaba cada vez peor, con mucha basura, papeles tirados y popó de perro en las banquetas.

Eso la desmotivó mucho, ver el cambio de cómo era antes y ahora su colonia.

Un día se dio cuenta que uno de sus vecinos paseaba a sus perros, uno de ellos realizó sus necesidades. Ana le pidió al dueño que levantara el popó, pero la ignoró. Eso la molestó mucho, por lo cual, lo volvió a solicitar, él le respondió que no se metiera.




Ana, de nuevo, se dio cuenta que aparecía excremento de perro frente a su casa. Creyó que tal vez sería el mismo que ya había visto antes, pero no estaba segura.

A la siguiente semana, cuando salió a caminar, observó que otro vecino era quien ponía a su perro a defecar frente a su casa. Ella le pidió que por favor lo recogiera, pero él respondió que no llevaba bolsa.

Ella se molestó porque el muchacho no levantó las heces de su mascota, por lo que decidió que dejaría unas bolsas afuera de su casa, para que a los vecinos se les facilitara recoger la suciedad y mantener limpias las calles. Pero lo han ignorado. 




Ana recoge el excremento que dejan los perros frente a su casa, pues le desagrada la suciedad y porque su comedor está cerca de la entrada.

En otras colonias de la ciudad, se multa a las personas por no recoger el excremento de sus mascotas. Incluso algunas son en dólares, que van desde US$250 hasta los US$500.




En los condominios permanecen bolsas en cada esquina para poder recoger las necesidades de los perros.

Sin embargo, Ana continúa limpiando el popó de los caninos de sus vecinos. 

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