A Lobo solo le daban 48 horas de vida, pero el amor de sus dueños lo salvó imagen

“Lobo” fue rescatado y por sus condiciones estaba ya casi por morir, tenía moquillo y daño neurológico. Desde hace 2 años quedó ciego.

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En 2012, “Lobo” fue rescatado y por sus condiciones estaba ya casi por morir, tenía moquillo y daño neurológico. Pablo Pereira y su esposa fueron quienes lograron salvarlo, luego de que lo encontraran en un sector de Boca de Monte.

Tras el rescate, lo llevaron al veterinario. “Gracias a Dios, se salvó y decidimos darlo en adopción después de recuperado del moquillo, pero por su carácter nos fue devuelto. Cuando nos entregaron a “Lobo”, lo llevamos al veterinario de nuevo porque tenía una herida en su patita, fue producto de una lesión por lamida. El veterinario, al verlo, no vio nada bueno en él y le hizo exámenes; el diagnóstico fue que tenía moquillo nuevamente y con daño neurológico”, relata Pablo.

Ya no daban muchas esperanzas de vida, a “Lobo” solo le daban de 24 a 48 horas; gracias a Dios, el tiempo pasó y se recuperó. “A veces seguía con algunos problemas neurales y de la piel, pero eran pasajeros. Entonces, tomamos la decisión de quedarnos con ‘Lobo’ porque él ya se había adaptado a nosotros y nosotros a él”, agrega.

“Barbie”

Durante la recuperación de “Lobo”, hubo otro animalito que fue pieza clave; su nombre es “Barbie”, una perrita que también fue rescatada de la calle. “Con ella, él aprendió a confiar en nosotros, lo guío a caminar nuevamente porque con el daño neurológico perdió la movilidad de sus patitas traseras. Para él, ‘Barbie’ fue su motivación”, expuso Pablo.

Cuando “Lobo” fue rescatado encontraron en su cuerpo marcas de un collar, signo de que a él lo tenían amarrado; también, en una patita delantera, tenía rapada una parte, señal de que le habían hecho procedimiento de cirugía. En el estómago tenía hilos sueltos de sutura. El veterinario lo examinó con un ultrasonido y todos sus órganos estaban intactos. Explicó que pudo haber sido un perro de experimento.

“Hace 3 años empezó con un problema en su ojo izquierdo, por lo que lo llevamos con el oftalmólogo y su diagnóstico fue glaucoma, una enfermedad de ceguera. Se le hizo una cirugía para poder detenerla, pero solo fue por poco tiempo porque después el problema se pasó al otro ojo y, lamentablemente, desde hace 2 años “Lobo” quedó ciego”, recuerda su dueño.

Su recuperación

“Lobo” ya se había adaptado a no ver, pero los problemas neurales lo empezaron a atacar nuevamente de una manera severa. Asimismo, se le detectó una infección en el oído y se le dio tratamiento. Después, se le realizó una resonancia magnética en su cabeza para determinar del porqué sus problemas neurales y el resultado fue que tenía síndrome vestibular geriátrico e idiopático, del cual no se sabe la causa.

“Todo esto ocurrió un 3 de mayo de 2018. Cuando nos entregaron a ‘Lobo’, notamos que estaba diferente su cabeza; estaba por un lado y de inmediato le preguntamos a la doctora que lo atendió, pero nos dijo que era normal por el tipo de examen que le habían hecho. Al venir a casa notamos que ‘Lobo’ no estaba bien, pero pensamos que podía ser el efecto de la anestesia. Pero no fue así, “Lobo” había perdido la audición. Llamamos al hospital veterinario donde lo habían examinado y nos dijeron que lo estuviéramos monitoreando, pero no mejoró; al contrario, empeoró y empezó a padecer de vértigos y fiebre. Al final, ya no se hicieron cargo”, relata Pablo.

Pasó ocho días internado, con suero, antibióticos y vitaminas. Empezó con terapias neurales y electroacupuntura, así como muchos antioxidantes y relajantes. “Por nuestra cuenta investigamos qué le pasó, por qué perdió la audición; preguntamos con especialistas del extranjero y todos coincidieron en que lamentablemente había sido un error humano y que la audición no la recuperaría”, resalta.

Hasta la fecha, “Lobo” no ve ni oye y sigue con sus problemas neurales, pero se le han podido controlar. Se ha vuelto muy dependiente a sus dueños y su olfato lo ha desarrollado más de lo normal.

“Hace poco se le creó su cuenta de Instagram para poder dar a conocer cómo es la vida de un perro sordo y ciego, y su día a día para servir de ejemplo a otros dueños de perros con limitaciones. Estamos agradecidos con los doctores a quienes sí les importo la salud de ‘Lobo’: Dra. Johanna Motta Gill, de Animal Life; al Hospital Veterinario Dog House; Dr. Arturo Menegazzo, de Natural Vet; Dr. Janio Johnston, de Vista Vet, y al Dr. Estuardo Godoy”, señala Pablo.

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