Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Poco sabía el joven del Estado de las papas, que su nombre pasaría a la historia como la persona que validaría la historia de los quichés. Menos aún, que le tomaría 40 años y una vida dentro de las selvas de Guatemala para lograrlo. Pero, así fue, un matrimonio y siete hijos, después el guardián de El Mirador le dijo al mundo que la traducción de un fraile dominico “no era solo un cuento”, era la biblia de los mayas.

Siempre soñó con ser abogado y un accidente en 1974 casi le cuesta una pierna. El tiempo de rehabilitación y las largas ausencias en los salones de clases, le llevaron a reponer ocho meses de clases con una pasión que tenía dentro.

“Yo sabía, entonces, que nadie se podía ganar la vida con la arqueología y por eso me metí a estudiar Derecho”.-  Richard Hansen

Las vueltas de la vida y su preparación en el campo de los descubrimientos le llevaron a Israel y a la tierra donde un defenestrado presidente recién entregó el poder. De vuelta en Israel recibió una invitación de una universidad para ir a Guatemala, una tierra que para nada le resultaba extraña.

El estrenado arqueólogo conocía la tierra del quetzal. Fue durante una visita de mis padres a Bolivia que al volver a los Estados Unidos pasamos por Guatemala y la conocí. No sabe si fue su gente, su aroma o las ruinas de Tikal que hicieron el encanto, pero algo se le quedó guardado.

“Cuando me dijeron que podría venir a Guatemala a trabajar en arqueología no lo pensé mucho, tenía que volver a ese lugar”.- Richard Hansen

Pero, su sitio de trabajo sería uno de los lugares, entonces, más inhóspitos de la pequeña nación, parcelada por los grandes terratenientes y en estado de ebullición. Hansen llegó en uno de los momentos más complicados del Conflicto Armado Interno, una guerra que finalizaría con más de 200 mil muertos. Pero, trabajar en uno de los lugares más lejanos, donde la tierra no tenía valor real y nadie peleaba por ella resultó una bendición.

“La cuenca de El Mirador estaba a 64 kilómetros del camino más cercano, era un viaje duro para llegar al sitio”.- Richard Hansen

Desde su llegada el joven explorador se percató de la cantidad de árboles que había en todo el país. Los había en las faldas de los volcanes, en las cimas de las montañas a donde uno dirigiera la vista había verde y más verde, recuerda. Y fue en ese mar que llegó a la que sería su residencia durante los siguientes 40 años, el norte de El Petén.

Allí sin darse cuenta y con machete en mano, descombró el camino a la cima de lo que creía era una montaña. Uno de los miles de montículos que bañan la selva petenera, pero el tiempo y su trabajo lo probaron equivocado. Lo que había subido se convertiría en la pirámide más grande del mundo, en volumen, la maravilla de las maravillas y estaba en Guatemala.

“La primera vez que subí la Danta no me di cuenta de qué era, tenía muchas dudas pues era demasiado grande, no podía imaginarme que era la pirámide más grande del mundo”.- Richard Hansen

Con el tiempo su compañera de vida se le unió y una pequeña carpa fue su hogar. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete hijos procrearon en la húmeda selva. Hansen recuerda que en un momento todos dormían en la misma carpa y vivían en el sitio arqueológico.

Finalmente, se construyó una casa más formal, pero para su familia fue la mejor experiencia. Mientras cambiaban de talla los niños, la selva le dejaba de a poco conocer sus secretos. Primero fue la dimensión de la pirámide y la intrincada forma de vida de los antiguos pobladores.

Una ciudad que estaba rodeada de asentamientos que parecía primitivos en comparación, era algo que no lograba explicarse. El nivel de ingeniería, de desarrollo no concordaba con las primeras estimaciones sobre la antigüedad de sitio. “Se creía que El Mirador era posterior, pero los estudios determinaron que era miles de años más antigua de lo que se estimaba”.

Más allá de la fecha de fundación del sitio, la curiosidad por saber cómo se había convertido en la gran metrópoli le comía por dentro. Ninguna explicación era satisfactoria y como todo en la arqueología la historia se volvía a escribir. “Comprendí que El Mirador llegó a ser lo que fue gracias a la visión de individuos que generaron cambios en su sociedad”.

“Fueron individuos los que comenzaron, al igual que Gandhi, Churchill o Napoleón, ellos iniciaron con los grandes cambios y la sociedad les siguió, así fue con El Mirador”.- Richard Hansen

Finalmente, en 2009 El Mirador le dio a Hansen su más importante regalo. Como las páginas de El Popol Vuh la tierra se abrió para contarle una historia, una que sacudiría al mundo entero. La historia que en el siglo XVIII transcribió el fraile dominico no era un invento, era parte de los documentos que se salvaron de la evangelización.

“Encontrar el friso de los gemelos fue el mejor regalo que pudo darme El Mirador, imagínese que los hicieron 300 años antes de Cristo y yo lo veía por primera vez”.-  Richard Hansen

Hoy, el hallazgo de Hansen crece en tamaño, pues según el arqueólogo convertido en ambientalista asegura que se han desenterrado 43 metros más de hallazgos. Pero, una amenaza se cierne sobre El Mirador, una que se paga con dinero de los Estados Unidos y quienes la financian son los consumidores de coca del norte.

Las selvas de la cuenca de El Mirador están bajo ataque y de a poco los “narcopotreros” se apoderan del sitio arqueológico. Ellos llegan y arrasan con todo, nada les importa y destruyen el patrimonio, asegura Hansen.

Para tratar de contrarrestar la depredación de los “narcos”, Hansen se ha propuesto una cruzada para conseguir fondos y crear conciencia sobre la amenaza que hay sobre El Mirador. Pero, asegura que es responsabilidad de todos los guatemaltecos luchar por salvar la joya de las joyas del mundo maya.

Sobre sus 40 años en Guatemala, Hansen asegura que cree necesitar un psicólogo para comprender al país. “Lo tienen todo para ser mejor que Costa Rica, en el tema de turismo, pero por alguna razón no quieren”.

Para Hansen, El Mirador ha sobrevivido a milenios de luchas, una selva que se la tragó y ahora la deja ver, a depredadores y a un conflicto armado. Sin embargo, será la indiferencia de los guatemaltecos, la que finalmente le dé la estocada que la borre de lo que un día fuera el mar verde, verde en el país más rico de Centroamérica. 

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte