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Anita recuerda su trabajo en una empresa, una posición en el área de publicidad, que le gustaba. Sin imaginarse que esto cambiaría cuando la despidieron. En ese momento se creó la idea de lo que ahora es su más grande emprendimiento.

Durante esa época buscaba otra oportunidad, así que con su novio Edgar y otro socio colocaron un centro de impresión en la Universidad de San Carlos de Guatemala. A pesar de ser el primer emprendimiento que tendrían y que les enseñaría mucho, dos años después terminaron con la sociedad y comenzarían con su idea original.

Anita recuerda que durante todo ese año su sobrina Fátima tenía la inquietud de aprender a hacer Slime, un juguete casero que es una masa o gelatina elástica viscosa hecha para que los niños jueguen. Aunque intentaron por un tiempo, nunca salía como querían, así que para esa Navidad pidió un kit que le trajeron de Estados Unidos porque en Guatemala no había.

“Mi sobrina emocionada y feliz, así que yo le dije a Edgar que no parecía difícil y que deberíamos probar hacerlo. Entonces, empecé a experimentar y a ver videos en YouTube para hacer la receta hasta que la fórmula salió”, recuerda Anita. La primera vez que dieron un kit hecho por ellos, fue en el cumpleaños de Fátima, que iba en las cajitas de sorpresa.

Hasta que llegó una oportunidad mayor y fue en la inauguración de la piscina de pelotas en un centro comercial donde colocaron un stand para la conferencia de prensa y aunque la idea principal era solo estar por un día, terminaron quedándose por cinco meses con afluencia de clientes.

“Los fines de semana éramos cinco personas en el quiosco porque no parábamos y los niños haciendo cola para conocer nuestro producto”, comenta Anita. Conforme pasaron los meses, Edgar y Anita hicieron realidad este emprendimiento. Su empaque era profesional y cumplía con todas las características de un juguete infantil.

El Slime Lab hecho y distribuido en Guatemala era ahora un sueño hecho realidad, además que cumplía con todas las especificaciones de un juguete y sobre todo de esta mezcla famosa. De esta manera, comenzaron a introducirlo en diferentes tiendas locales, no solo con todos los ingredientes para hacerlo, sino también con actividades como talleres o cumpleaños que de vez en cuando realizan para su público joven y que a la vez los niños pasen un rato alegre.

“Hemos trabajado muchísimo, no ha sido fácil, pero da satisfacción ver que es una empresa establecida y que otras diez familias viven ahora de esto, pero sobre todo que logramos ser un buen equipo entre los dos”, cuenta Edgar con emoción. Tanto Anita como Edgar son profesionales y han trabajado en grandes empresas, pero nunca imaginaron que este emprendimiento traería muchas satisfacciones para su vida.

Para estos dos emprendedores el trabajo aún no ha terminado, ya que a futuro esperan seguir creando más fórmulas para su Slime. También, introducir otros juguetes infantiles al mercado guatemalteco y así continuar construyendo su sueño.

Fuente: Slime Lab GT Facebook SlimelabGT Instagram SlimelabGt 

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