Su amistad restaura imágenes imagen

Una amistad de más de 40 años que, a través de la restauración de imágenes, risas y amor, ayudó a 3 mujeres guatemaltecas en sus 70 años a superar los momentos más difíciles de sus vidas.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Por: Marysabel Aldana y Pamela Avilés

Todo empezó hace 40 años con un Club de Lectura. Ni Ana María, ni Stella, ni Rosa María, pensaron que tantos años después y, a sus más de 70 años de vida, aún conservarían una amistad tan fuerte, además, emprenderían un negocio.




Ana María, de 71 años, se dedicó toda su vida al arte, pero no fue hasta los 58 años que viajó a Italia para especializarse en la restauración de imágenes. La acompañó su esposo, quien relata, le ayudaba en sus locuras más grandes. Cuenta cómo, en ocasiones, él se detenía en los basureros para encontrar muebles o objetos que ella pudiese restaurar.

Después de cuatro años en Italia, Ana María finalmente regresó a Guatemala sin saber que sus amigas de toda la vida y ella se convertirían en empresarias exitosas.

Al llegar habló con Rosa María y Stella para saber si querían aprender a restaurar imágenes y posteriormente emprender un taller en el que aplicarían todas las técnicas adquiridas. Ambas aún recuerdan su primera clase, en la que Ana María les pidió que llevaran una porcelana y sin avisarles la tiró al piso para romperlas. Entre susto y risas estas mujeres levantaron cada una de las piezas para volverlas a armar, así como restaurarlas.

Desde aquel entonces han caminado juntas como amigas y socias.




Su taller comenzó en 2008 y hoy ya cuenta con 10 años de experiencia. La calidad y esmero con el que trabajan cada una de las imágenes encomendadas les ha permitido crecer y seguir siendo recomendadas por sus clientes.

Al inicio la carga de trabajo era poca, pero con el pasar del tiempo empezaron a recibir entre 8 y 10 imágenes para restaurar al mes. Podría parecer poco, pero con la entrega y el perfeccionismo con el que trabajan percibieron la necesidad de tener un taller, de juntarse los martes y jueves y llevarse trabajo a sus casas.

Al preguntarles qué sienten cuando las personas entregan sus imágenes, que en algunos casos tienen más de 100 años y han pasado de generación en generación, la luz se ilumina en sus ojos, ya que aseguran sentirse especiales de que las personas confíen en ellas para cuidar una reliquia familiar.




Cada imagen que les llega es un reto y desafío, pues requieren de diferentes técnicas, materiales. Algunas necesitan de un mes de trabajo y otras de hasta un año.

Tiempo, dedicación, materiales, técnicas y esfuerzo definen el precio con el que se restaura una imagen, pues ha habido casos en los que se tienen que traer materiales desde Japón y otros son difíciles de conseguir.

Todo este trabajo les ha dado vida y un propósito para levantarse cada mañana. Y, después de 10 años dedicándose a esto, han trascendido de restaurar imágenes a crear sus propias colecciones, trabajar en recuerdos para primeras comuniones, entre otros.




A sus más de 70 años, Ana María, Rosa María y Stella, aún tienen muchos planes para su taller, esperan seguir creciendo, aprendiendo y transformando las imágenes de miles de guatemaltecos.

Si quieres conocer su trabajo más de cerca, te invitamos a visitar su página de Facebook.  

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