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Desde que era niño, Julio Roberto Hernández creció entre mascotas. Siempre ha sentido un aprecio especial por los animales, pero fue hace cinco años que decidió comenzar el voluntariado animal junto a su esposa.

“Dios es quien me da el deseo de ayudar a animales y personas indefensas. Él puso ese deseo desde muy niño en mi corazón”, comentó.

La historia comenzó cuando encontraron una perra en la carretera a Santa María de Jesús. Tenía tres meses de estar en ese lugar, esperando que sus dueños, quienes la abandonaron, regresaran por ella.

“Estaba sobre el asfalto, tenía las patas llenas de sangre de tanto caminar y tampoco había comido casi nada”, contó Hernández.




La pareja rescató al animal y le pusieron por nombre “Soledad”, debido a las horas que había pasado sola, esperando en el camino bajo el Sol y la lluvia.

A raíz de ese caso fue que comenzaron a ver muchas situaciones similares de perros abandonados, torturados o esclavizados en el lugar, por lo que  los Hernández emprendieron la misión primordial de castrar y rehabilitar animales, para luego darlos en adopción en el sitio donde viven: San Miguel Dueñas. 

“Es bastante difícil, porque no tenemos muchos recursos, pero siempre hay un deseo de ayudar”, agregó el rescatista.

La primera vez, con la ayuda de una amiga veterinaria, operaron a 70 perros callejeros. Mensualmente, Julio Hernández rescata entre tres o cuatro perros que luego pasan un tiempo en rehabilitación.







Además de este proyecto, Hernández instaló 15 comederos y bebederos en el pueblo. Él mismo los llena al menos dos veces al día, pero también solicita apoyo de los vecinos para mantenerlos abastecidos.

“No puedo solo, el gasto es demasiado. Los perros consumen más de cuatro quintales de concentrado al mes”, resaltó.

Comodidad y creatividad

Un día, un amigo llegó a la casa de Hernández a regalarle unas llantas que la Policía ya no usaba. Una vecina le había ofrecido al voluntario, enseñarle a construir casas y camas con llantas para mascotas, pero por involucrarse en la política nunca llegó.

“Llamé a mi hermano para que intentáramos hacer una nosotros solos. Nos costó mucho cortar las llantas, pero con machete y fuego lo logramos”, manifestó Hernández.

Con el tiempo, ganaron experiencia y ahora han perfeccionado las camas. Como el joven voluntario también es pintor, las decora y personaliza con huellitas o el nombre de la mascota.










Estas las vende o cambia por concentrado. Las camas medianas cuestan Q180 o 45 libras de concentrado, mientras que las grandes, Q200. Estas últimas son para perros de razas grandes, como pastor alemán.

Actualmente, Hernández mantiene en su casa seis perros que acaba de rescatar. Uno de ellos es un chihuahua anciano, que fue encontrado abandonado. “Le tiraban piedras, por lo que mejor lo subí en mi moto; se fue paradito en el tanque”, contó.

Sin embargo, normalmente solo puede mantener a cuatro perros o gatos, ya que alquila su vivienda y el dueño no está de acuerdo en que tengan más mascotas.

Exhorto a las personas para que sean más humanas y responsables. Yo tengo una vida totalmente normal, con trabajo y familia, pero hay personas que me reclaman cuando no puedo responder al rescate de un perrito. Es tarea de todos, no solo de los animalistas. Si tienen mascotas, sean responsables; no es un juguete, sino que necesitan muchos cuidados”. – Julio Hernández.

La Ley de Protección y Bienestar Animal considera el abandono como una infracción muy grave.

“Lastimosamente, esta ley nació solo con el fin de que esas personas en puestos políticos pudieran enriquecerse”, opinó Hernández.







Según el voluntario, la ley habla de sanciones y delitos, pero nunca se cumple. “Lo primero que dicen es que no tienen fondos. Hicieron la ley, la queremos aplicar, pero las autoridades no apoyan”, lamentó.

Artículo 61, inciso “F”: es infracción muy grave abandonar o dejar a su suerte a cualquier especie animal, en cualquier estado físico, de salud y edad.

La sanción para esto, de ser denunciado y encontrado el dueño o responsable del animal, es una multa equivalente a ocho salarios mínimos. Para Julio Hernández, son los voluntarios y ciudadanos de buen corazón quienes están dando la cara para proteger y rescatar a los animales que más lo necesitan, y así darles una segunda oportunidad de vivir dignamente.

Fotos: Julio Roberto Hernández.

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