En el Congreso en el que participé, al oponerse a la CICIG las diputadas y diputados me decían: “Uno no le puede hacer punta a la estaca en la que lo van a sentar”. Esto explica el porqué la clase política corrupta desde sus inicios y hasta nuestros días NO QUIERE A LA CICIG.
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Preciso es recordar que tome posesión como diputado el 14 de enero del año 2008 y que terminé mi período el 14 de enero del año 2012. Pero resulta fundamental tomar nota en este Relato, que el 12 de enero del año 2008, justo 2 días antes de que tomara posesión el presidente Colom y la UNE al frente del Ejecutivo y que tomáramos posesión en el Congreso: arrancó la CICIG. Pero lo que más llama la atención es que los opositores de ahora y los argumentos en contra sigan siendo los mismos, destacándose que sean justo los diputados del Congreso de la República los más férreos opositores a esta entidad contra la corrupción.
Vamos por partes: en cuanto a los sectores opuestos a CICIG ya la historia y los hechos nos han demostrado quiénes son.
Por un lado se encuentra buena parte de los sectores conservadores y tradicionales que ostentan el poder económico que saben que las investigaciones a fondo de las causas de la impunidad, la corrupción, el enriquecimiento ilícito y tantos y tantos males los pueden alcanzar. En una actitud tan miope y tan ciega no entienden o no quieren entender lo que significa vivir en un auténtico Estado de Derecho, no se atreven a dar el Do de pecho para luchar abiertamente en contra de la corrupción y la impunidad quizá porque les pesa demasiado el hecho histórico de que en la gran mayoría de casos ese sistema perverso y corrupto ha sido la base del sistema de dominación que han impuesto. Si bien es cierto, debe reconocerse el apoyo empresarial esporádico hacia la CICIG en determinadas coyunturas y hechos; también debe decirse que nunca se les ha notado el entusiasmo, la fe y el compromiso con la causa de la comisión.
Naturalmente las fuerzas oscuras del crimen organizado y de toda clase de mafias, y en particular las que han hecho de la corrupción el deporte nacional, también se manifestaron en contra de la comisión por diferentes medios y métodos.
Para nuestra desgracia y en razón de la innegable de cooptación de la justicia que nos ha tocado vivir desde siempre, debe acotarse que desde un principio instituciones completas del sector justicia, integrantes de estas instituciones a lo individual, incluidos jueces, magistrados de salas, de la Corte Suprema de Justicia, de la Corte de Constitucionalidad, fiscales de todos los niveles, defensores públicos, académicos y para nuestra desgracia una buena cantidad de abogados siempre se manifestaron en contra de la CICIG.
Pero también se opusieron los políticos que integraban y siguen integrando los partidos políticos tradicionales, que con métodos criminales y corruptos de todo tipo han hecho lo que sea para mantener el poder. Puedo dar fe que un 90 por ciento de los diputados y diputadas con las que compartí se oponían abiertamente al trabajo de la CICIG y que a la menor oportunidad su tarea principal era descalificarla, especialmente a su primer Comisionado: el español Carlos Castresana.
La GANA, el FRG, la UNE, el PP, LIDER, UNIONISTAS, etcétera, desde siempre cuestionaron a la CICIG. Sin embargo, y aunque el señor Carlos Castresana nunca se atrevió a tocar a los intocables y deliberadamente no quiso tocar la pieza más sensible, es decir la pieza de la corrupción promovida, ejecutada y sostenida desde el Congreso de la República, sí se atrevió a poner el dedo sobre la llaga en el sistema de justicia señalando los males, defectos y graves falencias del sistema de justicia, especialmente en ocasión de la elección de Magistrados a las Cortes de Apelaciones, de la Corte Suprema de Justicia y de Fiscal General.
Lo emblemático consiste en señalar que a pesar de la falta de valor de Castresana para tocar al Congreso y su consabido contubernio con una buena parte del sector empresarial, su sola presencia y acciones eran capaces de generarle los mayores anticuerpos tanto dentro del Congreso como en todos los sectores poderosos del país sabedores de los imprevisibles efectos de esta lucha.
En aquella época se dijo: “que la presencia de CICIG atentaba en contra de la soberanía nacional”, “que era una vergüenza que tuviéramos que recurrir a instancias internacionales para enfrentar nuestros problemas”, “que la presencia de CICIG era inconstitucional”, “que el Ministerio Público tenía la capacidad de enfrentarse solo al crimen organizado”, “que era riesgoso que vinieran investigadores que iban a gozar de inmunidad, incluyendo especialmente al Comisionado que fuese a dirigir la institución”, “que el problema de la inseguridad y del crimen organizado debería ser resuelto por los guatemaltecos sin interferencia extranjera”, “que la CICIG era un instrumento de la izquierda”, “que cómo era posible que un español representante de los conquistadores fuese el que estuviese al frente de la comisión”, “que la ONU es un organismo abusivo y extralimitado”, “que era despreciable y condenable que los embajadores de otros países opinaran sobre la realidad nacional y los asuntos nacionales”, “que cómo se atrevía Castresana a poner en tela de duda a los ‘honorables profesionales’ guatemaltecos cuyas designaciones eran fruto de las comisiones de postulación y del Honorable Congreso de la República”, “que íbamos a terminar mal”, “que las ONG y la sociedad civil tenían un poder omnímodo”, etcétera. HOY SE SIGUE DICIENDO LO MISMO en contra de CICIG.
En aquella ocasión, también dentro del Congreso de la República la agenda legislativa inicial impulsada por la CICIG –que incluía las reformas a la Ley de Armas y Municiones, a la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, al Código Procesal Penal, a la Ley en Contra de la Delincuencia Organizada, no encontró el eco deseado en las bancadas mayoritarias: UNE, GANA, PP, FRG, UNIONISTAS, LIDER, etcétera. siendo postergada, ignorada y bloqueada a más no poder.
Hoy los diputados hacen lo mismo. La legislatura en la que participé, lo puedo afirmar, era manifiestamente anti CICIG y en el fondo tenían fundadas razones, temores y miedos.
“Uno no le puede hacer punta a la estaca en la que lo van a sentar” me dijeron varios legisladores frente a mi posición abiertamente en favor de la legislación impulsada por CICIG y en favor de la transparencia. Se olvidaban de que yo no soy parte de esa clase política que ellos integran. De los diputados que me lo dijeron, que fueron una gran mayoría, muchos están en la cárcel, otros van camino a ella y otros más deben ser alcanzados por la justicia.
Cabe recordar que las redes sociales, Facebook, Twitter y otros medios no tenían al auge que ahora tienen. Las grandes batallas de la opinión pública en relación con la CICIG se dieron en los medios de comunicación escritos, radiales y televisivos y entre los columnistas de los diferentes medios.
Sin embargo, en dichas campañas mediáticas en contra de la CICIG se pueden identificar a los columnistas de siempre identificados con el establishment y los políticos corruptos y criminales de siempre.
Como se puede comprobar, son los mismos, con los mismos argumentos, utilizando los mismos medios y el mismo poder, que siempre se han opuesto a la CICIG y a regañadientes se han tenido que conformar con su existencia.
La diferencia radica en que ahora la CICIG ha tocado a la puerta de los corruptos de todos los niveles posibles y del mismísimo Congreso de la República y los está persiguiendo. El camino de la lucha en contra de la corrupción y la impunidad es el camino correcto, pero debe ser más contundente y rápido y debe dirigirse a todos, no importa el poder político o económico que tengan, sin contemplaciones, dudas y mucho menos bajo consideraciones de coyunturas políticas.
La gente decente de este país… es lo que pide.
BLOG EL CONGRESO DESDE SUS ENTRAÑAS: POR ANÍBAL GARCÍA
Abogado, diputado al Congreso de la República en el período 2007-2011. Candidato a la Presidencia de la República en las elecciones de 2015.