¿Por qué las metas de año nuevo no llegan a febrero? imagen

Lo que nos lleva a hacer metas para cambiar en el año que viene y no poder cumplirlas a lo largo del tiempo.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Comúnmente a principio de año, todo es esperanza por los 365 días que vienen, solemos ponernos estándares altos, escribir nuestras metas para el año nuevo e iniciar con la motivación a tope para cumplirlas. Lastimosamente, al cabo de unas cuantas semanas todos perdemos esta motivación y desistimos a todos los objetivos de cambio que nos habíamos impuesto. Investigaciones demuestran que la mitad de los adultos hacen resoluciones de año nuevo, sin embargo, menos del 10% son capaces de mantenerlas suficiente tiempo para cumplirlas. Este fenómeno tiene una explicación psicológica que tiene que ver con la manera en la que automatizamos las cosas.



Fotografía obtenida de Pixabay

Usualmente lo que buscamos cambiar cuando inicia un año o un ciclo, son los malos hábitos que hemos tomado a lo largo del tiempo, que se han vuelto parte de nuestras vidas y rutinas. Los malos hábitos pueden incluir consumir alcohol, fumar, despilfarrar el dinero, comer mal y ver demasiada televisión, así como no poder despegarse del teléfono. Lo más peligroso de estas acciones, es cuando sentimos que no podemos controlarlas, suceden de manera casi automática. Por ejemplo, Pablo quiere dejar de comer pan, sin embargo cada vez que está en la cafetería de su oficina le pasan una canasta de pan y es como si perdiera la consciencia y la volviera a tomar una vez estuviera terminando el último bocadillo, pasa como sin su permiso. Esto es algo que los psicólogos de MIT han nombrado como El Loop del Hábito. 



Fotografía obtenida de Pixabay

Nuestro Cerebro

El loop del hábito contiene tres pasos claves a nivel neurológico. Primero, existe algo que nos sirve de disparador que puede ser una hora del día, un lugar, el estrés o un grupo de personas. En el caso de Pablo era la cafetería, ni siquiera tenía que tener hambre, el simple hecho de llegar a las 12:30, la hora de comer, era suficiente para que se estuviera metiendo el primer pan a la boca. Esto nos sucede a todos cuando vemos nuestro reloj y nos damos cuenta de que ya casi es hora de almuerzo, comemos sin percatarnos de que en verdad tengamos vacío el estómago. Una vez se da el mal hábito en sí, la parte cognitiva de nuestro cerebro, la corteza prefrontal, básicamente se va a dormir y deja que los ganglios basales se encarguen. Es decir, dejamos de pensar para funcionar automáticamente. Por esta razón, por ejemplo, podemos hablar con alguien mientras manejamos, ya que una vez aprendimos a manejar nuestro cerebro lo hace de manera tan automática que libera el espacio para pensar en la corteza prefrontal y así poder seguir la conversación; nuestros ganglios basales manejan. Los malos hábitos son sumamente difíciles de modificar, porque se vuelven tan inmensamente automáticos, que podríamos decir que nuestra capacidad de pensar se apaga cuando la acción se lleva a cabo. Por otro lado, el hábito crea un sentimiento de satisfacción momentáneo que nos lleva a repetirlo hasta que se vuelve automático y liberamos dopamina cuando esto sucede. Se siente bien, comer postre, beber, fumar, gastar, ver otra serie y chequear nuestro Instagram sin parar. 




Síndrome de la Falsa Esperanza

Por estas razones, muchas veces fracasamos al tratar de cambiar nuestros malos hábitos de manera automática sin tomar en cuenta lo que este cambio implica. Asimismo, existe algo llamado Síndrome de la Falsa Esperanza, que implica que las expectativas que tenemos en relación a nuestras metas son poco realistas respecto a la velocidad, cantidad, facilidad y consecuencias de nuestro cambio. Creemos que podemos lograr un cambio radical de un día para otro. La manera más fácil de adherirse al cambio es hacerlo de manera consciente y no solo crear expectativas irreales en el inicio del año, que subestiman lo mucho que nuestro cerebro ha llegado a acostumbrarse a alguna conducta.

Cosas que puedes hacer para mantener las resoluciones de año nuevo:

  1.  Se realista, empieza haciendo metas alcanzables y cortas, que sean medibles a corto plazo. No busques quitar un hábito fuerte de un día para otro.
  2. Enfócate en una cosa a la vez, la ruta más corta al fracaso a la hora de un cambio difícil es tener varias metas a la misma vez
  3. Escoge resoluciones que tengan estas características: Específicas, Medibles, Alcanzables y con fecha límite. 
  4. Dile a un amigo, familiar o tu pareja cuales son tus metas, el ser humano se compromete más cuando su resolución es pública. 
  5. No te limites a cambiar algo cuando algo radical sucede, por ejemplo el cambio de año o algún tipo de revelación, cualquier momento es bueno para el cambio.
  6. Acepta las recaídas como parte del proceso, sin permitir que estas sean costumbre.
  7. Aprende a reconocer tus disparadores para eliminarlos previos a erradicar el hábito en sí. Por ejemplo, Pablo podría dejar de almorzar en la cafetería y empezar a almorzar en el patio, donde nadie le dará pan gratis. 



Fotografía de Pixabay

Todos empezamos el año nuevo, con motivación al tope y varias metas personales, sin embargo, el 25% de las personas que hacen sus metas de año nuevo, pierden la motivación a los siete días de hacerlas, aproximadamente en esta fecha. Hoy los invito a que el 2018 sea el año de cambios reales, medibles y alcanzables, no caigamos en el típico Síndrome de Año Nuevo, dejando que nuestra motivación se vaya con el Día de Reyes, pues este sí puede ser el año del cambio. 

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte