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Dolores punzantes en el cuello, cintura, pecho, o las articulaciones. Hay que aprender a vivir con este mal.

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Vivir con fibromialgia, la de los puntos dolorosos

Desde mi infancia he sido achacosa, padecí desde bronquitis, hepatitis, varicela, alergias, sinusitis hasta la depresión, sí la tuve y aún me acompaña en momentos en que me debilito. Debo decir que agradezco que esas dolencias son curables, en comparación de otras terribles enfermedades, pero vivir con tantos males te agota. Aquella niña que no estudió unos meses por sus eternos dolores de cabeza y es que era la chica migraña del colegio. 

Me perdí de muchas actividades y me mantenía sobreprotegida por las enfermedades de los bronquios, que el aire, la lluvia, la humedad. Me sentía como un canario en una jaula porque sino me cuidaba llegaba a parar en la que llegué a considerar mi segunda casa, El Centro del Asma (no es publicidad). Y es que al doctor Roberto Maselli lo miraba más que a mis maestros, me decía “ya viene usted otra vez, ¿qué le pasó? Es más, considero que mis papás no compraron una casa porque mi pobre padre dejó una fortuna ahí, para mantenernos “estables” a mí y a mi hermano.

Me enfrento y combato a la fibromialgia

Bueno, y al listado, ya de adulta, se presentó un buen día: la fibriomialgia, que ha estado conmigo intensamente en los últimos cinco años. ¿Qué es esta palabra que cuesta memorizar? Todo comenzó cuando sentí fuertes dolores musculares y esqueléticos, sobre todo en la parte del cuello, como una punzada de aguja caliente que no te dejaba tranquila. Los otros síntomas eran fatiga, insomnio, cefaleas, ansiedad, depresión y problemas de concentración, así como de memoria. Además, noté que me aquejaba más durante momentos de estrés y problemas emocionales. 

Así estuve un año aproximadamente, hasta que un día mi cuello quedó paralizado, me desperté y apenas podía moverlo, lloraba del dolor. Ingresé al hospital de emergencia y fui sedada con diazepam, el doctor con eficiencia desde que me vio fue certero en su diagnóstico era fibromialgia. Al excelente especialista le doy gracias por su rápido y certero análisis porque me ahorró dinero y tiempo para estar averiguando qué me sucedía. 

Para la medicación, en mi caso fueron pastillas, que te mantienen en onda los primeros días, luego tu cuerpo se adapta. Para sobrellevarla debes practicar ejercicio, aunque siempre con supervisión médica (la natación ayuda mucho) masajes, alimentación adecuada, asimismo terapia psicológica. Todo esto no siempre se cumple por pisto y tiempo. 

A mi criterio, esta afección crónica debería conocerse mucho más en Guatemala. Afortunadamente, mi evaluación fue precisa, no tuve necesidad de pasar por muchos exámenes. Desconozco los conocimientos que los doctores tienen de la enfermedad y si están preparados para reconocerla. Sé que los síntomas suelen confundirse con otros trastornos y por eso hay pacientes que tardan mucho tiempo en ser diagnosticados por la poca información. 

Sabías que…

-En 1993, la OMS reconoce a la fibromialgia como una enfermedad

-Existen grupos de apoyo en Facebook como este

-El 12 de mayo fue designado Día Internacional de la Fibromialgia.

Mientras muchos creen que uno exagera en sus quejas, porque mi madre siempre me dice: “No es para tanto, tranquilizate”, pero quien lo padece sabe lo difícil, que es sobrellevarlo en ocasiones. Y no me están preguntando, pero ahora tengo esa crisis, espero en unos días pase pronto. 

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