Violación, el veneno del silencio imagen

La vida de Cristina cambió una noche destinada a la alegría. Sufrió una experiencia que jamás podrá olvidar y llevará consigo siempre. Aunque lo guardó, el silencio no le procuró alivio.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

DÍAS DE CELEBRACIÓN

Eran días de celebración. La hermana de Cristina se graduaba en una universidad del extranjero y su familia viajó para acompañarla en ese momento importante. El ambiente era festivo, se encontraban reunidos en un viaje familiar por motivos felices.

La noche previa a la ceremonia asistieron todos ─familia y amistades cercanas─ a una fiesta en el apartamento de unos amigos de la graduada.

Sucedió hace casi veinte años, pero para la víctima, entonces una mujer joven e inexperta, es un día que suele repetirse como un mal sueño envuelto en bruma por la siniestra treta de su agresor.

LA TRETA

Cristina no acostumbraba beber licor. Un buen amigo, guatemalteco también, le ofreció un ponche. Le aseguró que era muy suave. Como conocía a Carlos, amigo cercano a la familia, aceptó con agrado. Había confianza. Después de algunos minutos de haber bebido el ponche, Cristina empezó a sentirse mal. Se mareó, sintió nausea y sudaba frío. Su estado empeoró. Su familia estaba con ella por lo que recurrió a su padre. Decidieron regresar, los padres al hotel en donde se hospedaban y ella al apartamento de su hermana, en donde estaba durmiendo. Carlos se ofreció gustoso a llevarlos. Primero fueron a dejar a Cristina. Su papá, personalmente, la dejó vestida y metida en la cama, bien arropada. Luego se dirigieron al hotel. Dada la confianza, el padre de Cristina le dio a Carlos las llaves del apartamento para que se las fuera a dejar a su otra hija, la graduanda, quien aún estaba en la fiesta.

Pero Carlos no volvió a la fiesta, el suyo era otro plan. Con cálculo meticuloso, regresó al apartamento en donde Cristina yacía metida en la cama. Para ese momento su estado había empeorado. Estaba acostada sí, pero prácticamente desmayada. Aunque intentaba, no podía moverse ni articular palabra, sentía algo muy extraño en el cuerpo. Aturdida por la falta de respuesta de su organismo, asustada porque nunca había sentido algo semejante, se encontraba entrando y saliendo de un extraño desmayo. 

De pronto estaba a solas con Carlos quien había vuelto para llevar a cabo su asqueroso plan.

Fue entonces que sucedió lo inimaginable, lo terrible. Cristina fue víctima de una violación. El agresor fue Carlos. Sí, el amigo de confianza. Dado su estado, que se debía al efecto de alguna sustancia que el mismo agresor colocó en su bebida, las imágenes van y vienen rodeadas por la espesa bruma que la condición de mareo y desmayo le provocaba.

Mientras sucedía el cobarde ultraje, entraron al apartamento dos amigas de la graduada. Alcanzaron a ver cómo él subía rápidamente su pantalón. Cristina, indefensa, yacía en la cama como muñeca de trapo, en estado de semi-consciencia y aturdida por algo que en ese momento no lograba interpretar con claridad. Pero lo supo muy pronto, había sido vilmente ultrajada. Lo supieron las chicas que llegaron, lo supo su familia. Sin embargo no hubo denuncia de ningún tipo.

EL SILENCIO

Al día siguiente era la ceremonia de graduación, Cristina decidió callar para no destrozar el momento de su hermana. 

El silencio, sin embargo, se prolongó durante casi dos décadas

Cristina y los pocos testigos callaron herméticamente. Lo más probable es que para Cristina, lastimada en tantos sentidos, callar fue la mejor fórmula para dejar la pesadilla atrás. Pero algo así no se puede dejar atrás, no hay manera, y el tiempo se lo demostró.

La certidumbre de que tu cuerpo fue utilizado sexualmente contra tu voluntad a través de una deliberada estratagema urdida por alguien allegado a ti y a los tuyos, pesa demasiado. A pesar del silencio, es como un fantasma que te acompaña día y noche. Es un trauma difícil de sanar. Una pesadilla.

No hubo denuncia ni acusaciones de ningún tipo. El plan fue trazado tan metódicamente que Cristina teme no haber sido la única víctima de este depravado.

Hoy, tantos años después, el agresor va libremente por la vida, es padre de familia, tiene un hijo y una hija. Lleva una vida común y tranquila mientras su víctima ha padecido intensamente las secuelas de aquella noche.

Jamás enfrentó acusaciones o denuncias. Violó a una mujer y salió impune.

¿POR QUÉ HOY?

Cristina finalmente ha hablado. Mientras conversábamos, con valentía y claridad mental, mostrando la dignidad de una mujer dueña de la verdad, fue desgranando su historia consciente de lo importante que es hablar para que estos crímenes no sigan sucediendo. Hoy, motivada por el movimiento It´s OK, decidió compartir su testimonio. No busca venganza, ni pretende iniciar, después de tantos años, un proceso judicial que resultaría inútil y desgastante.

PARA SANAR

Su búsqueda es parte de un rito personal para encontrar paz. Compartir su historia para que las jóvenes sepan que hasta en los entornos más seguros pueden ser víctimas de abuso sexual, es parte de este ritual.

“Te lo cuento porque es parte de mi proceso de sanación. Fui abusada sexualmente por un allegado a la familia, compartir mi experiencia es parte de este proceso.” 

 expresa Cristina, quien en la actualidad es una reconocida personalidad en el país.

“En aquel entonces me encerré en el silencio, pasé años duros. Entraba y salía de severas depresiones.”

Colocar esta experiencia en palabras, compartirla con el mundo, es parte de su proceso personal y considera su responsabilidad alertar a otras mujeres.

No importa que hablemos después de tantos años. Lo que realmente importa es que está bien confesar que fuimos víctimas violación. No hay vergüenza en estas circunstancias. No somos culpables, somos víctimas. El silencio no es remedio.

Una violación deja diferentes tipos de daño. Físico, mental y emocional.

Curar la herida emocional, quizás la más profunda, requiere de acompañamiento, comunicación asertiva y presencia de ánimo.

Cristina da su testimonio consciente de que contar su historia es vital para sanar.

Los nombres han sido cambiados para resguardar la privacidad de la víctima. La historia es real.

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