Una reunión familiar, el mejor regalo de navidad imagen

Los que viven en el extranjero aprovechan la época y regresan al país para compartir con su familia.

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Los nervios arrebataron el sueño de Dolores Conde la noche del jueves 21 de diciembre, tomar durante todo el día una infusión de hojas de naranjo con miel y antes de acostarse té de tilo en nada le ayudo para conciliar el sueño.

Tener presente emotivos recuerdos de cómo conoció a Carlos Herrera su esposo, a quien no veía desde hace cinco años, porque migro a Estados Unidos en busca de hacer realidad “el sueño americano”, para mejorar la condición económica de su familia la tenían intranquila por los deseos de volverlo a ver y la mantuvieron sin poder dormir.

Él y su hija Nicole de 6 años son la razón de su existencia, “el motivo por el que se han esforzado tanto… al punto de soportar la separación familiar”, con el único afán de proveerle un futuro con mejores oportunidades, que las que ellos tuvieron y que no pudieron aprovechar.

La pareja es originaria de Coatepeque, Quetzaltenango, una localidad con mucho comercio, donde predomina el clima cálido y que está cerca de la frontera con México.

Desde ese lugar Dolores salió junto con su hermano Daniel, en las primeas horas del viernes 22 para estar puntual en el Aeropuerto La Aurora y recibir a Carlos quien ingresó al país en un vuelo procedente de Los Ángeles, California.

En las casi cuatro horas que recorrió desde su tierra natal hasta la ciudad aprovecho algunos momentos para dar un par de “pestañazos”, la oscuridad de la madrugada la invitaba a hacerlo. Sin embargo, el estado de ansiedad que tenia, no se lo permitía.

“Pensar que las video llamas se habían terminado, que las notas de voz y los mensajes en WhatsApp ya no tenían razón de ser, casi no sintió el camino”, cuando reparó ya estaba inmersa en la cotidianeidad de los citadinos.

El día que por necesidad estuvo en la ciudad, fue uno de los dos días que Amílcar Montejo, intendente de la Policía Municipal de Transito (PMT), de la capital, pronosticó como “los más transitados en toda Centroamérica, 1.2 millones de vehículos se desplazaron por las principales rutas donde hay más de 30 centros comerciales”.

El estrés generado por el viaje y el tránsito capitalino desaparecieron cuando las puertas de vidrio se abrieron en la terminal aérea y los primeros pasajeros del vuelo que esperaba empezaron a salir uno por uno.

Estar consciente que no era la única con ese sentimiento la hizo estar cómoda y sin pena de tener entre sus manos un globo inflable de color metálico, con forma de corazón que tenía escritas las palabras “welcome home”.

Entre la muchedumbre lo vio salir con una mochila sobre sus hombros, de inmediato, se lanzó para abrasarlo y besarlo. Sintió que era un momento mágico, único, como cuando se besaron por primera vez, el día que se hicieron novios, al punto que las lágrimas de ambos lubricaban sus apasionados besos.

Lo vivido en ese momento se replicaba instantáneamente en por lo menos cinco metros a la redonda, por doquier había parejas de novios, esposos, hermanos, sobrinos y tíos, abuelos y nietos y padres e hijos que se reencontraban después de meses o quizá años sin verse, después de que unos se quedaron y otros partieron del país.



Reencuentros familiares se ven a diario en el Aeropuerto La Aurora. Foto: DGAC

Según estimaciones de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), en las primeras semanas de diciembre y hasta los días previos a la navidad, “aterrizaron en el aeropuerto 624 vuelos por semana y en casi todos hubo familiares que esperaban a sus seres queridos”, como lo que ocurrió con Dolores y Carlos.

Regalos, tamales y quema de cohetes

Desde que está en su casa Carlos no ha dejado de recibir visitas de familiares, conocidos y amigos, su hija no se le “desprende” y entre invitaciones a comer, salir a pasear con su familia y hacer compras de la época, “siente que los días pasan volando”.

Asegura que con un día que este afuera de “su país”, extraña todo, “pasar estos días en un lugar donde no hay tradiciones como las nuestras es difícil, sin tamales y quemar cohetes la navidad es insípida”.

Hoy por la mañana, recibió una caja que envió por “encomienda” tres semanas antes de regresar a Guatemala, en la que empacó herramienta para trabajar en la construcción, ropa, zapatos, juguetes y obsequios para algunos conocidos.

Lo obsequios para su hija y esposa son “sorpresas” aun guardadas en su mochila, sin desempacar y que espera entregar en el momento oportuno, aunque “el mejor regalo que puede dar y recibir es la reunión con su familia, ese reencuentro que esperó tanto tiempo y que fue postergando hasta ver el fruto de migrar a otro país para mejorar las condiciones económicas de su familia”.




Cada momento que vivió con su familia en noche buena lo emocionó, enseñarle con mucho cuidado a su pequeña hija a “quemar volcancitos y estrellitas, esperar las 12 para frente a su nacimiento dar gracias al niño Jesús y a Dios por todas las bendiciones que recibió este año, en especial que la distancia ya no los separará. Su deseo para 2018 es encontrar las oportunidades laborales en Coatepeque que encontró en Estados Unidos, que lo obligaron a irse “mojado”.

Este relato está basado en hechos reales. La foto de portada se usa con fines ilustrativos. Tomada de: agaclip.com

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