Una historia sencilla: el blog de cine de Alfonso Portillo imagen

Como su nombre lo indica, es una historia sencilla sobre lo complicada que nos hacemos la vida.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

UNA HISTORIA SENCILLA. Director, David Lynch. Con Sissy Spacek y Richard Farnsworth. Estados Unidos, 1999.

Alvin Straight es un viejo granjero retirado, francotirador en la II Guerra Mundial, que además está medio ciego; padece enfisema pulmonar y un problema en la cadera que le obliga a apoyarse en dos bastones. Vive acompañado de su hija discapacitada, a quien el Estado le ha retirado la custodia de sus hijos.

Una mañana soleada, el viejo Alvin sufre un desmayo y, en contra de su voluntad, es llevado ante el médico. Este le recomienda operarse y dejar de fumar.




Días después, Alvin recibe la noticia de que su hermano, Lyle, con quien no se habla desde hace 10 años y quien vive a más de 500 kilómetros de distancia, ha sufrido un derrame cerebral. Por su mente pasa toda la historia de su vida y el recuerdo de su entrañable hermano. En consecuencia, decide ir a visitarlo con la conciencia clara de que será una de sus últimas acciones en la vida. No quiere morir sin ver y reconciliarse con su hermano.

Straight es testarudo, orgulloso y de una gran rectitud moral. No tiene automóvil ni licencia de manejo y no acepta que manejen por él, por tanto, decide hacer el viaje a su manera: en su vieja y despotricada podadora de césped.

Todo mundo le plantea las dificultades y riesgos que implican recorrer 500 kilómetros en una podadora, pero Alvin insiste en que es la única manera segura de llegar por sus medios. No hay poder sobre la tierra que lo convenza de lo contrario. Hace honor a su apellido, Straight: recto, derecho.




Aunque el largo recorrido del anciano granjero es el pretexto de la cinta, en esencia se trata de la aventura de un viejo sabio que va brindando bondad, amor y lecciones de vida con quienes se encuentra a su paso.

Así sucede cuando se encuentra con una joven que ha huido de casa para esconder su prematuro embarazo; al encontrarse con una señora histérica que ha atropellado un venado; una excursión de ciclistas y los personajes bondadosos que encuentra después de un desperfecto de la podadora: un vendedor de maquinaria agrícola jubilado, un excombatiente, como él, de la II Guerra, unos gemelos mecánicos y un sacerdote.

Todos los diálogos a los largo de la película son profundos, aleccionadores y conmovedores: uno de ellos es el que se da entre los dos excombatientes: ambos veteranos con angustia y lágrimas en sus ojos se intercambian dolores, tragedias y sufrimientos.




Otro hermoso diálogo se suscita entre los gemelos mecánicos, quienes entre constantes disputas han reparado la podadora, y Alvin, que de una manera sabia negocia el costo de la reparación. Una vez que han llegado a un acuerdo, el viejo apacible les regala una lección: “Voy a Wisconsin. Mi hermano vive allá. No lo veo desde hace 10 años. No hay nadie que te conozca mejor que un hermano que tiene casi tu edad. Él conoce quién eres y lo que eres mejor que nadie en este planeta. La última vez que nos vimos nos dijimos cosas imperdonables. Estoy tratando de dejar eso atrás y este viaje es para tragarme gran parte de mi orgullo. Solo espero que no sea demasiado tarde. Un hermano es un hermano”.

Considero que mas allá de la maestría visual y el excelente ritmo narrativo de Lynch, en la cinta está presente, sin ser explícito, un claro mensaje de sabiduría, amor y bondad. Alvin, en su largo trayecto, va dejando una estela de paciencia, bondad y desapego por lo material. Y algo más importante aun: ante esa actitud de vida Alvin tiene como respuesta los mismos sentimientos. Todas las personas con quienes se encuentra lo reciben como ángeles de la guarda que lo guían y facilitan la llegada a su destino. Sus sentimientos se ven reflejados en los sentimientos de los demás.

La vida es sencilla

El primero de los personajes que Alvin se encuentra en el camino es una joven que ha huido de casa porque piensa que su familia la odiará al enterarse de que está embarazada.

Con gran sabiduría y prudencia el viajero Straight la va conduciendo a que reconsidere su decisión y con sencillez le explica que la familia es como un manojo de ramas. Si estas se mantienen unidas es imposible romperlas. Por el contrario, cada rama aislada se rompe con mucha facilidad. Al día siguiente del encuentro, Alvin ya no encuentra a la joven en el lugar donde durmió, pero sí un manojo de ramas amarradas con un cordón.




A lo largo de toda la película nos encontramos con mensajes sobre el valor de la vida, el olvido y perdón de viejos agravios y duras afrentas; de la reconciliación y la amistad; de ver la vida con mesura y tranquilidad; la importancia de la paz interior y la felicidad; el valor para perdonar y perdonarnos a nosotros mismos.

En el momento histórico que vivimos, encontrarse con cintas como estas reconforta y fortalece el amor, la bondad y la esperanza. Como su nombre lo indica, es una historia sencilla sobre lo complicada que nos hacemos la vida.

En un mundo de grandes avances en la ciencia y la tecnología, y en el que hay dos muertes violentas cada segundo, de voraz acumulación de odios y de riqueza, de una paradójica incomunicación humana y de grandes amenazas e intentos de regresar a un pasado oprobioso, ver una película como esta refresca y renueva la esperanza.

Considero que por esta y otras razones Walt Disney apostó por la producción de esta obra maestra.




El final de la película es majestuoso: Alvin por fin llega donde su hermano, Lyle. Con el corazón en la mano, se baja de su podadora y camina hacia la casa pronunciando el nombre de su hermano. Desde el interior sale una voz moribunda que reconoce al inesperado visitante. Se encuentran en el corredor frente a frente, sin decir una palabra. Por fin Lyle, sorprendido, pide que tomen asiento. No se dicen nada, solo se observan.

De repente, como preguntándose en qué vehículo ha viajado su hermano, voltea a ver hacia el patio de la casa: por varios segundos observa la podadora y regresa la mirada a su hermano y dice: ¨Viniste en esa cosa desde tan lejos solo para verme?¨. ¨Así es, Lyle¨, contesta Alvin.

En ese momento los dos tienen los ojos inundados de lágrimas. Permanecen en un silencio profundo. Es el momento del olvido, el perdón y la reconciliación. Es el momento del amor y la bondad. Es el momento de la felicidad. Es el momento de reconocer que el viaje valió la pena. No se dicen nada porque con el reencuentro se lo han dicho todo.

¡Hasta la próxima!

ATRACCIONES: EL BLOG DE CINE DE ALFONSO PORTILLO




Alguna vez fue Presidente pero eso no importa aquí, en esta columna solo escribirá de cine y literatura.

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