Un espacio para mí – Blog: el vuelo del colibrí imagen

Todos necesitamos un espacio para entrar en contacto con nuestro verdadero ser, una pausa para escuchar nuestra voz, un momento para ver la vida con mayor claridad. ¿Sabes tomar esa pausa?

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Estrés, confusión, dolor de cuerpo: son sensaciones que me toman por sorpresa cuando  el tráfico que a veces subestimo me recuerda que si pretendo llegar puntualmente a mis compromisos, no puedo sobrecargar la agenda.   Detesto andar de prisa,  pero mi lista de cosas por hacer es más larga que mi tiempo para atacarla; y mi necesidad ( a veces real y a veces imaginaria) de aceptar nuevas propuestas y de decir que sí a nuevas oportunidades me persigue.   

Y hay días, como hoy,  en los que termino agotada, drenada y vacía.   ¿Cómo sentarme a jugar con mi chiquito cuando mi cuerpo me pide cerrar los ojos y desconectarme?  ¿Cómo hacer esa llamada a mamá si lo único que quiero es que se acabe el día de hoy?  ¿Cómo escribir un blog que pretende ser una dosis de inspiración si hoy soy yo quien más la necesita?

Hago una pausa y dejo de escribir. Respiro. Cierro los ojos y escucho la lluvia caer.  Mi cuerpo me pide quietud; mis ojos, oscuridad; mis oídos, silencio; y mi alma, un poco paz.

Cierro la computadora y me alejo: necesito escuchar a mi cuerpo.   Necesito un espacio, un momento. Gracias a Dios tengo en mi casa un lugar que es solo para mí: un rincón que creé hace años, cuando en un taller de creatividad que impartía surgió el tema del espacio de creación. Gracias a Dios, en ese ejercicio de creatividad, hice lo que les sugería a mis alumnas: aparté un lugar de la casa y lo destiné a ser un espacio de conexión.  Lo vestí con texturas y colores, lo adorné con sonidos y olores, y poco a poco se hizo parte de mí y se transformó en el espacio casi sagrado en donde puedo estar sola conmigo, conectarme con mi ser y escuchar mi silencio.   




Entro a  este espacio que lo contiene todo,  que contiene mi vida, mis miedos, mis reflexiones, mis historias y todas las posibilidades que existen para mí. Respiro.  Cierro los ojos y siento el olor a lirios y a incienso. Encuentro tanta oscuridad que puedo ver la luz de mis ideas dibujadas en el aire.   Descubro tanto silencio que puedo escuchar la voz de mi alma que me dice:  

“Todo está bien.  Aquí y ahora todo es perfecto”.   

Y mi respiración empieza a calmarse.  Y el ritmo de mi corazón se  suaviza como la lluvia que ahora es más tenue.  Mis hombros se relajan y mi boca sonríe (quizás por primera vez en el día de hoy).    Respiro paz y sé que todo estará bien.  Y que cada vez que lo necesite, puedo hacer esta pausa y entrar en este espacio:   sentir mi verdadero ser, cerrar los ojos y ver con claridad,  estar en silencio y escuchar a mi alma.  

Y después de un momento me siento como nueva y me atrevo regresar a la realidad. Abrazo a mi chiquito y lo pongo a dormir, llamo a mi mamá para decirle que la quiero, abro la computadora y escribo mi blog. Y  otra vez fluyo con la vida, porque todo está bien.

Sonrío y agradezco por la sabiduría de mi cuerpo que me recuerda la necesidad de hacer una pausa y por la sensibilidad de mi alma que ha aprendido a encontrar adentro lo que tantas veces buscó afuera.

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