El promo de la segunda temporada que mostraron en el medio tiempo del Supertazón LI a principios de año despertó la fiebre. Su estreno fue en julio del año pasado y en 35 días fue vista por 14 millones de personas solo en EEUU. Nunca se pensó que una serie ambientada en los 80 levantaría tanto aire de nostalgia por una época cursi y fresa que fue secuestrada por la cultura pop bubble gum. Ni siquiera los hermanos Matt y Ross Duffer, creadores de la serie, pudieron predecir tal fenómeno.
La estética de Stranger Things recuerda mucho a The Goonies, E.T, las series de Freddy Krueger y pesadilla en la calle Elm, o cualquiera de las películas del director John Huges. Era una época muy inocente donde las familias se pasaban la noche pegados a sus sillas en la mesa del comedor con un juego de mesa. Todo esto antes que los centros comerciales invadieran la privacidad de nuestro núcleo familiar. En Guatemala podría ser cualquier cosa, Damas Chinas, Gran Banco, Bancopoly, Serpientes y Escaleras, Petrodólar o Monopoly para los que sabían inglés. Usa esta dinámica para urgar en nuestra fantasía. Despierta en nosotros la inquietud de cuestionarnos: ¿Qué pasaría si nuestro juego favorito se hiciera realidad?.
De la nada se desaparece nuestro mejor amigo, lo buscamos y descubrimos que existe un mundo paralelo o al revés donde habitan nuestros miedos en la que un monstruo está atrapado y desea salir. Sí, con esas cosas se fantaseaba por aquellos tiempos.
Stranger Things juega con eso. La exploración del mundo en una bicicleta californiana o BMX. Con nuestro bolsón del colegio lleno de provisiones esenciales como galletas, jugos, aguas gaseosas y dulces. El peligro podría estar a la vuelta de la esquina en lugares abandonados o en barrancos. Estas fobias eran reales porque nuestra imaginación la hacía real. Podríamos explorar un barranco e imaginarnos cualquier aventura.
En nuestra niñez, se hablaba mucho de la telequinesis, la tabla de Ouija, muertos, ovnis, extraterrestres, aparecidos, lo no muerto y personajes de lucha libre. Era muy emocionante descubrir aquel mundo al revés.
El éxito que tiene es justificado y las audiencias para esta segunda temporada prometen ser estratosféricas. Vean el teaser.
Lo que viene
El primer homenaje a los 80 es la contratación del actor Sean Astin. Era un héroe grandísimo en los 80 con la película de aventura The Goonies dirigida por Steven Spielberg. Esta película reúne todo lo que he dicho hasta este momento. Mikey en goonies era todo lo que uno quería ser de niño: curioso, noble, explorador, inquieto e inocente.
En la temporada anterior, aunque no es su máxima dimensión, uno de los actores glorificados de los 80 como fue Matthew Modine quien fue el protagonista de Full Metal Jacket (Nacido para matar) película dirigida por Stanely Kubrick de 1989.
La otra gran noticia es que serán 9 capítulos, 1 más que la temporada anterior. Así que los chicos Finn Wolfhard, Milly Bobbie Brown, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin y Noah Schnaap volverán al pueblo de Hawkins a dar vida a Mike, Eleven, Dustin, Lucas y Will.
En el capítulo 8 de la primera temporada nos dejan con la puerta abierta que Will Buyers interpretado por Noah, tiene visiones del mundo al revés. Ahora las imágenes son más fuertes y Will ya no podrá controlar las visiones. Eleven (Milly) regresa del mundo al revés luego de derrotar al Demogorgón pero este monstruo solo es el primero de lo que viene.
La estrenan este viernes 27 de octubre. Lo curioso es que los 8 primeros capítulos de la temporada anterior se ven en una sentada. Son muy emocionantes. Aun no se sabe si Netflix tirará los 9 capítulos de un solo o hará como otras series de postear un capítulo a la semana. Lo más impactante es el monstruo que tiene un estilo muy al mitológico Cthulhu creado por Lovecraft.
Los nombres de los capítulos ya fueron anunciados: MadMax, El niño resucitado, El huerto de calabazas, El Palacio, La tormenta, El Renacuajo, La Cabaña Secreta, El Cerebro, y, El Hermano Desaparecido.
Diviértanse con la serie. Aunque no sepan mucho de los 80 y sea una década que no haya mucho qué rescatar, salvo el sentimiento de aventura, Stranger Things es una serie fantástica.