The Doors: las puertas infinitas imagen

Hoy, el Pacto secreto es un titán de los clásicos. The Doors y los 50 años de su icónico disco. Álvaro Sánchez pide que lo enciendan en la hoguera.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Era el año de 1965 cuando las puertas de la percepción se desplegaron al mundo. Lo hicieron para darle paso a cuatro rebeldes que estaban a punto de hacerse un lugar en la historia de la música, pero bajo la bendición de William Blake y Aldous Huxley. Las Calles de Venice Beach en Los Ángeles California, no volvieron a ser las mismas. Se abrían para darle paso al rey, al inigualable Rey Lagarto y a sus súbditos. Dios Salve al Rey. La psicodelia coronaba y daba la bienvenida a sus hijos predilectos: The Doors. Jim Morrison, Ray Manzarek, John Desmore y Robby Krieger hacían su entrada triunfal en un viaje de ácidos.







El 4 de enero de este año (2017) se cumplieron 50 años del debut de The Doors con su álbum homónimo. Cuesta creerlo pero así es el tiempo de implacable y cruel, recordando el momento en que Manzarek electrizó a toda una generación con las notas de su órgano, con Light My Fire, y a Morrison solo le bastó decir: “Girl, we couldn’t get much higher / Come on baby, light my fire“. Y el mundo lo vio convertirse en el nuevo Dios del rock n’ roll. Fue adorado por muchas rubias voluptuosas llenas de fuego por dentro, todas dispuestas a ofrendar sus cuerpos por un solo roce de las manos de Morrison.

Eran tiempos románticos donde una generación entera creyó que todo era posible a través de la música. Eran momentos de cambio en el mundo. Noches en las que las fogatas resplandecían en las playas Californianas con todo su fulgor, todos pensaban que sus espíritus volarían hacia las estrellas danzando alrededor de ellas. El compás que las guiaría era “Break On Through…Break On Though To The Other Side“. Y otros lo buscaban de forma menos complicada, en cualquier tugurio al ritmo de Alabama Song.

Es incuestionable la influencia del álbum debut de The Doors. Cincuenta años después de su grabación en el Sunset Sound Studios en California. Se ha convertido en uno de esos discos atemporales de culto. Así como sus integrantes y en especial Morrison –un icono de los excesos-. Es impensable concebir un bar en donde no suene Light My Fire o The Crystal Ship. Como tampoco la habitación de un adolescente sin un póster flourescente de Morrison con los brazos abiertos, en el que invita a dejar las inhibiciones y a llevarnos por sus melodías de Acid Rock con esos tintes seductores de Blues. –Vamos hermanos míos, solo es un pecado más, y la gente es fea y extraña, como para preocuparse por ello- diría Morrison.

Pienso en cada generación que surge, y como un disco como este se vuelve necesario. Como si se tratara de una receta para vivir realmente. En mi visión personal, no se puede ser joven sin haber escuchado ese disco, y tampoco sin haber tenido la respectiva fase a lo Morrison, leyendo los poemas de Wilderness desde el techo de una casa diciendo hacia nuestros adentros “I am the Lizard King, I can do anything!” y creerlo en realidad, con toda esa rabia y ganas de vivirlo todo en nuestra juventud.

El disco se convirtió en uno de los álbumes infaltables en mi colección personal, en ese momento cuando mis ojos se encontraban presenciando una basta jungla verde y el calor del fuego llegaba a través de la pantalla hacia mi cara. Hablo de ese instante en que fui testigo de ver caer infinitas bombas de napalm que explotaban frente a mí, en Apocalypse Now, la escena inicial del film de Francis Ford Coppola. Yo escuchaba por primera vez los acordes de The End:Lost in a Roman…wilderness of pain And all the children are insane“, fue la canción que me pegó más. Tiene esa oscuridad seductora que hizo que muchos cayéramos bajo el embrujo de las puertas, que nos invitaban uno a uno a entrar en ese éxtasis. 

Podría jurar que escuchaba al mismo Blake en ese momento susurrarme al oído “If the doors of perception were cleansed, everything would appear to man as it is, infinite“. Mientras lo hacía, mi cuerpo cabalgaba sobre la serpiente que me llevaría al antiguo lago y mis ojos esperarían la lluvia de verano para limpiarlos. Y así me sería revelado la imagen de mi propio padre perdido al cual le diría: “Father, yes son, I want to kill you / C’mon baby, take a chance with us”. 

46 años han pasado desde que el alma de Morrison abandonara su cuerpo en aquel apartamento de la calle Beautreillis en París, Francia. Pero creo que de algún modo había entendido que su legado estaba sellado. Que se convertiría en un inmortal. Que el espíritu de él y del resto de la banda resucitaría con cada nueva persona que le diera play a ese disco y los acompañara en ese viaje. “The blue bus is callin’ us driver, where you taken’ us“. Un viaje que se repetirá siempre, porque es eterno como su música. Hoy son 50 años, luego serán 100 más, y los que lo escuchemos ahora, para entonces ya seremos polvo y cenizas, un instante en el que ya ni el día ni la noche importaran más “The end of nights we tried to die” pero todo esto ya nos lo había advertido Morrison en un lejano 1967 porque “This is the end my only friend, the end”.

Para Escuchar: Todo el disco, también está en YouTube






BLOG LOS PACTOS SECRETOS, POR ÁLVARO SÁNCHEZ




“Álvaro es un melómano del underground mundial. Si antes invocaba al diablo e invitaba a bailar frente a un tribunal inquisidor, ahora escribirá metáforas distintas, pero con la misma intensidad, él vendió su alma por la música”.

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