Tayito Valdés Paiz, una historia de esperanza y dolor. Parte Final imagen

Mi hermano se fue no solo sabiendo, sino habiendo probado al mundo que era inocente, y aún así no se nos libró de las cadenas que esta comisión nos colocó al inculparnos.

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El diagnóstico aquí en Guatemala estaba limitado, los mismos doctores veían que algo estaba mal cuando acudimos por los malestares y síntomas que el presentaba, pero los estudios en Guatemala no daban un resultado claro, la opción, era una biopsia que automáticamente lo imposibilitaba para un trasplante, o un examen radiológico (PETSCAN) que no había en el País. Movimos cielo y tierra, Estuardo pidió a la embajada de Estados Unidos una Visa por esta situación de carácter humanitaria, pensando que ya habíamos demostrado nuestra inocencia del caso en que nos acusaban, que no existe en ningún lugar de nuestro espíritu la idea de emigrar de nuestra amada Guatemala, y que necesitábamos con urgencia diagnosticar que ocurría con su salud, la embajada de Estados Unidos se tomó dos semanas importantísimas, y nos dio un negativa con sabor a insuficiencia. Seguimos luchando y conseguimos viajar a España, no creo que pueda explicar lo difícil que nos resultó conseguir los papeles que nos pedían, pero lo hicimos, aún estando en tierra española las autoridades llegaron a pretender capturarme a las 4 de la mañana porque aún tenían activa la alerta que CICIG rápidamente invocó, pero que con tanta paciencia no quiere desactivar.

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Todo esto derivó en el condicionamiento, en palabras desalentadoras de saber que el tiempo perdido había acomodado las probabilidades en nuestra contra. Y así volvíamos a Guatemala a esperar a implorar, a luchar prácticamente por un milagro.

En este momento puedo visualizar la balanza política de la CICIG donde su reputación era más importante que la libertad de dos inocentes, que el estrés de la incertidumbre, que la desolación y las condiciones de una celda. Yo sé que esa inclinación de la balanza generó este cáncer espantoso, y aún así, el no poder movernos libremente a otros países, impidió que lo enfrentáramos con alguna oportunidad.

A duras penas se cruza por la mente que el lector puede llegar a pensar que es un caso aislado, una mala suerte caída sobre los hombros de dos familias con cierta facilidad económica para enfrentar algunas adversidades, es aquí cuando tomo un pequeño suspiro entre estas líneas y miro por la ventana al pequeño espacio verde de árboles y plantas que unen mi casa con la de Tayo, ahí donde nos encontrábamos para asar un poco de carne y degustar alguna Chela bien fría, y entre lágrimas del tamaño de mis ojos visualizo la importancia de esa imagen. Estuardo vestía de Jeans, cincho de cuero grueso con una buena hebilla, botas generalmente de punta cuadrada de cuero, camisa de cuadros o líneas y sombrero, no era difícil encontrar lodo entre su vestimenta, hablaba simple, expresaba constantemente su amor hacia su esposa e hijas, apretaba la mano fuerte al saludar, le fascinaba el rodeo, el ambiente de campo, tomaba cerveza nacional, se paseaba en medio de vacas, gallinas, toros, convivía constantemente con la gente que cultivaba la tierra y arriaba el ganado, en esto era muy pasional, Tayo era enamorado de su Guatemala, era como usted que está leyendo estas líneas, Guatemalteco de pies a cabeza, 100% Chapín, y aquí radica la idea de por qué no podemos ver esto como algo aislado. El poder Judicial Guatemalteco se dejó influenciar por este Lobo sediento de sangre llamado CICIG, y como consecuencia dio la espalda a un hijo de su tierra, no a un Empresario, no a una figura pública, a un Chapín, podría haber esperado ese trato de parte de algún otro país que nos vieran con desdén, pero de mi propia Nación es increíble y deprimente. Nosotros probamos nuestra inocencia, creo que es de las pocas cosas que reconforta mi Alma, mi hermano se fue no solo sabiendo sino habiendo probado al mundo que era inocente, y aún así no se nos libró de las cadenas que esta comisión nos colocó al inculparnos. Ensuciaron nuestro nombre, como podría haberle pasado a usted, y nos limitaron de tal manera que cobraron con la vida de mi hermano, este hijo de Guatemala como es usted.

Creo en mi conocimiento tomo como ejemplo que Estados Unidos no permitiría algo así, durante más de 100 años han defendido la idea de que una persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario, no es casualidad que haya elegido ese ejemplo, evidentemente esas palabras tan poéticas solo se aplican cuando es alguien que posee pasaporte americano, puesto que Estuardo habiendo probado su inocencia de una acusación injusta y arbitraria, débil por su condición se hizo presente ante las autoridades de la Embajada americana, pidiendo una Visa por situación humanitaria, y fue tratado con desdén e irrespetuosidad hacia su valioso tiempo ya que debió esperar 2 semanas para tener una respuesta, para ellos había falta de arraigo en Guatemala, para mí era un chapín más con el nombre ensuciado (injustamente). Lo invito a sacar sus conclusiones y a pensar si fuera su hermano a quien le niegan esta oportunidad de combatir su enfermedad, ¿qué sentiría?

Parte de vivir es sufrir y aprender de ese sufrimiento, parte de amar la vida es aprender a disfrutarla hasta en los días más grises, nuestro país tiene muchos días grises, nuestra situación nacional tiene muchos días grises, la forma en la que nos vemos a veces obligados a vivir tiene muchos días grises. Pero esa dificultad es lo que nos hace luchar juntos por un país mejor y un bienestar común mejor. Hoy en día el recuerdo de Estuardo es mi bandera, pero su historia debería ser una enseñanza del dolor que puede causar un mal manejo de justicia. Tengo la profunda convicción de que aun en el escenario de luchas políticas mas adversas, el ser humano, para mantener su condición de tal, debe tener ciertos límites, pensemos entonces juntos que si vulneramos los derechos a la libertad y a la vida, ¿Qué nos queda? ¿en que nos convertimos? ¿Qué legado dejamos a nuestros hijos? ¿Qué mundo estamos construyendo?

Tengo la obligación de pelear por vos esta batalla mi Tayito, por nuestra familia, por Alejandra, por Sofía y Estefanía, por tu nombre plasmado en las familias que ayudaste.

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