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Suele ocurrir que al ver a un cristiano lo primero que hacemos es encontrarle las fallas para desacreditarle: nadie puede hablar del bien moral sin ser moralmente bueno. Es por eso que un cristiano jamás debería de predicarse a sí mismo si no a Jesús que es moralmente bueno y perfecto. Allí está la diferencia. Le dejo a usted el análisis del discurso ¿estaba predicándose a sí mismo o a Jesús?

Sin ánimo de defender al presidente o a sus acciones, sí puedo defender la libertad de culto. Puedo, sin duda, defender la libertad de orar en nuestros puestos de trabajo, de hablar acerca de estas oraciones y la libertad de elegir en qué creemos (incluso si esa libertad nos lleva al cristianismo), esto no debería estar en discusión.

Sé que se trata del presidente y que el Estado es laico, sin embargo, la libertad de culto debería aplicar a todos por igual. Si el mandatario elige orar por un problema y juntarse a desayunar con otros para hablar acerca de eso, no debería indignarnos tanto. Ahora, la falta de frutos es tema aparte. Pero, realmente adoptamos un lenguaje de persecución intelectual cuando acosamos a alguien por sus creencias, aunque nos dé rabia que sus palabras no reflejen sus acciones.

Entiendo que quisiéramos ver al presidente subirse a un podio y hacer un “mea culpa” con el que solemos caracterizar una relación con Jesús, pero ese tipo de acercamiento es una falacia. Una relación con Jesús es siempre nueva y llena de perdón. Y sí, incluso con los presidentes. 

Jorge Vega hizo algo muy bueno y también muy espiritual llamado rendición de cuentas. La iglesia evangélica mundial ha tenido ciertos problemas con este concepto al crear crisis con los líderes en las diferentes iglesias. Jorge Vega aprovechó la oportunidad para exponer su responsabilidad como ciudadano democrático para exigir cuentas a sus gobernantes y utilizó la Biblia. Como cristianos, estas son buenas noticias. Como no cristianos, también. Contrario a lo que creemos, no se trata de “darles una cucharada de su propia medicina” sino una forma correcta de ejercer el cristianismo a través de una rendición de cuentas saludable y respetuosa. No se trata de juzgar a alguien por sus creencias, sino de hacerle rendir cuentas para mostrar sus frutos. 

Es esta misma clase de auditoría espiritual y conductual que debería mover los círculos cristianos, en donde no solo se trata de aparentar, sino también de ser. No solo de aprender los versículos de memoria, sino de aplicarlos a la vida, al trabajo, a la familia, a las relaciones, para que no solo oigamos la palabra, sino también la pongamos en práctica. Para que no solo prediquemos, sino también demos fruto. Aplica para presidentes y no presidentes por igual. 

Nuevamente, le dejo a usted el análisis en cuanto al mandatario, sus discursos y acciones.

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