Relato de una madre, un aborto y un giro inesperado imagen

Entre pausas y suspiros se escondía un relato de superación y dignidad. Esta es la historia de Yesni Sales de López, una madre, un aborto y un encuentro extraño que cambió su vida.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Ya me habían advertido de que el teléfono sonaría en cualquier momento. “Una mujer muy valiente le quiere contar su historia”, me dijeron. Cuando sonó el aparato y respondí, Yesni Sales de López derramó toda una crónica de miedos, ilusiones y sorpresas. Prometí contar su historia tal y como ella me la narrara y me sorprendí cuando me pidió que incluyera su nombre y fotografías: “Mientras haya alguien a quien podamos ayudar con esta historia, cuéntela sin pena”, me indicó, y acto seguido empezó a darme todos los detalles de un relato que me dejó sin aliento.

El nacimiento del primer hijo de la pareja López fue toda una alegría. Sales de López me contaba cómo ella y su esposo miraban a su primer hijo como lo mejor que les pudo haber pasado: “Nació mi bebé a través de una cesárea complicada y dura, pero yo era la mamá más feliz del mundo. Hasta ahí, todo iba bien en nuestras vidas”. La pareja había planeado dedicarse a cuidar a su hijo por los próximos años.

Tres meses después la vida la sorprendió. Sales de López estaba embarazada de su segundo hijo. “Mi esposo y yo no lo podíamos creer. Siempre habíamos pensado que queríamos darle a nuestro primer bebé todo lo necesario, paso a paso. Así que las cosas se nos complicaron en todo sentido”. Los jóvenes esposos estaban más confundidos que emocionados. El bebé, de apenas 3 meses, lloraba en una esquina de la habitación y ambos, sentados al extremo de la cama, se miraban fijamente mientras ella se tocaba el vientre. “Pensábamos en el qué dirán, en cómo haríamos con todos los gastos que implica tener a dos pequeños en casa… Cómo haríamos con las inversiones, el tiempo”.

PLANES ROTOS Y UN ABORTO

De pronto, Sales de López hizo la primera pausa. Escuchaba su respiración al otro lado del teléfono. “¿Yesni, está bien?”  Pude sentir cómo las lágrimas, al otro extremo, inundaban su rostro. Lo que vendría a continuación era lo más duro de toda la historia o quizás de toda su vida.

“Simplemente pensé que sabía que no lo podía tener conmigo”, me dijo al fin, entre sollozos. “Recuerdo perfectamente cuando con mi esposo dijimos que no lo queríamos (al segundo hijo) con nosotros. ¡Imagínese! Esa parte de mi vida fue un trauma. Mi corazón lloraba y sentía que algo me decía que lo que tenía en mi vientre era un ser que Dios me había mandado”. Ya habían tomado la decisión. Los días siguientes fueron silenciosos y grises. A ella se le partía el corazón en mil pedazos cuando miraba a su otro hijo jugar en la cuna y cuando, al mismo tiempo, sentía los movimientos de su segundo hijo en el vientre. “Me enamoraba cada vez más de ese ser humano… Y me dolía la decisión que estábamos tomando”.

UN ENCUENTRO INESPERADO

A pocos días del aborto, Sales de López salió a una tienda cerca de su casa. Mientras caminaba, pensaba que entre la depresión, el miedo y los nervios, ya ni siquiera atendía bien a su primogénito. En ese momento, se sintió como la peor persona y madre de todas. “Fui a la tienda como normalmente lo hacía, pero estaba triste y desolada. Ahí encontré a una mujer que prometo que jamás había visto en mi vida. Ella tenía una sonrisa enorme. Yo tenía poco menos de tres meses de embarazo, por lo que a mí ni siquiera se me notaba. Y entonces ella, al verme, corrió a abrazarme, me besó el vientre y me dijo algo que nunca voy a olvidar: Ese ser que tú tienes en el vientre es bendito y tus ojos no se han de cerrar hasta que veas que será de bendición para tu familia y para el mundo entero”.

Sales de López asegura que en ese momento su corazón se detuvo. Yo también me quedé perplejo. La mujer, luego de decir esto, abandonó la tienda y nunca volvió a contactarla. “Mis lágrimas salían sin control… Me di la vuelta y esa mujer ya no estaba ahí”. Ese día, común y corriente en la tienda de siempre, Sales de López había vivido un momento extraordinario. Fue el día que dijo “Sí”.

Corrió a su casa y esperó a que su esposo llegara. Entre lágrimas y con su hijo en brazos, le contó lo sucedido. “Pensamos con mi esposo que teníamos que rezarle a Dios y que Él nos mostrara la salida porque para ese entonces nosotros ya no aguantábamos la desesperación… Pues a todo esto ya habíamos hecho miles de cosas que no convienen a una vida. Decidimos que tendríamos al bebé, sin importar todo lo demás”.

EN BUENAS MANOS

Así, entre rezos y súplicas por encontrar ayuda, fue como la pareja aterrizó en las manos que rescataron no solo a su segundo hijo, sino a su matrimonio y a su vida. Los dos llegaron a las puertas de Asociación Sí A La Vida.



Yesni y su segundo hijo. (Imagen: Yesni Sales)

“Mi corazón se había vuelto de piedra. Para mí, ya nada era bueno. Hasta que mi esposo me llevó a un lugar donde mi vida volvió. Ahí conocí a tres bellos ángeles hechos carne; la presidenta de la Asociación Sí A La Vida, su ayudante y el ginecólogo nos atendieron con una sonrisa, sin juzgarnos, dándonos esa esperanza que tanto necesitábamos. Ellos supieron entendernos y con tierno amor nos abrieron los ojos”. Sales de López cayó en cuenta que tenía a un buen esposo a su lado, un hijo esperándola en casa y otro en su vientre. No pensó en el dinero que haría falta, sino en el amor y la alegría que sobraba en ese momento y eso fue suficiente.

Los meses pasaron y, con la ayuda de los profesionales, ella se preparó para darle la bienvenida al mundo a su segundo hijo. “Ya nada nos impedía tener a este segundo bebé. Yo lloraba como una pequeña en los brazos del ginecólogo, quien cada vez que me veía me abrazaba como a una niña y me decía que todo iba a estar bien. Finalmente, llegó el día y nació mi hijo”.

Hubo otra pausa en la llamada, esta vez sin miedo ni angustia. Fue una pausa de felicidad y gratitud. Fue el momento más increíble de toda la llamada. Los dos suspiramos y esbozamos una sonrisa de oreja a oreja. Yo, imaginando aquel momento en que ella abrazaba a su recién nacido. Sales de López, al otro lado, abrazando a sus dos pequeños con un corazón que se había multiplicado.

LECCIONES APRENDIDAS

Recobramos el aliento y ella, ahora en un tono más reflexivo, comenzó a narrarme los aprendizajes de tan dura historia: “Ser una buena madre depende de luchar por ellos, de dejar piel y uñas defendiéndolos, de dar la única vida que tenemos por ellos, orando con ellos y bendiciendo su vida. Sabemos que sin esas sonrisas, día a día nuestra vida no tendría sentido; sabemos que de ellos depende nuestra felicidad. Sabemos que sin ellos no nos hubiéramos convertido en lo que ahora somos: unas madres capaces de todo, fuertes y luchadoras”.

Sus palabras resonaban en el aparato con una fortaleza y determinación inexplicables. Las pronunciaba como quien dice algo con total certeza, como quien sabe que ha hecho lo correcto y que ha luchado la batalla justa. “La naturaleza es sabia y por eso sabe cuánto amor hay en una mujer. Por eso nos da a nosotras la virtud de tener hijos, puesto que sabe que amamos sin importar día, hora o fecha. Que Dios bendiga a cada madre que sabe lo que es sufrir para dar vida. Yo, jamás había sido tan feliz como ahora”.

El sonido de una llamada que había finalizado hizo que me levantara de la silla. Prioricé entonces lo que haría en ese momento: secarme las lágrimas, darle un beso a mi mamá y comenzar a escribir la historia de Yesni, esa mujer sin límites. 

*Este relato de publicó originalmente en AFI Guatemala

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