Reflexión Navideña imagen

El Mirador del Cosmos, Eduardo Rubio, cierra el año con una reflexión navideña, verdades rotundas para tiempos frívolos.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Estos días, todos de alguna forma hemos estado sufriendo las consecuencias de la celebración de una fecha que ha sido puesta a dedo por los jerarcas del cristianismo. De esta suerte, Navidad podría celebrarse el 20 de Mayo, el 18 o 19 de Abril, el 25 de Marzo, el 2 de enero o bien un día entre el 17 y el 20 de noviembre. Pero nos tocó el 25 de diciembre, probablemente debido a la cercanía de la fecha con el solsticio de invierno (en el hemisferio norte) o el solsticio de verano (en el hemisferio sur) -el día más corto del hemisferio norte que representa el retorno del Sol para muchas culturas nórdicas.

Más aún, toda la parafernalia navideña que nos rodea me ha hecho pensar mucho en lo vilipendiado que está el celebrar el fin de año. Para algunos podré sonar amargado. De ninguna manera. Pero si cree que puedo sonar amargado, por favor, deje de leer. Bastará con que sepa que con esta contribución solo quiero reflexionar un poco sobre estos tiempos navideños y lo que pienso cada vez que veo un adorno navideño, un árbol navideño, o las largas filas de personas comprando los regalos como si fuera el fin de los tiempos.

Tantas luces decorando todo lo que nos rodea, visualmente me hacen pensar en que somos extraños los seres humanos con nuestras costumbres. Esta época muestra de manera contundente que la nuestra es una filosofía colectiva, bastante errada que dicta “los recursos del planeta son infinitos”, si no vea a su alrededor. Como especie, seguimos en una mezcla de pensamiento medieval-renacentista.

¿Cuántos recursos se emplean en las decoraciones navideñas? Analicemos en detalle algunos ejemplos que escribo aquí como historias breves.

El viaje de un adorno navideño

A donde quiera que vaya, verá decoraciones navideñas, generalmente hechas en China (nada personal contra los chinos). ¿Cúantos recursos de la Tierra se emplearon en fabricar esas decoraciones? Bueno, analicemos la composición de dichos adornos: plástico coloreado. Básicamente es un derivado del petróleo. Imaginemos entonces que para fabricar dichos adornos, tuvimos que recurrir a (i) la industria detrás de la extracción del petróleo y (ii) la industria del procesamiento del petróleo. Eso no es todo en el caso de los adornos. Tuvieron que embalarlos (en bolsas de plástico) y eventualmente en cajas de cartón (bueno, algo menos contaminante). Luego de ser embalados en un contenedor, los adornos viajaron por tierra probablemente en un camión que quema diesel hacia una terminal de contenedores en algún puerto chino.

De allí, dichos adornos cruzaron el océano más grande del mundo, el Pacífico, en un barco que quemó varios millones de litros de petróleo hacia América. Eventualmente el buque atracó en Puerto Quetzal y de allí, un camión quemando diesel, transportó la mayoría de adornos, hacia algún lugar de la ciudad Guatemala. Si era un adorno “barato” es decir, rústico y hecho sin mucho esmero, probablemente el camión vomitó su carga en algún almacén de la 18 o 17 calle de la zona 1. Por otro lado si el adorno era un poco más elaborado, este fue depositado por otro camión en algún centro comercial más exclusivo. ¿Cuánto tiempo emplearemos el adorno?

Probablemente hasta el 1 o 2 de enero. ¿Y luego? Pues muy probablemente el adorno se vaya a la basura y termine su viaje enterrado en el relleno sanitario de la zona 3 o en algún otro basurero. Desde luego, también existe la posibilidad de que el adorno termine en algún barranco o tirado a la orilla de alguna carretera. Y este es el fin de la historia del adorno… terminará convertido en basura. Quizás alguna alma caritativa con la naturaleza lo guarde y luego de un año, desempolve el adorno, y lo vuelva a usar en años sucesivos. Quizás. Pero tristemente la mayoría de adornos serán usados una sola vez (aunque quien inventó el plástico pensó que este material podría ser empleado por mucho tiempo).

¿Cuántos recursos se perdieron en el proceso de fabricación y transporte del adorno? No lo sé, pero son recursos que no se podrán recuperar nunca.

El Ciclo de un Árbol de navidad

En nuestro ideal de Navidad, es hasta cierto punto “necesario” elaborar un árbol navideño en casa, en la oficina o en centros comerciales, plazas y demás. Generalmente, son árboles de especies que no son comunes por acá, en nuestras latitudes tropicales bajas y que únicamente existen en los bosques altos de montaña y volcanes en nuestro país. Para implementar nuestro árbol navideño ideal, tenemos varias opciones que van desde muy conservadoras hasta opciones extremadamente estúpidas caracterizadas por el derroche de recursos naturales y desde luego, monetarios.

Analicemos entonces en detalle, el espectro de opciones.

La primera opción es adornar un árbol sin matarlo. Esta opción es la que considero yo menos invasiva (aunque a manera de broma me gusta imaginar qué piensan de eso los habitantes del árbol, aves, mamíferos e insectos sentirán que algo extraño le pasó al árbol). Básicamente consiste en adornar el árbol con luces y decoraciones como las descritas en la historia previa, esperando que cuando la temporada termine, los adornos sean retirados y el árbol permanezca en el mismo estado en que se encontraba antes. Un gran problema que existe con esto, es que en realidad hay muy pocos árboles disponibles en nuestro entorno para hacer algo así. Súmele a esto el egoísmo humano que nos rodea “yo quiero MI árbol”, “mi familia quiere NUESTRO árbol en casa”… En fin, no somos buenos compartiendo.

Vamos ahora a otra opción de árbol navideño. Supongamos que tenemos la posibilidad de adquirir uno ya sea cortándolo o pagando por uno ya cortado. Esto es algo así como tener el cadáver de un vegetal que tardó mucho tiempo en crecer, adornando nuestras casas. ¿Qué piensa de esto? El árbol morirá por haber sido cortado de su raíz y en un mes, el árbol será otro “adorno” en los depósitos de basura. Una ventaja de esta opción es que este árbol puede ser reciclado por la naturaleza en poco tiempo y que su impacto en la cantidad de recursos utilizados para adquirirlo y transportarlo fue mínimo (exceptuando claro, los “arboles importados” de tierras lejanas que a parte de costar un ojo de la cara, tuvieron que ser transportados por tierra, mar y aire para llegar a su destino). En ese sentido, un chirivisco es una versión menos terminal para el destino final del árbol. Es una opción sencilla, inteligente y original para un adrono e implica evitar que se mate un árbol. Solamente implica su mutilación. Desde luego, el destino final del chirivisco será el mismo que el de los adornos, un adorno más, en los depósitos de basura.

Finalmente tenemos la opción de un árbol artificial. Sus ventajas son, que no estamos ni matando ni mutilando un árbol real. Pero infortunadamente es plástico y (fíjese en la etiqueta de origen si usted ve uno) tiene el “Made in China” (otra vez, nada personal contra los chinos). Es decir, viajó igual que sus adornos plásticos. Sumado a esto, es altamente probable que su destino final sea el mismo que corre el ex-árbol real: pasar a ser un adorno en los depósitos de basura a principios de enero. Eso sí, un adorno bastante duradero. Por su naturaleza plástica, este árbol artificial, bajo buenos cuidados puede durar unos cuantos siglos. Piense ahora en los recursos gastados en los árboles gigantes artificiales, esos que se han erigido en diversas plazas y centros comerciales con costos millonarios (que repito sirven “para adornar” y serán empleados UNA SOLA VEZ).

El Ciclo de la Mayoría de Juguetes (y regalos superfluos)

Parte de nuestro desarrollo como humanos, es que durante la niñez, se nos expone por medio de juguetes cómo es el mundo real. Básicamente los juguetes son una representación de los artefactos que existen en el mundo real. Aviones, barcos, trastos, lámparas, autos, etc… el mundo de los juguetes ofrece posibilidades infinitas. 

Los humanos aprendemos del mundo real usando juguetes. ¿De qué material están hechos? Pues de plástico en la mayoría de casos y también de componentes electrónicos. Piense usted, en los adornos navideños que platiqué en la primer historia de esta entrada. Cambie la forma del plástico, vuélvala un camioncito o unos trastecitos… tenemos ahora un juguete. La calidad del empaque y del plástico nos dirá la procedencia. Todo bien hasta aquí, el juguete tiene una función, pero… ¿Ha pensado usted en el costo de recursos planetarios que implica la fabricación de millones de juguetes hechos en su mayoría de plástico? 

 Ahora imagine los componentes electrónicos que tienen muchos juguetes, hechos de metales raros y difíciles de obtener. Luego de varios años de juegos, los juguetes se vuelven inservibles y en su mayoría pasan a adornar los depósitos de basura. En nuestro país unos pocos serán reciclados. La mayoría nunca encontrarán ese camino. Esta industria utiliza grandes cantidades de recursos y genera grandes cantidades de desperdicios en estos días. Entonces, pregunto yo, ¿A escala planetaria, es realmente necesario desperdiciar tantos recursos si podemos usar menos o bien usar productos más amigables con el ambiente?

Agréguele a esto la cantidad de recursos desperdiciados en papel, tinta y plástico para moños que son utilizados una sola vez, para envolver todos nuestros regalos. (Ahora, cambie la palabra juguete, prescinda de los juegos en todo lo que acabo de escribir en el último párrafo y nos queda el ciclo de esos regalos superfluos que damos o recibimos en estas fechas).



Créditos de Imagen: European Southern Observatory.

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Estimados amigos, si llegaron hasta aquí, les agradezco su lectura, no piensen que estoy amargado. Somos una especie de seres vivos rodeada de ciclos naturales, el ciclo de la evolución estelar, el ciclo de la gestación de un ser humano, el ciclo de la vida y la muerte. Como especie hemos acordado en la mayoría de países que el fin de diciembre marca el fin de un año, el fin del ciclo anual y repetitivo de la Tierra alrededor del Sol. Como seres cíclicos que somos, creo válido celebrar el fin de año, como el fin de un ciclo, y el inicio de otro. En esta entrega, he decidido compartir estas reflexiones con ustedes porque es lo que pienso respecto de toda la parafernalia navideña que nos rodea. Me siento asfixiado por la misma (y por el tráfico que genera). ¿Realmente necesitamos vivir este consumismo de desperdicio de fin de año? ¿Realmente necesitamos invertir como sociedad tanto dinero en cosas que no sirven para nada y se usan UNA sola vez? ¿Nos da paz, armonía y felicidad obedecer a este bombardeo publicitario? ¿No es mejor practicar a diario el vivir en paz y en armonía con nuestras famlias y conciudadanos sin pasar por esta “etapa de reflexión” forzado?

Básicamente esta mi reflexión navideña. Imagine los recursos planetarios y monetarios empleados en adornos, electricidad y bienes que solo sirven para UNA SOLA VEZ. Imagine que podemos ponernos de acuerdo como sociedad e invertir estos recursos en cosas más importantes como educación, salud y seguridad. Somos muchos humanos ya, muchos guatemaltecos y recordemos que los recursos de nuestro país y de nuestro planeta son limitados. ¡Feliz fin de año!

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