En el mundo pasan muchas cosas extrañas a diario, pero lo más extraño que he visto esta semana fue la protesta del pasado martes 13 de junio. Aproximadamente cuatrocientos campesinos protestaron en Guatemala a favor del pueblo y del gobierno de Venezuela. ¿Pero por qué? ¿Qué los llevó a aglomerarse y marchar a favor de un mandatario de otro país?
Según la información de los noticieros que cubrieron el evento la razón era simple, “solidaridad con el gobierno venezolano de Nicolás Maduro”; según confirmó CODECA (Comité de Desarrollo Campesino). La marcha se inicio en el monumento de Simón Bolívar en la avenida de las Américas y terminó en la embajada de Venezuela, según los manifestantes estaban en contra de los actos violentos de la oposición al gobierno de Maduro. Para los que hemos leído noticias acerca de la problemática venezolana se nos hace muy difícil de entender por qué alguien estaría a favor de una dictadura, cuando el pueblo marcha en las calles para pedir la renuncia de un mandatario claramente hay un gran problema.
Constantemente le he dado el beneficio de la duda a las manifestaciones excepto a las gremiales, pero en relación a las marchas campesinas / indígenas siempre he creído que hay algo de sentido común y me topo con esta particularidad. En este caso, la poca credibilidad que tenían ante el ojo público, la perdieron. En mi opinión, no entiendo en qué momento les pareció que era una buena idea hacer una marcha apoyando a un presidente de otro país.
Para los detractores de este tipo de manifestaciones ahora se llevan la satisfacción de que son injustificadas y solo sirven para provocar caos vial. Habiendo problemas de seguridad en general, un presidente ausente, terremotos en el interior, violaciones en centros comerciales y diputados descarados. Ah no, ellos deciden manifestar para apoyar un régimen extranjero del que posiblemente ni están al tanto de cómo trata a sus connacionales. Y nuestra Guatemala convulsionando de problemas.