“Préndales fuego a esos perros”, el clamor ante la tragedia en Las Gaviotas imagen

Pretender resolver los problemas con violencia es como tener a un alacrán encima de los genitales y quererlo matar con un bate de beisbol, inténtelo y me cuenta las consecuencias.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

“Y si mejor matan a todas esas lacras y se resuelve un problema presente y futuro”, “muerte a todas esas lacras”, “apaguen todas las cámaras, saquen a los periodistas, así los polis los pueden masacrar…” “Los hubieran eliminado de una vez, malditos…”.




Los cibernautas se sienten creativos ante tragedias como esta, pero al parecer cada vez se quedan sin ideas. La propuesta ante la lamentable muerte de tres jóvenes fue de nuevo la misma con pocas variaciones: repartir juicios y muerte.




Estamos deseosos de ensangrentar nuestras manos y sobre todo las de las fuerzas policiales. Con tristeza leí la noticia del motín en el Centro de detención Juvenil “Las Gaviotas”. Un grupo de jóvenes en conflicto con la ley penal tomaron el control del sitio, se treparon a los techos de una bodega, se abastecieron de alimentos y bebidas alcohólicas y se enfrentaron contra las fuerzas de seguridad.




Por supuesto que tendría que estar demente para aprobar el accionar de los jóvenes, lo desapruebo, al igual que las acciones que los llevaron a estar internos en ese lugar. Pero mi desaprobación es en mayor medida dirigida a las autoridades de la Secretaría de Bienestar Social –SBS–, quienes han demostrado con creces que son incapaces de dirigir y controlar centros, tanto de privación como de protección.




A las 15:48 horas, ningún medio de comunicación explicaba o mencionaba las razones de los reclusos para amotinarse. Supongo que no importan ya, lo más notable es que tres de esos muchachos están muertos.

Lamento profundamente que el internauta, clase mediero, seguramente con acceso a una educación por lo menos de nivel medio y universitario insinúe que la mejor forma de resolver un problema es la violencia. Es como tener a un alacrán encima de los genitales y quererlo matar con un bate de beisbol, inténtelo y me cuenta las consecuencias.

Somos producto de nuestro entorno

Cuando era niño y adolescente no sabía realmente lo que quería para mi vida, cometí una serie de equivocaciones de las cuales no me siento orgulloso, por ejemplo: una vez llegué tarde y con aliento a alcohol a una misa organizada por mi papá para agradecer mis 15 primaveras. Lo hice todo mal: desde beber, hasta defraudar a mi padre que había organizado una ceremonia para mí, en la cual había invitado a varios familiares, fue bochornoso.




Por supuesto me tocó dar una explicación, que supongo no fue muy convincente. Quizás dije que estaba triste porque mi madre, fallecida cuatro años atrás, no estaría conmigo o a lo mejor dije que pensé que no era nada de malo o que había olvidado la misa. MI reflexión es que me pasó a mí, un muchacho con formación escolar, con un hogar integrado donde era amado.




¿Qué hubiera sido de mí, si en vez de estudiar en un colegio privado, jamás hubiese tenido acceso a un libro? O si ¿En lugar de amor hubiera recibido golpes? que tal si padre hubiera sido un alcohólico abusador.

Seguro mi historia sería distinta, quizás me parecería más a uno de esos jóvenes internos en Gaviotas. Somos producto de nuestro entorno, lo queramos o no, tenemos cosas buenas y malas, mamadas de nuestra sociedad y familia.

Estos jóvenes privados de su libertad, quienes seguramente han cometido acciones mucho más graves que llegar tarde a una misa con un par de cervezas atravesadas entre pecho y espalda, han de tener un pasado deslucido, con ausencia de familia, libros y sobro todo amor.

¿Quién soy yo para juzgarlos? Desde luego que tampoco podemos eximirlos de un castigo, pues es parte del proceso de formación. Solo estar consciente de nuestras equivocaciones y realizar acciones para enmendarlas, nos hará entender, aprender y resarcir.

La SBS debiese garantizar que esos jóvenes no delincan más, deberían de haber planes funcionales de formación técnica para que estos centros dejen de ser escuelas de crimen y se conviertan en talleres productivos de carpintería, panadería, artesanías entre otras cosas.

He captado algunas imágenes de comentarios en redes sociales. Quisiera que nos leyéramos, que viéramos cuánto odio sale de nuestros poros, cuánto rencor, cuánta sed de venganza, cuánta sangre llamamos. ¿Nos gusta la imagen que proyectamos? ¿Es lo que queremos enseñar a nuestros hijos?




Deseamos la muerte ajena, mejor si la misma es dolorosa y con esa misma conciencia pretendemos educar a nuestros hijos, convertirlos en personas de bien… que doble moral la nuestra.




Lo cierto y triste en simultaneo es que estos jóvenes internos tienen un pasado oscuro que los hace actuar de esa forma, sin que esto sea una justificación no podemos sacar de la ecuación esa realidad. Pero de vos espero más.

 ¿Cuál es tu excusa para odiar y querer matar? ¿En serio te mancharías las manos? O es pura fanfarronería de redes sociales.

Fotos: cortesía de José Luis Pos. (gracias posito.com)

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