Esta semana, como usualmente me pasa, recibí por Facebook y Whatsapp más de veinte invitaciones a actividades que llamaron mi atención: un taller de coaching, una charla sobre imagen personal, un webinar de storytelling, una reunión de amigas, el lanzamiento de un libro, una conferencia de tecnología, la reunión mensual de mi libroclub, una conferencia en la universidad, un coctel en una galería de arte … (la lista es interminable). Y al igual que en muchas ocasiones, me enfrenté al reto de decidir a cuáles de estas actividades quería y podía asistir. Pero, a pesar de que intenté elegir las actividades que más se alineaban con mis metas y con mi visión, por algún motivo desconocido, al final de la semana o incluso mientras estuve en alguna actividad, sentí que me había equivocado, que no había elegido correctamente y me invadió la sensación de “estar perdiéndome de algo valioso”.
Ante todas las alternativas que ofrecen las redes sociales, a veces quisiera “clonarme” y poder estar en todas partes. Pero la clonación no es una opción y cuando siento que me estoy perdiendo de eventos importantes, me bloqueo y empiezo a sentir estrés.
Hoy comenté mi frustración con una amiga psicóloga y me sorprendí al escuchar que ese miedo a “perderme de algo” que me invade al organizar mi agenda, lo sufren muchas personas. De hecho, tiene un nombre: “FOMO” (Fear of missing out o miedo a perderse de algo) y según el Diccionario en línea de Oxford, se define como “la ansiedad -con frecuencia detonada por publicaciones en redes sociales- de que un evento emocionante o interesante pueda estar sucediendo en otro lugar”.
Cuando mi amiga me habló de este síndrome que afecta a millones de personas y que se relaciona con el uso de redes sociales, me sentí totalmente identificada y después de ver este video, entendí mejor lo que sucede en mis pensamientos y en mis emociones cuando sufro de FOMO.
Aunque no puedo culpar a la tecnología de mi padecimiento (pues creo que la tecnología es una herramienta neutral que abre posibilidades de conexión y aprendizaje), noto que el uso que a veces le doy a mi teléfono celular me desconecta de la actividad que he elegido y aumenta mi FOMO. Esto me sucede por ejemplo, cuando decido quedarme en casa para descansar y en vez de hacerlo, veo Facebook y termino arrepintiéndome por haberme perdido la reunión de amigas.
Hoy, al reflexionar sobre mi FOMO me pregunto: ¿Y si por estar pensando en lo que “podría estar perdiéndome en este momento” me estoy perdiendo de lo más importante, de lo que sucede conmigo? ¿Y si por estar enfocada en “todo lo que podría estar haciendo”, me pierdo de lo que he decidido hacer? Y empiezo a sentir algo que voy a llamar FOMI (fear of missing in –miedo a perderse lo de adentro). Y me doy cuenta que el FOMO puede combatirse con presencia, con enfoque, con vivir el momento.
Si decido estar aquí y ahora, si pongo mis cinco sentidos en lo que estoy haciendo, si me alejo del celular… quizás logre combatir al FOMO y viva feliz en el presente. ¿Y tú qué puedes hacer para vencer a tu FOMO?