“Mucha hay les dejo esta”, “miren esta otra”, estas frases son acompañadas por fotografías de mujeres con poca o sin ninguna ropa en la aplicación Whatsapp, misma que en 2017 contabiliza a más de 1, 200 millones de usuarios activos alrededor del mundo.
¿Cuántas imágenes de mujeres desnudas serán compartidas diariamente? Imposible saberlo, lo único que puedo saber respecto a este tema es que a diario recibo imágenes de mujeres por medio de esta aplicación. En promedio 4 o 5 fotos de “culitos”, entre edecanes, modelos, artistas o incluso amigas de amigos.
Al parecer no soy el único en observar este fenómeno. En la Universidad de Alicante se hizo recientemente un estudio titulado: Machismo a golpe de Whatsapp, el móvil mecanismo de violencia sexista en los estudiantes universitarios. El estudio concluyó que el 16.2% de los estudiantes encuestados reconoció recibir alguna vez mensajes sexistas.
Estoy convencido de que esa estadística sería mucho más elevada en Guatemala, por lo que seguramente un gran porcentaje de hombres con o sin sobredosis de testosterona recibe a diario decenas de imágenes de “culitos” como muchos llaman a las mujeres.
“Culito” es una expresión peyorativa con la que crecí. Tuve que batallar contra la tradición social y la costumbre de repetirla. Utilizarla es sin duda una mala práctica enraizada y longeva. Mi mamá, que en paz descanse, escandalizada me contó alguna vez que descubrió a sus 17 años que los hombres se referían a ellas de esa forma.
Les aclaro que la vocación de los chats a las que estoy suscrito no es el intercambio de imágenes de chavas, más bien estoy en grupos afines al fútbol, de ex alumnos del colegio, entre otros, pero inevitablemente en algún momento del día, cualquiera de los integrantes sucumbe ante la tentación de mandar la foto de la chava del día.
Mi rol de espectador consiente esa práctica, estoy claro de eso, aunque no me guste la praxis y no lo comparta, tampoco me atrevo a salirme del chat. Dos razones me amarran a ellos: me interesan los otros temas que se abordan y temo que mi salida sea interpretada como un desplante que conlleve una enemistad.
Lo cierto es que las nuevas tecnologías privilegian y potencializan estas prácticas, la de intercambiar fotos de chavas con poca o nula ropa. Estamos en la era de la sexualización de la mujer, es presentada en chats como un objeto sexual, “está buena”, se dice, sin detenernos a pensar si esa mujer realmente desea que le llamen “culito” o que la califiquen como “buena”.
A veces cuando el libido y el morbo se presenta me aferro a la imagen de las cuatro mujeres que más amo: esposa, hija, hermana y madre, sacudo mi cabeza y las imágenes son enviadas a la carpeta de la basura. El próximo paso será la intolerancia absoluta y el abandono de cualquier grupo que consienta la práctica.