¡MIÉRCOLES! Olvidé escribir mi relato imagen

Escribir es una responsabilidad que implica constancia, investigación y disciplina. ¿Qué pasa cuando un columnista olvida escribir su relato semanal? Monsanto nos lo cuenta.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Escribo semanalmente desde junio de 1996, y no tengo una idea clara de cuántos textos he realizado desde aquella fecha. Solo sé que la responsabilidad que implica comunicar ideas, a personas que generalmente no conozco, me ha motivado para sentarme frente al ordenador disciplinadamente desde el principio. Supongan por un momento queridos lectores, que escribir representa imaginar, investigar, crear disquisiciones sobre determinadas ideas, ficciones, entre otros tópicos, con la esperanza de que alguien lea nuestros pensamientos. Más ambicioso aun, la posibilidad de inspirar a otros a partir de nuestras conclusiones.

El que escribe, principalmente en el presente de la era digital, crea diálogos. Es interesante cuando las redes sociales, en las que aparecen las narraciones, honran nuestros escritos ampliando ideas, refutándolas o sumando material que enriquecen desde otra perspectiva los contenidos vertidos. En mi caso, me encanta cuando la gente me dice que alguno de mis cuentos de miedo les robó el sueño o que comparten conmigo la aracnofobia que en silencio me devora. Me sorprende mucho la afición de mis leyentes por los relatos de terror. Y más que no a todo el mundo le gusten los temas relacionados al arte y su historia. O, en casos extremos, la mismísima Navidad. 

Foto: Pick the Brain

Estoy escribiendo en un día poco usual y ya varias horas fuera del horario de cierre. Supongo que la complacencia de las fiestas me ganó. El lunes, que es el día que suelo sentarme a crear mis relatos, se robó mi atención buscando regalos en la muy leal y muy caótica ciudad de Antigua. Me acuerdo que, entre empujones de gente empurrada, en algún momento del día me dije: “A la noche escribo mi relato de la semana”. Si pues, ya está que no lo hice. El 24, aparte de tratar inútilmente de saludar a Alma Monsanto por su cumpleaños y de consolar a mi pobre perra por la exagerada pirotecnia, me la pasé arreglando casa -mi familia y amigos la pasan conmigo. Es por eso que amo tanto la Nochebuena-. Entre todo aquel trajín dije, “ok, lo hago mañana en la mañana…”. Pero, ¿adivinen qué? Después del desayuno y el almuerzo con las visitas esperadas e inesperadas, me fui a dormir una siesta y fue en medio del sueño más profundo que reaccioné, después que mi botón de pánico me alertara entre sueños: “Lunes, martes ¡MIÉRCOLES! Olvidé escribir mi relato”. Así es que después del susto, acá me tienen, en la tarde/noche de Navidad, pensando en ustedes y en alguna narración que compartirles. Claro, eso será la semana entrante si el primero de enero no me sorprende como lo consiguió este 25 de diciembre. O sea, con la cabeza en Babia. 

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte