Mi nutricionista me mantiene alejada de las dietas imagen

En su clínica no encontrarás pesas ni metros que definan un bienestar físico, ella empieza a trabajar la mente para luego ver resultados respetuosos en tu cuerpo.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

La última vez que estuve en casa de mi nutricionista pedimos pizza y como postre tomamos café con champurrada. En una de las tantas conversaciones tomó mis manos y me hizo una terapia para conectarme con mi subconsciente y escudriñar alguno que otro recuerdo que no me permitía sanar el presente.

Parecerá mentira pero con ella no siento culpa por la comida más bien reconozco con humildad y a veces entre risas mis antojos más profundos.

Gaby Cruz estudió Nutrición en la Universidad del Valle de Guatemala. Emprendió el camino hacia la nutrición consciente cuando escuchó a profundidad las palabras de sus pacientes. “Cuando me gradué de nutricionista me di cuenta que todos mis pacientes decían que no habían hecho la dieta porque la ansiedad no los dejaba”. Con la inquietud de ayudar a sus pacientes viajó a México a recibir un curso de flores de bach y auriculoterapia para el manejo de la ansiedad. Esos fueron sus primeros pasos para convertirse en la nutricionista que es hoy. 



Gaby Cruz no es Nutricionista convencional, ella busca en lo profundo de tu corazón que pasa con tus antojos. 

Durante el período de lactancia de su hija sintió algo que la hacía romper con todo lo que había aprendido, “La lactancia me estaba agobiando y en ese momento decidí que las dietas no servían y empecé a buscar alguna nutricionista que pensara igual que yo y encontré el mundo del mindful eating”. (El término Mindful Eating es más bien un movimiento, una corriente de pensamiento y estilo de vida que te lleva a conocer tu cuerpo, detectar tus sensaciones y, a través de la meditación, la visualización y otras técnicas de entrenamiento mental, ser consciente de la cantidad de alimento que necesitas en cada momento)

Tiró los archivos de las dietas que había hecho y empezó a ir más allá. En la clínica de Gaby no hay metros ni pesas, hay alguien que te escucha y sabe decirte por qué tienes esa ansiedad tan grande por comer chocolate cuando llega la noche o cuando estás triste.

En la primera sesión que tuve con ella llegué con la queja que en la noche, cuando todos estaban durmiendo, me tomaba una coca cola. Eso me hacía sentir bien y sentía que calmaba (hasta cierto punto) mi ansiedad. Buscó en una lista de alimentos en su computadora y me dijo: “La cafeína es miedo de regresar al trabajo” y efectivamente estaba a unas semanas de dejar a mi bebé en manos de una niñera para reincorporarme a mi vida laboral.

Luego en una reunión familiar mientras les contaba sobre la maravillosa nutricionista que había conseguido alguien me dice: “Yo como muchísima fruta, me entra ansiedad si no como por lo menos una porción al día”. Le escribí a Gaby y me respondió: “Ansiedad más fruta es la reacción a una persona que trabaja demasiado” y efectivamente. Todos quedaron impactados de sus aciertos.

Hace unas semanas finalicé un curso que impartió sobre nutrición consciente, entre los ejercicios programados nos dejaba comer chocolates y galletas. La misión era encontrar la razón real de nuestros antojos y los recuerdos que estos traían a nuestro cerebro. Durante ese tiempo logré comprender por qué hay alimentos que inconscientemente mi cuerpo los pide porque seguramente me hace falta algo más o me llevan a recuerdos de mi pasado.

Hablar de nutrición consciente en una sociedad que hace culto al cuerpo y que maneja estereotipos como pensar que quien está gorda es fea y la delgada bonita es un camino difícil. Y más aun cuando hay tantos trastornos alimenticios a nuestro alrededor, todos conocemos a la amiga delgada que cree que está gorda y que pasa a dieta buscando bajar, pero en realidad lo que ella necesita es sanar.

Emprender el camino hacia una nutrición sana desde la mente y no desde el estómago ha sido un camino difícil para mi, algunos lunes me enfrento a la tentación de hacer una dieta que seguramente me va a deprimir y me frustrará. 

El camino más fácil que he encontrado es enfrentarme con mi nuevo yo, eso no quiere decir que no desee bajar de peso, deseo hacerlo pero de una manera que no lastime mi nueva versión y que sea lo más respetuoso posible con mi cuerpo.

En la actualidad tengo un peso que nunca había tenido, sin embargo si comparo mi vida con todo lo que era y tenía cuando era delgada actualmente soy el doble o más feliz de lo que era. Porque mi peso no define ni condiciona la felicidad que siento ser mamá y disfrutarlo todos los días. 

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