Los dineros de la discordia imagen

El Ministerio de Cultura tiene una fortuna para celebrar el bicentenario de la independencia. En otras palabras, hay plata para…

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El Ministerio de Cultura tiene una fortuna para celebrar el bicentenario de la independencia. En otras palabras, hay plata para “llevar a cabo actos públicos, como reuniones, ceremonias, espectáculos…” en un momento poco propicio para dilapidar recursos en suntuarios. Olvidémonos de la pandemia, la hambruna, la educación y otros problemas que deben resolver las otras carteras para enfocarnos en el gigantesco campo de lo cultural. Parques nacionales, escuelas de arte, el Instituto de Antropología e Historia (vital en la dinámica de un país con tantos tesoros), los museos, los teatros estatales e infinidad de ramas relacionadas a la formación y la expresión artística que son las que finalmente le dan carácter a cualquier nación y preguntemos ¿por qué no repartir esa pequeña fortuna en las distintas instituciones que están haciendo agua por todos lados?

Los pormenores de la compra de la pintura a Cristian Escobar los desconozco. A diferencia de las maliciosas redes sociales que todo lo saben y si no se lo inventan, ese contrato es harina de otro costal y no voy a hablar de lo que no tengo ni idea. Me interesa más la inquina contra Chrispapita, como le dicen las personas que lo quieren, que llegó al extremo de crear perfiles falsos para hacerle el mayor daño posible. Los distintos portales no paran de insultarlo, de mofarse de él por ser dentista de la Marroquín o por ser un pseudo pintor; eso sí, todos reconocen que nunca han oído hablar de él, entonces ¿cómo determinan que no sabe pintar, que usa proyector o se vale de a saber qué subterfugios? Seamos serios.


Cristian Escobar no es el único artista que tiene un título paralelo a su actividad creativa. Por hacer un listado rápido pensemos en le doctor Hernán Martínez-Sobral (cofundador de la Escuela Nacional de Artes Plásticas) o los ingenieros Rafael Pérez de León y Efraín Recinos o el abogado Salvador Saravia. Todos, protagonistas en su momento, de obras que hoy están en el olvido de los más jóvenes. Esto lleva a otra reflexión ¿quién está autorizado, querido lector, para decirle a usted cuánto debe ganar por su trabajo? Es obvio que Escobar no se conforma con el salario mínimo y lucha por mejorar sus ingresos. Como artista se le puede señalar por ser pulcro y perfeccionista. Entregado a su trabajo.

¿Qué nadie lo conoce? Habría que preguntarles a sus detractores si han oído hablar de Alberto Aguilar Chacón, Antonio Tejeda Fonseca, Eduardo de la Riva, José Gregorio Chávez, José Cayetano Morales, Óscar Murúa, Antonio Olivero, Rafael Piedrasanta, Luis Zaldívar, Cristina Camacho y sigamos listando, todos protagonistas en su momento. Salvo algunos artistas que los han estudiado, para el resto de los mortales no existen porque “no los conocen”. Incomprensiblemente, sus obras tienen demanda en el campo del coleccionismo más refinado.

El mercado del arte funciona, principalmente, en un ejercicio de oferta y demanda. Hay artistas extraordinarios que no logran posicionar su obra en el gusto del coleccionista y por eso, a pesar de su calidad, no alcanzan el mérito económico que se merecen. Otros creadores trabajan bajo la celosa férula de los curadores quienes, conectados a espacios de privilegio, terminan valorando el producto de sus protegidos y empastando sus bolcillos por sus meritorias diligencias. También están las galerías, las subastas, festivales y las bienales, que aglutinan a los autores más apreciados e impulsan las carreras de protagonistas emergentes dando un empujón a su producto.

El siglo XXI, con sus diferentes canales de comunicación, impulsó al artista que se auto gestiona. Y este es el caso de Chrispapita que ha creado su propio mercado y que ha sabido canalizar sus pinturas hacia un sector de coleccionistas que aprecian y alaban su trabajo. Sí, es un artista caro y por eso ya no se le ve por las plataformas usuales, que ya le han ido quedando chicas. Y sí, es posible que una obra de las dimensiones que tenía propuestas para el Ministerio de Cultura y Deportes cueste ya más de un millón de quetzales. Esto, porque la institución estaba dispuesta a pagarlos y ahora, no sería extraño, que la iniciativa privada le abonara una suma similar con tal de adquirir la controvertida y famosa pintura. En otras palabras, si no conocían a Cristian Escobar, Chrispapita, hoy es el autor más visible de la pintura guatemalteca.

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