Los 70 tránsfugas que le temen al desempleo imagen

Ser diputado es más sencillo que ser agente de call center, ejecutivo de servicio al cliente o casi cualquier profesión, puesto que la Constitución no exige otra cosa que ser guatemalteco.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Setenta de los 158 diputados que conforman el Congreso de la República utilizaron a los partidos políticos como un burdo vehículo electoral para obtener un curul en el Legislativo. Meses después de su juramentación estos se cambiaron de camisola y se unieron a bloques distintos.

Ahora estos mismos diputados tránsfugas, oportunistas y poco éticos, buscan con desesperación modificar las últimas modificaciones a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, que prohíben la nefasta práctica del transfuguismo, para poder ser relectos en la próxima legislatura.

De no prosperar sus perversas intenciones 70 de 158 diputados no podrán ser relectos en la próxima elección, con lo que el país ganará mucho al desechar a varios politiqueros que serían capaces de vender a su propia familia con tal de seguir aferrados a un curul, del que únicamente se sirven.

Ser diputado es un negocio redondo

De acuerdo a información pública un legislador, que lo que menos hace es hacer leyes, gana un poco más de Q29 mil, si este parlamentario integra un cargo en junta directiva su salario se incrementa significativamente. Si a esto le sumamos el poder para contratar a familiares, amigos, contar con beneficios de seguridad, telefonía móvil, caja chica y otros gastos, los ingresos directos e indirectos se multiplican.

¿Hemos visto últimamente los portales de empleos y los anuncios clasificados en los medios de comunicación? Si ustedes lo han hecho, seguro habrán encontrado plazas de: médicos, con especialidades, de ingenieros con maestría, de comunicadores sociales con varios años de experiencia que no superan los Q15 mil.

El selecto grupo de profesionales que superan los Q20 mil está integrado, usualmente, por gerentes que acreditan muchos años de experiencia, estudios complementarios y que se someten a procesos de oposición.

Lo cierto es que para que un guatemalteco gane entre Q15 mil y Q20 mil, necesita una alineación de los astros para que factores como: capacidad profesional, formación académica y alguna ayuda del networking se conjuguen perfectamente.

Para un diputado es bastante más sencillo, se embolsa Q29 mil más otros gastos y solo debe acreditar su nacionalidad guatemalteca, pues el artículo 162 de la Constitución exige ser guatemalteco y estar en uso de sus derechos. Nada más.

Visto desde esa perspectiva es comprensible la desesperación de los 70, de esos que sin hacer mucho, obtienen un beneficio económico grande y que solo les quedarán dos alternativos de no lograr impulsar sus nefastas reformas a la ley electoral: conseguir trabajo con las reglas del mercado, con lo que auguro que sus ingresos estarán muy por debajo de los actuales o, echar mano de los amigos diputados para que les regalen una asesoría para el siguiente periodo.

Yo me inclino con esta segunda opción. De cualquier forma de no prosperar sus perversas intenciones, en el siguiente periodo tenemos 70 parásitos menos. ¿Qué cree que ocurrirá?

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