Leer mucho en un país que lee poco | El Blog de Juan imagen

En Guatemala, de cada 100 personas solo una lee por placer. ¿Sos una de esas 99 personas? ¡Nunca es tarde para comenzar! Te tengo una propuesta y te invito a leerla en #ElBlogDeJuan

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

En Guatemala, de cada 100 personas solo una lee por placer. Con esta oración iniciaba un artículo que leí sobre la lectura en en país. Me pareció una cifra sorprendente pero, luego de un poco de reflexión, creíble. Basta con hacer una breve inspección dentro de nuestros círculos sociales para darnos cuenta que, en efecto, muy pocos leemos de verdad. 

Leer por placer

Leer por placer no es navegar entre miles de tuits, o analizar cada caption en Instagram. Ni siquiera es leer noticias. Leer por placer significa tomar un libro, apartar un par de horas diarias de nuestro preciado tiempo, sentarse en un rincón acompañado de un café o un té y perderse en las páginas de aquella novela. Leer por placer es “sacrificar” ese episodio en Netflix por un par de capítulos en tinta. Es dejar el smartphone a un lado y distraernos solo con los diálogos entre los personajes del libro.




Pero son pocos los que entenderán este sentimiento. Sin embargo, y porque vivimos en el país de las ironías, Guatemala lee poco pero produce muchos libros. Para 2010, el país ocupaba el segundo puesto en mayor producción editorial a nivel latinoamericano, según el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLAC).

¿Por qué no leemos entonces? 

Considero que lo debemos a dos factores. El primero es la pobreza.  A veces damos por hecho que todos pueden leer, pero olvidamos que hay un 17% de la población (en su mayoría de escasos recursos) mayor de 15 años que es analfabeta, según el último estudio realizado por el Comité Nacional de Alfabetización (Conalfa). El segundo factor es el desinterés y en este entra ese 83% de la población. La crisis de lectura está enraizada en la poca cultura que tenemos cuando se trata de leer. Considero que así como necesitamos hacer deporte y la dieta balanceada para la buena salud, o estudiar para perfeccionarnos en nuestra vida profesional, así también deberíamos leer por placer para alimentar nuestra creatividad y formar la mente. Lo decía Joseph Addison (poeta y dramaturgo inglés), “La lectura es a la mente lo que el ejercicio al cuerpo”. 

Una cita pendiente con Filgua 2017 

Me enamoré de los libros hace muchos años. Mis primeros recuerdos se sumergen a las páginas de la serie blanca de los libros de la editorial “Barco de Vapor”. Gracias a esas lecturas, escribí mi primer “libro” a los siete años, que titulé “La Vaca Traviesa”. Éste narraba las aventuras de una vaca que, aburrida de la rutinaria vida en la Granja, escapaba una noche del corral y se aventuraba por un bosque. Con el paso de los años, caí redondo con una de las colecciones de libros de mi mamá: más de 20 novelas de la escritora Enid Blyton. Fue la novela “Seis Primos En La Granja” la culpable de que soñara con ser escritor. En mis últimos años de colegio descubrí (a la fuerza quizás) la literatura clásica y el Siglo de Oro español y me sumergí en el mundo de José Zorrilla, Lope De Vega, Jacinto Benavente, entre otros. En mis primeros años de universidad leí cuanto pude de literatura guatemalteca y ahora leo cuanto puedo de lo que sea. Desde Carlos Ruiz Zafón hasta reportajes inmortalizados en libros. 




Por eso es que iré a la Feria Internacional del Libro en Guatemala (Filgua) 2017. Espero encontrarme con ese mundo de las palabras impresas y las historias inmortalizadas. Extiendo la invitación a todos aquellos que quieran aprovechar este tipo de eventos culturales que, de alguna manera, le dan una esperanza a este país y nos ayudan a creer que por medio de la literatura, el arte y la música, el mundo es un mejor lugar, o al menos un escape beneficioso para los escritores, poetas y artistas enamorados de la belleza. 



Afiche Filgua 2017. 

Sé que hay muchos por ahí que, negándose a ser como esas 99 , son ese uno de cada cien que abre un libro para perderse y encontrarse entre la tinta y las páginas viejas, los capítulos y los puntos finales. ¿Me equivoco?

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