En junio de 1988 la revista internacional National Geographic publicó en su portada una postal de la Semana Santa guatemalteca. Se trata de una fotografía donde se ve a unos cucuruchos en la procesión de Jesús de los Milagros, que sale del Santuario Arquideocesano del Señor San José cada Domingo de Ramos.
En la imagen se muestra a unos cucuruchos que cargan el anda que porta esa imagen. Uno de ellos lleva un par de tenis de una marca reconocida con francas blancas. Esto no sería posible en la era de la estricta uniformidad.
El atuendo del cucurucho consiste básicamente en un capirote y una túnica talar (que cubre hasta el tobillo) que, de acuerdo al antropólogo e historiador Mauricio Chaulón, tiene sus orígenes en las que usaban los peregrinos y monjes de la baja edad media (del año 1,000 a 1,492) que imitaban el compromiso del sacerdocio durante la Semana Santa.
No obstante la uniformidad transcendió el traje penitencial de la túnica. Ahora las asociaciones de pasión exigen además pantalón negro, zapatos negros (no tenis) y en los casos más extremos un monograma y camisa blanca. Algunos devotos comparten estas medidas bajo el argumento en que son disposiciones previamente anunciadas y las interpretan como una especie de ordenes militares que se deben acatar sin cuestionar, aún cuando estas no tengan sentido alguno, como por ejemplo pantalón negro sí, pero azul oscuro y gris oscuro no. Otros consideran que los encargados podrían ser más flexibles en algunos casos o por ejemplo con el color del pantalón.
El tema se puso en la palestra desde que algunos directivos de la hermandad de San Bartolomé Becerra retiraron a varios cargadores, que ya se encontraban cargando, por incumplir a esta estricta uniformidad. Conocí el caso de un cucurucho cuyo pantalón era gris oscuro, pero no pasó el filtró de los inspectores y fue retirado. Él exigió el retorno de su dinero, pero el momento de oración fue interrumpido no solo para él, sino para el resto de devotos que se encontraban en su momento penitencial.
Este tipo de escenas fueron criticadas e incluso publicadas por algunos medios de comunicación lo que generó rechazo y críticas. La Asociación de Cucuruchos Seculares y el grupo Memorias del Cucurucho exhortó a las asociaciones de pasión a ser más flexibles y a tener un mejor trato con el devoto, respetar su dignidad y a no protagonizar escenas como las suscitadas durante la procesión de San Bartolomé de Becerra.
Lecciones aprendidas
No obstante algunas asociaciones de pasión parecen haber aprendido la lección, según algunos integrantes de la Asociación de devotos cargadores que sacó en procesión a la imagen de Jesús de los Milagros, la instrucción del cortejo del domingo fue “no impedir” que ningún cucurucho cargara, únicamente solicitarle que el siguiente año cumpliera con la instrucción. Además un grupo de la asociación escoltó a turistas durante el recorrido para permitir que se tomaran fotografías a la procesión, en vez de impedirlo como se ha hecho en el pasado.
Desde luego que la uniformidad es importante, toda vez no se privilegie la humanidad y el sentido común. No es congruente ser partícipe de una manifestación de piedad popular y retirar con violencia un cargador por tener un pantalón una tonalidad más clara.
En ese sentido la invitación es por ser flexibles, humanos, respetuosos y lógicos, pues si un devoto puede llevar pantalón gris pero tener de rodillas su alma para llevar en hombros a la imagen de su devoción. Se rechaza lo ocurrido en la procesión de San Bartolomé de Becerra, pero se aplaude lo ocurrido durante el cortejo de Domingo de Ramos.