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La vida en pareja no resulta siempre como uno la espera. Un accidente automovilístico cambia la relación de pareja de Paula y Gemail desembocando en una dolorosa separación.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

LA SEPARACIÓN. Por Guillermo Monsanto

Gemail se resistía a creer que aquello se hubiera acabado. De un tiempo para acá las cosas habían cambiado, pero él seguía sintiendo amor por Paula y estaba dispuesto a todo por ella. Seguían viviendo juntos, pero “¿en qué momento comenzó a ignorarme? ¡Por qué llora todo el tiempo! ¿Qué le hice? ¿Fue el accidente el que nos cambió la vida? Pero, si era ella la que iba manejando”.

Aletargado y un poco ausente, Gemail Guerra pasaba los días tratando de salir de su aturdimiento. No estaba seguro si la medicina le provocaba el estupor del cual no sabía salir. En realidad “¿necesitaba esa medicina? Se lo diría al doctor la próxima vez que fuera a su consultorio. “Me he de haber fregado algo en el nervio óptico”, pensaba, “veo todo como si una débil cutícula le diera brillantez a lo que miro”. Sin embargo, debido a la ley del hielo que le tenían impuesta, decidió no comunicárselo a su mujer. Para qué agregar preocupaciones a la tensa situación.

Preso de un sueño entrecortado, no paraba de revivir aquel momento. Iban escuchando música disco… “Diana, no… Toni Tennille, tampoco ¿quién cantaba Hot Stuff? Todo se ve en verde y es confuso. Paula está al volante, se distrae con el móvil, el camión cambia de carril. Sale del trance, está en la cama, Paula sentada, solloza. La despierta la misma pesadilla. “No puedo pensar, me siento como si estuviera drogado… Donna Summer, ella cantaba esa canción”.

Los días pasan muy lentamente “¿cuándo volveré al trabajo?”. Empieza a molestarse cuando observa que, deliberadamente, Paula puso la mesa solo para ella. “Me está ignorando”, se lamenta con un vacío en el estómago. Ella tiene entre las manos un relicario con la fotografía de ambos durante la luna de miel. Él se sienta en su puesto enojado, ella se sobresalta y le dice “tienes que irte de mi vida, esto se acabó” y regresa al relicario.

Días después, Paula sale de la casa. Se sube a su carro rumbo al trabajo. Prende la radio en la estación retro. Mientras maneja empieza a recordar el día del accidente. Gemail iba de copiloto, estaban felices los dos. Él tomó su móvil y le mandó un mensaje: “Te amo gorda”. Escuchaban, a todo volumen, a Donna Summer. Ella se distrajo un momento para contestarle por medio de otro mensajito, pero no lo logró. Su carro estaba en el punto ciego de un tráiler que maniobró bruscamente hacia la derecha, empujándolos al carril contrario. A partir de allí solo recuerda ser atendida por los bomberos. Las lágrimas recorren sus mejillas nuevamente. Gemail permaneció en el hospital 20 días en coma.

De nuevo en casa, sentada a la mesa, percibe movimiento otra vez en la silla de Gmail. Desconsolada se voltea hacia la cabecera de la mesa mirando hacia el puesto de su esposo. “Por lo menos me está viendo”, piensa con cierto temor Gemail. “Va a decir algo pero quizás sea mejor que no diga nada”. “Gemail, el mensaje que te iba a escribir cuando nos accidentamos decía que te iba a amar eternamente y así será… pero ahora te tienes que marchar, tú estás muerto y tu lugar es en otra parte. Suéltate y vete. Siempre te amaré”.

La silla cayó al suelo sobresaltando a Paula a la cual se le escapó un chillido de sorpresa. Gemail, horrorizado, empezó a caminar por el comedor dando tumbos… Recordó que, en el hospital, Paula, su madre y otras personas le hablaron de “¿desprenderse? De la separación entre el cuerpo y el alma”. Recordó al sacerdote orando por él. También los aparatos de soporte vital haciendo ruidos extraños que, de pronto, se silenciaron. Un dolor inmenso. “Aire, no puedo respirar”, convulsiones, la luz se hizo diferente y de pronto solo se sintió aletargado, hasta hoy. Hubo un portal muy blanco que después de unos segundos se cerró. Desorientado se dirige de nuevo hacia esa luz, hacia esa puerta que de nuevo está abierta y entra en ella. El alma de Gemail por fin descansa en paz. 

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