La decisión, 7a. Parte imagen

La confesión de Giordanna parece sólida, pero al Comisario W.P. Chanan, algo no le cuadra. Continúa la novela policíaca guatemalteca de Francisco Alejandro Méndez: La Decisión.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

La decisión, primera parte

La decisión, segunda parte

La decisión, tercera parte

La decisión, cuarta parte

La decisión, quinta parte

La decisión, sexta parte

Tras leer lo que me había escrito mi amiga, se cruzaron en mí sentimientos encontrados. Por un lado, yo me sentí molesta, primero por haber cruzado una línea de la intimidad de mi amiga, la que creo, no debí traspasar nunca; por otro lado, el hecho de que se fuera del país sin llamarme por teléfono y sin despedirse y por último por su terquedad de mantener la relación con el taxista.

Tras pensarlo y repensarlo, le contesté que sí le haría el favor, que con mucho gusto, pero realmente lo hice de manera fría y sin ánimo de hacer algo en realidad. Apagué la computadora y me fui a acostar.

Mi vida continuó transcurriendo al ritmo que yo le imponía, comisario. Nuestra relación matrimonial, desmejorada; el Guille y yo teniendo encuentros casuales, las amigas del colegio invitándome a una copa de vino y a chismear. Los niños creciendo y cada vez más seguros de su vida. En fin, don Wenceslao, como le iba diciendo fue entonces cuando comenzó a complicarse todo, pues, a pesar de que había dicho que no, me involucré en la relación de Sara y el taxista, ¿cómo le parece?




Comencé a recibir mensajes de Sara, en los que incluía: 1) unas líneas para mí (a veces lamentaba no haberse despedido de mí, otras la culpa que sentía por la muerte de su padre y los roces que provocaba la tensa relación con su madre). 2) El mensaje para el taxista 3) Lo que él le escribía en español y quería que yo se los tradujera. No los leía con el entusiasmo de antes, hasta que se comenzaron a poner ¿cómo le explico?, bastante cachondos. Me va a disculpar, pero tengo algunos y quisiera leerlos, si es posible. Comenzaré por los del taxista. Eran frases escritas con faltas de ortografía y con un “slang”, perdón, con un lenguaje bastante bajo, soez y procaz. Me parece que su pobre lenguaje hacía que repitiera una y otra vez dos o tres frases iguales. “Mi canchita rica. Me hace falta tu hoyito con pelos rubios para tashtulearte bien rico”. “Me estoy volando la paja por vos, muñequita de ojos azules. Quisiera tener entre mi boca tus pezones rosados para mamarte todo el día”. “Nunca encontraré otra cerota como vos que coja tan rico, que haga que se me pare mientras estoy sentado en el café Internet y te mando este mensaje”.




Imagínese, comisario. No soy una mujer familiarizada con ese lenguaje y, aunque he leído literatura de este país, donde se escribe de esa forma, yo estaba verdaderamente horrorizada de leer lo que ambos intercambiaban. Sara no se quedaba atrás. Le voy a traducir algunos: “Extraño tu cosita parada. Yo también me acaricio el clítoris pensando en ti”. “Las últimas cogidas fueron muy buenas. Probamos de todo y eso me tiene a mí todavía muy caliente”. “Mi cuerpo está que arde de pensar en el tuyo encima. Me cuesta mucho dormir si no me masturbo con la fotografía que me regalaste”. Claro, como comprenderá fueron bastantes mensajes lo que me enviaron, traduje y reenvié. Una vez los imprimí todos y me salieron como setenta y cinco páginas. Muchísimos, la verdad.

No le voy a negar, comisario, que en medio de esa decadencia de lenguaje y comportamiento desbordado de sexo, me causaba cierta envidia la forma en que ellos se comunicaban. Ya escuchó el tipo de lenguaje y lo íntimo de los emails. Pero, al final de cuentas pensé que eran muy auténticos. Había un sentimiento diáfano y sin las típicas luchas de fuerza que ocurren en las relaciones. Le voy a confesar que yo jamás me comuniqué así con ningún hombre. Con Jóse, ni pensarlo y Guille, pues tampoco. 

Ilustración: Tenshi Arts 

BLOG EL COMISARIO VA A LA UNIVERSIDAD POR FRANCISCO ALEJANDRO MÉNDEZ




Periodista, catedrático universitario regional, pero antes que todo, escritor. El Comisario Wenceslao Pérez Chanán es su personaje principal, entre una larga lista de libros que exploran la novela negra guatemalteca. Lea la novela anterior en este enlace 

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