La controversia detrás de la Quema del Diablo imagen

El contraste entre el cuidado del medio ambiente y la herencia cultural de las tradiciones que nos hacen únicos como guatemaltecos.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

La Quema del Diablo es una de mis tradiciones guatemaltecas favoritas, que siendo tan particular se ha vuelto nuestra señal de preparación para las fiestas que se avecinan. Sin embargo, hace unos años, en el afán de “cuidar el planeta”, surgió un movimiento en contra de esta hermosa costumbre, uno que buscaba cambiar totalmente la manera en la cual se celebra esta fiesta. Es completamente entendible y admirable el esfuerzo ambientalista de las personas de nuestra Guatemala, sin embargo, ¿valdrá la pena direccionar el impulso del movimiento verde a terminar una de nuestras tradiciones más representativas, en vez de procurar cambiar permanentemente la legislación para poder proteger de manera prolongada el medio ambiente? El fuego hace daño, pero ¿por qué nuestra riqueza cultural debe pagar el precio de nuestro consistente descuido por la Tierra que se nos dio?



Fotografía por Enrique Avalos Espinoza

El origen de la tradición

La Quema del diablo, es una fiesta que se remonta al siglo XVI, época en la que no existía alumbrado público, por lo que los encargados de la procesión de la Virgen de la Inmaculada Concepción, encendían fogatas en las calles para iluminar su paso. Esta procesión pasaba en este lapso, debido a que la fecha coincidía con nueve meses antes del nacimiento de la Virgen María, por lo que religiosamente se cree que este representa el día de su procreación. A consecuencia de este importante acontecimiento, el 7 de diciembre significa una lucha entre el bien y el mal, una batalla que se representa por la quema de figuras diabólicas en el fuego, indicando que el bien gana. Existen otras teorías que dicen que la fecha simboliza limpieza profunda de cada hogar. Las familias por medio de este ritual procuran purificar su casa y su alma, como preparación para el nacimiento de Jesús; quemando todo lo malo, la basura y las “impurezas”. Particularmente, las pilas de basura se han perfeccionado a lo largo de los años, ya que estas iniciaron siendo la manera en la cual las personas de escasos recursos iluminaban sus casas para unirse a la celebración. Se cree que es la manera de limpiar el camino para la Fiesta de María y el nacimiento de su Hijo, asimismo se concibe este día como uno para empezar de cero desde las cenizas.

¿Un día de preocuparnos por la contaminación?  

Aparte del inmenso significado cultural de esta fecha, los guatemaltecos le hemos sabido sumar nuestro ingenio característico, agregándole a los diablitos, figuras de sátira política y elementos negativos que queremos ver arder; como los cuadernos de las clases más detestadas de las escuelas, las multas de tránsito, las cartas de ex parejas y todo lo que nos trae malos recuerdos. Es un espectáculo tan valioso, que ha sido incluso reconocido por CNN y cada región del país tiene sus variaciones.



Fotografía por Pedro Pepió

En los últimos años, se ha levantado la voz de varios guatemaltecos, que haciéndose llamar “ambientalistas” buscan eliminar nuestra famosa Quema del diablo, considerando que, al erradicar la contaminación del aire de este día en particular, podrán hacer un cambio significativo en el ambiente del planeta. Personalmente, creo que cada granito de arena por nuestro mundo, es valioso y que debemos volvernos personas más conscientes, sobre todo en Guatemala, del mundo que le vamos a dejar a nuestros descendientes. Sin embargo, ¿es necesario focalizar nuestros esfuerzos en erradicar una tradición tan enraizada en nosotros? ¿Por qué nuestra riqueza cultural sufre las patadas de ahogado de un país que no se ha preocupado por su ecosistema en los últimos 70 años? 



Fotografía por Santiago Billy Prem

Existen tantas formas de salvaguardar nuestro medio ambiente que funcionarían de manera permanente y lograrían un cambio significativo, como lo sería la verdadera implementación de una ley de regulación de la emisión de gases, que ya es vigente en todos los otros países centroamericanos. Lo que no se vale es no preocuparse por el reciclaje, pedir cien bolsas de plástico cuando se va al super, tirar la basura en la calle, lavar la ropa en los ríos y luego criticar a los que, en el afán de no perder las tradiciones más antiguas, que poco a poco han ido muriendo, se juntan con sus familias el 7 de diciembre y queman al diablo. Todos nosotros, como personas que estamos viviendo las consecuencias del cambio climático, debemos dejarnos de hacer los locos para buscar soluciones que perduren y empezar con el cambio en nuestros hogares, en nuestra vida cotidiana; reconociendo que la riqueza de Guatemala está en su colorida cultura, que mantiene prácticas antiguas que hacen que nos sintamos parte de algo mucho más profundo que el simple gentilicio que compartimos. Guatemala es arte, cultura, tradición, familia e historia; es allí donde se encuentra nuestra verdadera fortuna y es esto, aparte de un planeta limpio, lo que debemos procurar dejarle a los que vienen, para que nunca se pierda el sentido de lo que en realidad fuimos y nos creó como país.

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