La atracción del terror imagen

¿Qué es lo que hace que busquemos sentir el miedo que nos trae el Halloween, las leyendas, las películas, los libros atemorizantes?

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En este mes de octubre y antes de llegar a nuestro día de fiambre, solemos ver desde hace muchos años la adaptación de una costumbre gringa a nuestra Guatemala, el Halloween. Las casas se llenan de decoraciones espeluznantes, el súper de dulces y el cine de películas de terror. Sin embargo, nuestra cultura siempre ha tenido sus dotes de miedo con las famosas leyendas de El Cadejo, El Sombrerón, La Llorona, la Ciguamonta y La Ciguanaba. Lo primero que nos gusta hacer cuando entran las noches frías de la época, es sentarnos con nuestros seres queridos y escuchar las vivencias e historias, que nos ponen a ver de reojo en la oscuridad, a dormir mal en las noches, pero que, en momento, disfrutamos de sobremanera.



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¿Qué es el miedo?

El miedo es una respuesta natural de supervivencia ante una amenaza o peligro, ¿por qué buscaríamos sentir esto si nadie está poniendo en riesgo nuestra vida? La doctora Margee Kerr, una socióloga especializada en miedo, que trabaja en una casa embrujada muy famosa de Pittsburgh, considera que las personas gozan de un tipo de miedo. Es cierto, no todos disfrutan de este sentimiento y en una situación de peligro real, el sentimiento de placer se vería disminuido a cero, pero somos nosotros los que buscamos oír las historias, nos gustan las películas de miedo y participamos en actividades que nos llevan a sentirlo. Esto sucede por varias razones, principalmente, el sentimiento de adrenalina que nos trae una situación en donde parte de nuestro cerebro cree que hay que huir o atacar, es algo muy placentero para muchos.  



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¿Por qué a algunas personas les gusta este sentimiento y a otras no?

La respuesta es simple, según David Zald, algunos individuos no tienen lo que se puede describir como frenos en la liberación de dopamina y la reabsorción de la misma en el cerebro, por lo que cuando sienten miedo se libera mucha de esta hormona y es lenta para volver a entrar, lo que hace que estas personas se disfruten más una situación de este tipo, que otras.  Por otro lado, el someterse a cualquier tipo de miedo reafirma el sentido de autoconfianza, cuando  este se acaba nuestra autoestima se eleva, al pensar “lo logré”. 

Las personas que nunca se exponen a una situación en donde voluntariamente tienen miedo, pueden tener tanto un lado neuropsicológico como el mencionado anteriormente; como una experiencia infantil muy fuerte que los haga alejarse totalmente de esto. Los químicos que se liberan en el cerebro durante una situación de huida o pelea pueden funcionar como una fuerte goma en las memorias de experiencias espeluznantes y si eres muy joven para entender que son falsos, puede llegar a ser un trauma que nunca se olvidará. Aparte de todo esto, la condición principal para que el miedo se pueda gozar es que estemos en un ambiente seguro, ya que a pesar de que una parte de nuestro cerebro “se lo cree”, otra tiene tiempo para procesar que las amenazas no son reales. Sabemos que el miedo va a terminar y cuando lo hace, llega una sensación fuerte de placer. El miedo estimula la misma zona cerebral que el placer, por lo que en este tipo de miedo se disfruta y asusta a la vez. Nos produce cierta fascinación observar el sufrimiento, el miedo o la muerte desde la posición a salvo. Nunca estamos realmente en peligro.



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¿Miedo=Amor? 

Existen varios estudios interesantes que hablan de la famosa primera cita donde los hombres deciden llevar a su enamorada a ver una película de terror. Resulta que las situaciones atemorizantes, están relacionadas con enamorarse, ya que generan fuertes respuestas emocionales que sirven para construir relaciones más fuertes. Está científicamente comprobado que creamos un lazo afectivo fuerte con las personas con las que vivimos estados de excitación emocional, ya sea esta situación sea positiva o negativa, solemos recordar los hechos con mayor facilidad y sentir un tipo de cercanía específica con las personas que estuvieron allí cuando vivimos esto. Es más probable que nos acordemos de la cita en la cual nos abrazamos del miedo por El Conjuro, o nos metimos a una montaña rusa, que el ir a cenar a cualquier restaurante. 



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Cosas que asustan 

Algo interesante a tomar en cuenta, es que todas las cosas “de miedo” a lo largo del mundo y en distintas culturas, tienen cualidades en común. Primero, existen estudios que aseguran que todo puede darnos miedo si lo acompañamos o conectamos con una consecuencia negativa. Todo lo que viola las leyes de la naturaleza suele atemorizar a cualquier persona, cada cultura tiene un monstruo con poderes o características paranormales, tanto el monstruo del Lago Ness, el Yeti, el Sombrerón y la Llorona. Todos ellos han regresado de la muerte o son algún tipo de criatura no humana que se ve semi-humana, todas estas cosas que no nos hacen sentido usualmente nos causan terror. La conexión con la muerte y las cosas que nos asustan, es fuerte, ya que los seres humanos constantemente pensamos en la muerte y al no saber que sucede después, creamos estas criaturas como almas en pena, zombis, vampiros y otros seres que nos explican. 

En nuestra vida y sobre todo en este mes, el miedo es algo sumamente relevante ¿Te gusta asustarte? ¿Qué pasaría si la situación espeluznante se volviera real? 



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