La agresión de los agentes de la PMT y la mesurada postura institucional imagen

Hace algunos días se hizo viral la agresión de unos agentes de la PMT. El alcalde Ricardo Quiñónez ofreció una investigación, más nunca una disculpa por lo ocurrido.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

La Policía Municipal de Tránsito (PMT) de la capital se ha convertido en una especie de ejército verde fluorescente dispuesto a todo, con tal de defender su verdad absoluta. Durante años los hemos visto enfrentarse a vendedores ambulantes, a conductores del transporte pesado; incluso, agredir a la prensa (¿Recuerda usted la fotografía de Prensa Libre, en 2008, donde se ve cómo un agente municipal golpea en la cara a un reportero gráfico?).

En cierta ocasión también protagonizaron un bochornoso enfrentamiento con agentes de la Policía Nacional Civil (PNC). Así han pasado los años y los bochornosos actos de la PMT han pasado inadvertidos, como ruido de fondo, en un país donde todo es permitido. El adiestramiento de este ejército es por demás envidiable: su sentido de pertenencia y su disposición a llevar todo a las últimas consecuencias, por defender el amarillo fluorescente, es una señal inequívoca del buen entrenamiento físico y mental que imparte la Municipalidad a esta fuerza laboral, quizás la más importante de la institución. 

Desde luego que sería irresponsable de mi parte no reconocer que hay muchos agentes que trabajan con mística y con una vocación de servicio que merece el crédito de toda la ciudadanía. No obstante, hoy me refiero a estos malos funcionarios públicos que se invisten de autoridad, pero que su verdadera vocación debería ser promover auxilio a los usuarios que pagan sus impuestos. 

Hoy me refiero con vergüenza a estos seis elementos que agredieron a un motorista. No entraré en la discusión de valorar si el ciudadano fue agresivo, insultó o no, para eso hay sanciones aplicables y el servidor público debiese estar instruido y capacitado para manejar cualquier situación, sin perder el juicio y sin tener que llegar a los golpes. 

La mesurada postura del alcalde

Lo más lamentable no es que esto ocurra, no es la primera vez que vemos este tipo de reacciones en esta institución todopoderosa, lo que realmente da pena es escuchar la postura mesurada y sobrepaternalista del alcalde Ricardo Quiñónez. El funcionario ofrece una investigación y cuando le preguntan respecto a posibles sanciones, dice que dependerá del resultado de las pesquisas. ¿Qué otra evidencia de violencia y abuso espera ver el alcalde para tomar medidas drásticas? ¿No es el video lo suficientemente elocuente como para hablar de la identificación y posterior destitución de los agentes?

La Municipalidad de Guatemala, cuyo equipo de comunicación es numeroso y bien adiestrado para informar con inmediatez respecto a todo, debió reaccionar mucho antes en la línea de lamentar la situación y ofrecer un castigo contundente para los responsables.

Claro que esta línea informativa debía obligadamente estar respaldada por los altos mandos ediles. Es una pena y el mensaje enviado por Quiñónez augura impunidad en este bochornoso hecho. 

Un conocido refrán dice que “la violencia es el último recurso de los incompetentes” (Isaac Asimov). 

¿Cuál cree usted que debió ser la sanción ofrecida por Quiñónez?

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