Hasta siempre amigo Paul, el guerrero que conocí en el IGSS imagen

A Paul lo conocí hace unos meses cuando estuve hospitalizado. Hace una semana recibí la noticia: mi amigo, el guerrero de la cama 16 ha muerto. Me quedo con su ejemplo y con su fe.

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Hace unos días recibí una llamada indeseada. Estaba en una junta de trabajo y opté por enviar una notificación automática vía mensaje de texto: en reunión. No pasó más de un minuto cuando leí esas dos palabras que me helaron el alma y la piel: murió Paul.

El muchacho veinteañero, al que conocí meses atrás durante una hospitalización, la cual relaté en esta crónica,  en el Seguro Social ha cerrado sus ojos y su ausencia es ahora definitiva. La vida me permitió conocerle y verlo por última vez un día atrás. Estaba pálido, delgado, tembloroso, como ausente.

Estreché su mano y después le di una suave palmada en el hombro. Percibí su cansancio y angustia. Me dolió verle de esa forma y supe que sus ojos se cerrarían pronto. Pero no hablaré de ese Paul, hablaré del joven que luchó contra la leucemia, el que no se daba por vencido, el muchacho alto que se emocionaba cuando llegaba su familia a visitarle, al joven con el que compartí un derretido de queso y una que otra tertulia nocturna.

No me pienso quedar con la imagen de Paul en una silla de ruedas, prefiero recordarle como alto, lleno de vida, con un timbre de voz suave, casi infantil. Le recuerdo sin cabello, pero con una sonrisa inexplicable dibujada en su rostro.

Una noche, después de la cena, durante una tertulia nocturna me contó cómo se enteró de su padecimiento. “Venía llorando. Son pruebas de Dios que no entendemos, pero ahora sé que esto me hará mejor persona”, me dijo en aquella ocasión.

foto: TheAtlantic.com

Paul un muchacho de fe

Me lo dijo con mucha firmeza y sin renegar, con la fortaleza que solo puede venir de un ser superior. He decidido quedarme con su fe, con su deseo por vencer la leucemia linfoblastica que lo arrancó de este mundo.

Me quedó con la sonrisa de Paul, que conocí en el cubículo 3 de la Medicina de Hombres del Seguro Social. Le pido a la familia que tengan la misma fortaleza que tuvo Paul para llevar su enfermedad.

A su padre, ese héroe que jamás dejó de luchar, al que conducía toda la madrugada para llevar con estoicismo a su hijo a sus citas mensuales le digo: Paul no pudo tener un mejor padre, usted fue un regalo para él, usted es un ejemplo de valentía y lucha.

A vos Paul te digo adiós amigo, gracias por inspirarnos, porque tu lucha no fue en vano, sos ejemplo para aquellos que nos quejamos por mucho menos. Hasta siempre guerrero de la cama 16.

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