Fuego y agua imagen

Monsanto nos relata la preocupación de la comunidad a la que pertenece y los incendios que arrasaron, por varios días, con varias hectáreas de bosques.

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Por casi dos semanas, las montañas aledañas a la ciudad de Antigua fueron consumidas por un incendio. Con alarma los vecinos fuimos testigos impotentes del avance de las llamas y con ellas, de la indefensión en la que los chapines nos encontramos. Y es que, aunque se pueden ver algunos esfuerzos, estos palidecen ante el avance del fuego. Las noticias oficiales no ayudan a tranquilizar a los pobladores, ya que indican que el incendio “está bajo control”, pero ¿de quién? No soy obtuso y entiendo que algunas entidades están haciendo lo que está a su alcance. ¿Hay alguna manera de cuantificar qué significa estar “a su alcance”?




¿Es una excusa valedera la falta de recursos? La verdad es que pareciera que las instituciones que deberían estar fortalecidas con los fondos necesarios son las más débiles. Los bomberos piden ayuda en la calle, porque sus presupuestos no alcanzan para sostener los servicios que brindan eficazmente a la población. La CONRED ¿posee la capacidad económica para resolver con solvencia emergencias de este calibre? ¿Los gobiernos le traslada los fondos necesarios para paliar estas contingencias? La tragedia del Volcán de Fuego está muy reciente y según muchos la respuesta quedó en el limbo. ¿Y si hubiera un terremoto como el de 1976?

Para hacer más amplio el drama, la Antigua pareciera estar seca. No hay agua y eso lo estamos resintiendo todos. No ha habido una planificación eficaz y eso se resiente todos los días. De hecho, hace un año para la Semana Mayor, en el momento de mayor afluencia turística, la ciudad se quedó sin agua. No soy técnico, no he vivido de cerca los procesos de organización y ejecución, pero ¡no es precisamente la falta de ellos la que está provocando la desastrosa ruina de la Ciudad Colonial!




Estamos en un callejón sin salida. Sí hay fuego, sismos, un crecimiento desordenado, una fiesta descontrolada, una incapacidad para responder a las catástrofes, falta de agua y una ausencia de políticas culturales ¿en dónde vamos a aterrizar? Lo que es de todos no es de nadie. El Pensativo, que entra más o menos limpio a la ciudad de Antigua, poco le interesa al turismo local. Este molesto visitante, a diferencia del viajero extranjero, tira sus desechos en dónde le viene en gana, incluido el cauce del riachuelo. Muchos de los chapines que visitan esta ciudad santuario son verdaderamente unos marranos inconscientes. Son una especie de horda desordenada y bárbara que solo se interesa en extraer la esencia de la ciudad sin colaborar a su resguardo cultural. ¿Le duele el comentario? Por algo será.

El fuego en la montaña, dicen las redes, es provocado por algún cromañón preocupado de su sustento personal y el dinero que puede ganar con este carbón clandestino. Sea verdad o sea mentira es imposible de constatar hasta que no se le atrape con el fósforo en la mano. Para variar tiene que ser con las manos en la masa y no en el camino de prevenir el delito. Mientras tanto, los habitantes de la Antigua y sus aldeas, estamos a merced del destino.

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