Enfiestados imagen

Lo que hace felices a unos puede sumar a la infelicidad de otros. Usted, ¿cuánto colabora para que otros seres vivos sean felices?

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Una buena porción de la población tenemos la esperanza que este 2020 será próspero, feliz y mucho mejor que el último año. A las 23:59 y 59 segundos, más sus milésimas, se cerró un ciclo simbólico de 365 días y, con este, se celebra el ideal de nuevos propósitos y metas por cumplir. También es cierto que, en estos tiempos de inclusión, también habrá que tomar en cuenta a los que no tengan nada que festejar porque no vislumbran nada bueno para su futuro o el del país. ¿Realistas o pesimistas? Eso solo lo podrá decir el tiempo.

El chapín es fiestero y un poco embelequero, dirían mis antepasados. Le gusta celebrar y compartir a lo grande, tanto en Navidad como en año nuevo. La fiesta, luego del trajín que representa el estrés diario (violencia, tráfico, el desbalance de la canasta familiar, los costosos centros educativos, las cuotas del carro y otros avatares del destino), representa esa necesaria catarsis que le permite la evasión de sus problemas. Ya en enero verán cómo pagan préstamos, tarjetas y otras obligaciones, que les harán olvidar de golpe y porrazo el bienestar de las vacaciones. 

Foto: Brunoticias.com

Festejar no es malo. Estoy convencido del que muchos gozamos con la compañía de nuestros seres queridos. La felicidad es algo que no tiene precio y es en ocasiones como estas, si no hay tragedias de por medio, que uno atesora vínculos y recuerdos imperecederos. Pero, ¿alguna vez se ha preguntado si su felicidad no es la infelicidad de otros? En Guatemala abundan los mentecatos de ambos géneros que, alborotados por una hormona descontrolada y una mal alimentada formación, deciden disparar ráfagas de balas al cielo. Son asesinos en potencia cuyas limitaciones intelectuales les impiden entender la dimensión de sus actos. “Bad girls” y “machos men” cuyos alcances quedan manifiestos por la pequeñez de sus propios actos de vida.

Los borrachos que han hecho de las carreteras del país las rutas de la muerte, también entran entre lo más negativo de la temporada. Querido lector, ¿ha visto las noticias? O es de los que las evade para ¿vivir en una realidad paralela tipo Disney Land? A estos infelices se unen otras ratas: los sicarios, porque ya no son simples cacos, ahora son asesinos dispuestos a matar sin contemplaciones con tal de obtener lo que sea que se puedan robar.

Algo más me tiene preocupado y ensombrece mi espíritu para el nuevo año, se trata de la pirotecnia. Y entiendo que es parte fundamental en el festejo multitudinario, tanto como los tamales y otras delicadezas. En realidad las luces son mágicas iluminando, con sus colores y formas, la bóveda nocturna. Sin embargo, en su lado oscuro están los accidentes que las acompañan. A ello se suma, la tortura enorme que representan para varias categorías de seres vivientes. Por ejemplo, algunos niños con capacidades diferentes, sufren ataques de pavor derivados de las explosiones que los atormentan y que son incapaces de entender. Y no son los únicos que les temen. El reino animal, entre ellos el doméstico tan ligado a nuestras vidas, sufre terriblemente mientras sus custodios se la pasan “bomba”. No fue nada agradable regresar a casa para descubrir que la Pirata, del puro horror, se había orinado en su sofá favorito. 

En este punto debería compartir una reflexión y no se me ocurre ninguna. Por un lado, está nuestro derecho a la recreación y por el otro, nuestras obligaciones a ser consecuentes con el tiempo en el que vivimos. Un nuevo año es la esperanza de un tiempo mejor y este momento llegará en cuanto nos comprometemos con la disciplina y cambiar lo que debemos cambiar muy a pesar de nuestras complacencias. 

Para no hacerme más bolas, les deseo un feliz año nuevo 2020 y con esta aspiración, que todos sus sueños se cumplan.

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