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Según estadísticas del sitio web del sistema de alertas Alba-Keneth durante septiembre se reportaron 380 casos de posible desaparición, de los cuales 150 continúan activos. Un incremento importante si se compara con los meses de abril, mayo y junio, trimestre en el que se reforzaron las medidas de confinamiento, cuando se registraron 184,231 y 256 casos respectivamente.  

Este dato hizo que hace unos días activaran las alertas respecto a un posible incremento en el robo y secuestro de niños en el país. El Gobierno no tardó en salir a desmentir este escenario. La pregunta es ¿Existe en verdad un repunte de desaparición de menores de edad en 2020 respecto al año anterior? Intenté verificar este extremo con las estadísticas publicadas por el sitio web de las alertas, pero lamentablemente las informaciones son tan dispersas que mi análisis no puede ser concluyente.  

Esto porque, aunque hay información disponible de septiembre y los primeros días de octubre, los datos correspondientes a julio y agosto no están publicados, por lo que me fue imposible comparar las alertas de enero a septiembre de este año respecto al anterior (en 2019 también hay dispersión de datos).

Posibles razones de un repunte

Una posible hipótesis y desde una lógica muy simplista es: a mayor exposición de los infantes, más riesgo de que estos sean robados y secuestrados. Desde luego que, en el trimestre correspondiente entre los meses de abril y junio, muchos menores estuvieron confinados en sus hogares, lo que redujo la exposición y el riesgo.

Existe una gran posibilidad de que las estructuras criminales empiecen a diversificar las formas en las que se hacen de recursos, eso sociológicamente se le conoce como respuestas disfuncionales ante un contexto difícil que se complicó aún más con la llegada de la pandemia.

En un país civilizado la existencia de un sistema de alertas para encontrar a niños debería circunscribirse a aquellos casos en que los infantes se extravían de forma accidental y no mediante el uso de la fuerza. 

En ese contexto y ante la incertidumbre de un incremento de los casos de robo y secuestro de niños, respecto al año anterior, a los padres solo nos queda informarnos de cómo prevenir que esto ocurra.

Protocolos policiales aseguran que es mejor no compartir información de localización en tiempo real, evitar publicar lugares de residencia y demás información sensible, precauciones que debiesen ser innecesarias, debido a que es inaceptable que un niño sea robado y secuestrado para los fines lucrativos de una banda criminal.

En ese sentido y como el resultado de vivir en un país que no ofrece mayores garantías para nuestros niños, no nos queda más que protegernos como podamos y con las pocas herramientas que estén a nuestro alcance para intentar mitigar el riesgo inminente y creciente de que un hijo nuestro sea secuestrado.

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