¡En casa también hay corrupción! imagen

Quejarnos de la corrupción gubernamental es fácil mientras pasamos por alto la corrupción que se practica en la familia para colarse en la cola de la renovación de pasaporte, cuando la amiga recibe su vacuna antes de tiempo o al comprar la película pirata.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

Este blog no está dedicado a temas de coyuntura nacional, para eso están los medios de comunicación, analistas y “generadores de opinión”, muchos de los cuales ahora ejercen en redes sociales a falta de trabajo formal. Sin embargo, lo que vivimos en el país y las repercusiones que eso tiene en nuestra familia, ameritan un vistazo a lo interno.

Es muy fácil hablar de corrupción cuando vemos para afuera. Criticar al gobierno, a los diputados y al sistema en general se hace necesario y cómo no, si nuestro país está sumido en el atraso gracias a los malos manejos que cada gobierno de turno ha hecho por décadas. La educación y la salud pública, la infraestructura vial, el sistema de justicia y en general, todo el aparato de gobierno es una vergüenza.

La brecha del desempleo ha crecido y la delincuencia se ha incrementado. Cada cuatro años Guatemala retrocede décadas. Por supuesto, dan ganas de exigir que cada funcionario desempeñe el papel que le corresponde, por el que gana un platal, tiene asesores, dietas y beneficios alejados a su desempeño.

No tenemos vacunas por las que pagaremos eternamente, además hemos perdido amigos tras su paso por un hospital “habilitado” para atender a los pacientes con Covid. Enfada ver lo que estamos viviendo, especialmente al ver que las vacunas que se ponen son producto de las donaciones y que el gobierno las presume como un logro propio. Frustra ver centros de vacunación fuera del país bien equipados sin colas o que las pruebas de antígenos estén instaladas en las calles y sean gratuitas, mientras aquí los laboratorios siguen haciendo feria con la necesidad de muchos.

¿Frustrante? Mucho. ¿Decepcionante? Demasiado. El flagelo de la corrupción nos roba tanto: esperanza, sueños, futuro… Quiero conservar la esperanza de que las cosas puedan cambiar y que mis hijas tendrán mejores condiciones, que puedan crecer en un ambiente donde se respete su vida y tengan las oportunidades de realizarse como profesionales, pero estoy convencida de que eso no depende solo del gobierno sino de cada guatemalteco.

Pero si vemos hacia adentro, hacia nuestras familias veremos que la corrupción también está ahí. Si nuestra sociedad es corrupta es porque como familias nos hemos prestado a actos de corrupción. Nos guste o no, la familia sigue siendo el reflejo de la sociedad.

O me van a decir que pagar menos para que nos compartan una cuenta de Netflix no es corrupción. Pagar por reservar un lugar que permita ahorrar tiempo en la cola que se requiere para la emisión del pasaporte también es corrupción. Ni qué decir de las personas que se han vacunado cuando no les correspondía –y no me refiero solo a las “influencers” que milagrosamente recibieron su cita antes de tiempo­–, también a quienes por cuello con algún cabezón pudieron ser vacunadas cuando no era su turno. También hay padres de familia viendo cómo acuden a un conocido para que su hijo pueda entrar en la USAC y ser un profesional exitoso.

Hay más ejemplos de estos pequeños actos que realiza la gente “pilas” que sabe cómo ganar tiempo u oportunidades y restárselas a quienes las necesitan más. ¿Quién manifiesta por estas acciones? Guardamos silencio y nos hacemos de la vista gorda sabiendo que no son correctas. Sigue siendo más fácil dirigir la mirada fuera de la casa, en el entorno externo, que dentro de nuestra propia familia.

En la medida que cada persona asuma su verdadero rol en la sociedad y en su propia familia, las cosas pueden mejorar. Mientras exista una madre o una maestra corrigiendo oportunamente a un niño hasta que su nota refleje su propio aprendizaje, o un padre de familia deje de buscar que su hijo sobresalga en el equipo de futbol por cuello o evite llamar a su cuate de la universidad para que le eche una mano a su hijo en la entrevista de trabajo las cosas ¡pueden cambiar!

La familia sigue siendo el reflejo de la sociedad.

Entre ese panorama poco alentador se cruza con el caos vehicular, los bloqueos y publicaciones ideológicas que crean más divisiones en los grupos sociales, disfruté el desempeño de los atletas chapines que sobresalieron en los Juegos Olímpicos: Kevin Cordón, Luis Carlos Martínez, Luis Grijalva, Mirna Ortiz y Erick Barrondo, quienes demostraron que el contexto no es un pretexto, se ganaron su lugar con su propio esfuerzo, sin recursos y fue así como hicieron latir y emocionar a toda una nación.

Su pasión y dedicación me dice que fueron formados en el seno de familias sin “cuellos”, sin conectes y lejos de prácticas corruptas.

“No dejes que el mundo te corrompa.”

Sarah Wayne Callies

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