El tío Carlos y su conexión con el más allá imagen

La historia del hombre que, con su gran inteligencia, parecía tener poderes del más allá.

Las opiniones e imágenes de este artículo son responsabilidad directa de su autor.

El tío Carlos era un hombre sumamente intelectual, estudiado, humilde y extremadamente culto. Mi abuelita siempre habla de él con gran cariño, pero tanto ella como sus hermanas aseguran que había algo especial en él.

Carlos era como una enciclopedia, leía entre 4 y 5 libros por semana y cuando alguien quería preguntarle acerca de algún tema para una tarea sabía desde astronomía hasta historia del mundo. Te pedía que sacaras una hoja y apuntaras, mientras te dictaba toda aquella información que sabía. Sin embargo, era un personaje sumamente humilde. Mi abuelita cuenta que cuando los amigos de su papá llegaban a la casa a discutir distintos temas, como historia, a ella la enojaba que él se quedara callado, pues estaba segura de que sabía de sobra todas aquellas respuestas que generaban disputa. Fechas, nombres, acontecimientos, sin duda el tío Carlos era experto. A pesar de esto, permanecía en su sitio, los dejaba pelear por demostrar quien era el que más sabía, cuando los amigos se iban llamaba a sus sobrinas, diciéndoles que no quería que se quedaran con la información incorrecta y contándoles la historia verdadera.

Carlos vivía con su hermano y su familia, su sobrina de en medio era mi abuelita. Nunca se casó, pues luego de la trágica muerte de una novia, decidió que su vida estaba hecha para el estudio. A pesar de recibir una gran herencia, decidió regalar todo el dinero a su hermano, pues no le interesaba en lo absoluto ser un hombre millonario. Todo el tiempo le pedía una porción del dinero a su hermano, para regalársela a las personas. Se dedicó a escuchar a los demás, era lo que podría llamarse un psicólogo de la época, la gente llegaba a su casa a contarle sus problemas y él los escuchaba, les ayudaba a sentirse mejor. A todo esto, el tío Carlos parecía siempre tener un sexto sentido, saber cosas que no podían saber los demás y tener cierta certeza de los hechos futuros. Un día estaba en un cuarto leyéndole las manos a su cuñada y las amigas de ella, cuando entró su hermano mayor y se molestó mucho de lo que estaba haciendo, no le gustaban “esas cosas”. De una forma inexplicable, se levanto por el aire una mesa y dejó prensado a su hermano contra una pared, dándole un gran susto. Desde ese día entendió que a su don había que tenerle respeto. Mi abuelita recuerda otras cosas que pasaron, como un día en el que ella estaba con su madre y su tío Carlos y entraron a contarle que frente a la casa había un carro incendiado y un muerto, inmediatamente y casi entre dientes su tío Carlos murmuro “Turcios”. Luego permaneció callado por un tiempo largo, pues no le gustaba hablar ni presumir de su don. Al día siguiente en las noticias, anunciaron en primera página que el famoso guerrillero Luis Augusto Turcios Lima había muerto por una bomba que explotó dentro de su carro. El tío Carlos no tenía manera de saberlo.

Al pasar de los años, su hermano enfermó y luego de dos infartos todos creían que le quedaba muy poco tiempo. Carlos, por otro lado, contaba con buena salud, pero le decía a mi abuelita y a sus hermanas, que a él le tocaba irse primero. Ellas se reían, pensando que era una broma, asegurándole que “él estaba re bien”. Sin embargo, Carlos insistía, diciéndoles que se prepararan y aprendieran a manejar el negocio de la familia, pues pronto se iba a ir él, luego su papá y ellas iban a quedar solas en manos de todo. Su mayor preocupación era que los abogados les jugaran la vuelta. Nunca lo tomaron muy enserio, hasta que un día hablando con mi abuelita, le aseguró que ya solo le quedaban unas pocas horas de vida, ella volvió a reír diciéndole “Carlitos, usted siempre con eso” y a las cuantas horas, sufrió un infarto fulminante.

Pasaron los años y Carlos no fue olvidado, nunca hemos podido explicarnos exactamente de qué manera pudo haber predicho su muerte, pudo haber levantado esa mesa o haber tenido conocimiento sobre hechos completamente ajenos. Para algunos, esto es un don existente, que muchas personas tienen alrededor del mundo y para otros, simplemente es un palabrerío. Si algo es claro, es que el tío Carlos fue una persona como ninguna, con una inteligencia superior, un nivel de intuición altísimo, bondad desmesurada y lo que se podría llamar un sexto sentido. Hoy en día nos sigue enseñando la valiosa lección de que uno tiene que ser humilde con los dones que tiene en la vida, sea la inteligencia, el dinero, el talento o el físico; y que tenemos que ser desprendidos de los bienes materiales, pues con nada nos vamos de esta vida. Lo que más me deja a mí esta historia que mi abuelita cuenta frecuentemente, es que las personas se aprovechan en vida, que nadie está asegurado para mañana y que la única forma de mantenerlos vivos cuando se van, es con sus recuerdos.  

Todas las noticias, directamente a tu correo

Recibe todas las noticias destacadas de Relato.gt, una vez por semana, 0 spam.

¿Tienes un Relato por contar y quieres que nosotros lo hagamos por tí?

Haz click aquí
Comparte
Comparte